Así llegó la música electrónica a Bogotá
El Espectador presenta la primera entrega de un especial de música electrónica, un género con más de 30 años de historia en Bogotá. ¿Cómo llegó al país? Aunque sus inicios fueron silenciosos, con el paso del tiempo la electrónica se convirtió en un fenómeno musical que hoy consolida a la ciudad como la punta de lanza de una industria en franco crecimiento.
Samuel Sosa Velandia
En los años ochenta la fiesta en Bogotá estuvo marcada por los ritmos latinos. El merengue y la salsa eran los géneros que reinaban en las discotecas de la capital del país y poco espacio había para ritmos nuevos. Algunos viajes a Europa y Estados Unidos lograron que tímidamente se empezaran a escuchar algunos sonidos electrónicos; sin embargo, no había consciencia o mayor interés del gran público por este tipo de música.
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En los años ochenta la fiesta en Bogotá estuvo marcada por los ritmos latinos. El merengue y la salsa eran los géneros que reinaban en las discotecas de la capital del país y poco espacio había para ritmos nuevos. Algunos viajes a Europa y Estados Unidos lograron que tímidamente se empezaran a escuchar algunos sonidos electrónicos; sin embargo, no había consciencia o mayor interés del gran público por este tipo de música.
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Quienes con el tiempo se convirtieron en los djs pioneros del género, comenzaron mezclando en escenarios en los que esta música era una especie de bicho raro. Un intruso que no bailaba con timbales. Ese es el caso Gerardo Pachón, más conocido como Gerard Radio, uno de los fundadores de Cinema Club, el primer club nocturno de música electrónica que se fundó en Colombia. A empellones empezó a poner esta música en un momento en el que lo tropical ejercía su dictadora sonora.
“Llevo 38 años siendo dj, casi todos he tocado música electro. Hubo como dos años, al inicio de mi carrera, que trabajé con música crossover, pero me di cuenta de que tenía un vínculo muy fuerte con la electrónica”, le dice a El Espectador el hombre que conoció este género gracias a los viajes que hacía a Londres para visitar a su hermano Nicolás, quien lo sumergió en este mundo en el que la fiesta la protagonizan sintetizadores, vinilos, bleeps y vjs.
Un paréntesis para explicar un par de conceptos. Los bleeps son los sonidos agudos generados por sintetizador. Los Vjs, son quienes crean contenido visual a la par de la música que suena.
Pachón recuerda que en los inicios y dependiendo del público en Discovery, una de las discotecas icónicas de los años 80 en Bogotá, podía poner hasta 45 minutos de electrónica. Para entonces, pasar ese límite significaba poner el riesgo el negocio y que los clientes se fueran a buscar su salsa.
Cinema Club, el inicio de un nuevo “tempo”
“En esa época tenía un suegro con poder adquisitivo. Un día que estábamos enrumbados me dijo: “Huevon, dejé de producir plata para los demás y monté su propio club”, pero yo no tenía plata para eso, así que hombre me prestó un dinero y así arrancó el sueño”. Es un resumen caprichoso del origen de Cinema Club, un lugar de culto para la música electrónica en Bogotá y que este año cumplió 33 años de vida.
Para ese entonces el house, un sonido con origen en Chicago, Estados Unidos, era el que citaba el público naciente del género. Y aunque este subgénero de la electrónica se gestó con un claro mensaje político entre la comunidad afroamericana y latina que había migrado a los Estados Unidos, a Colombia llegó gracias a los jóvenes que tenían la posibilidad de viajar a esta parte del continente y algunos países de Europa.
“En esos inicios el público que iba al Club era gay. Jóvenes que tenían la posibilidad económica de viajar y enterarse de lo que estaba pasando con la música electrónica en Estados Unidos y Europa, en donde ya había una industria formada. Nosotros comenzamos a alimentarnos de eso. Y la gente también nos exigía sonar igual que lo que escuchan en Europa”, recuerda Gerard Radio.
“Cuando la cosa empieza a surgir, sí surge como una respuesta a un movimiento que se venía gestando acá, que era el movimiento housero y el techno era como la música rebelde. En ese sentido, podría decir que tendría esa vibra del origen del techno en Detroit, pero más con un carácter rebelde que con un carácter político”, agrega Sónico.
Después del house
La diferencia entre los tantos subgéneros en la electrónica está delimitada por el bpm (pulsaciones por minuto). La velocidad del house oscila entre 115 y 135 pulsaciones por minuto, lo que lo hace un ritmo que invita al baile, gracias a los acordes repetitivos y los patrones rítmicos constantes, que son heredados de la música disco.
Como lo explican Gerard Pachón y otras fuentes consultadas por El Espectador, este género se popularizó porque los hombres gais buscaban un espacio de fiesta en el que pudieran disfrutar en libertad y escapar de la norma de una sociedad conservadora. Bajo esa misma necesidad de encontrar libertad para expresar la orientación sexual se fueron uniendo jóvenes de altos estratos.
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Luis Vargas, uno de los djs con más trayectoria en la ciudad, conocido en la escena como Sonico Dj, reconoce que en un inicio estas eran rumbas de y para “gomelos”. “Era como pequeña familia, bien exclusiva, en donde tenías que de alguna manera ser un poco “chocoloco” para entrar. El filtro era muy diferente a lo que es hoy en día”, dice.
Alexis Hernández, conocido como Alexis Game, otro de los pioneros del género en la ciudad, recuerda que eran fiestas de muy alta calidad y muy selectas. “Yo trabajaba en Terlenka y ellos en Cinema, siendo muy amigos, terminamos siendo competencia”. De a poco el público empezó a tener más de una opción para la rumba electrónica.
En 1995, el entonces alcalde de Bogotá, Antanas Mockus, promulgó la llamada “Ley Zanahoria”, una ley prohibía la fiesta y venta de alcohol después de la 1:00 a.m. Alexis Hernández cuenta que Gerardo y Nicolás Pachón, le propusieron hacerle una mueca a la norma y crearon los “after party”, lo que los convirtió en socios. En esas fiestas, clandestinas en un inicio, la música electrónica reinó sin contradictores.
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“Unos seis meses después otros hicieron lo mismo. Nano Pombo y Cacho Moreno montaron sus propios “after party” para competir con las fiestas de los clubes y así se empezó a consolidar la escena electrónica que hoy conocemos”, dice Alexis Game.
Sonico cuenta que el primer colectivo de música “underground” en donde el techno era protagonista, llega gracias a Mutaxión, quienes en 2004 terminan convirtiéndose en Bogotrax, uno de los primeros eventos de música electrónica en la ciudad. Este grupo de jóvenes descentralizaron los ritmos, pues los eventos tuvieron lugar en Chapinero o la Zona Rosa. “Era un parche de La Candelaria con música que uno jamás escuchaba acá. Ellos sí tenían un pensamiento un poco más político sobre cómo queremos vivir nuestra sociedad”, dice Sonico.
Así es como empieza a trazarse el camino que abre la posibilidad de que la música electrónica se consolide como industria en la ciudad, pero que también siga siendo espacio para ciertas poblaciones que buscan expresar y configurar su idea de libertad.