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Begner Vásquez: el poeta de Timbiquí

El creador y director de Herencia de Timbiquí es un compositor costumbrista con éxitos como “Te invito”, “Coco por coca” y “Amanecé” (Festival Viña del Mar).

Valeskha de la Hoz*
16 de marzo de 2021 - 02:00 a. m.
Begner Vásquez trabaja en el lanzamiento del disco “Herencia Pacífica”, de Herencia de Timbiquí.  / Carlos Ramírez
Begner Vásquez trabaja en el lanzamiento del disco “Herencia Pacífica”, de Herencia de Timbiquí. / Carlos Ramírez
Foto: Pasion Fotografia - Carlos Ramirez Gomez

Begner Vásquez impone la poética. Desde hace veinte años compone las canciones que son interpretadas por Herencia de Timbiquí, agrupación que creó en el año 2000, de la que es director y vocalista. Sigue siendo el joven sencillo y con convicciones fuertes y claras que salió de Timbiquí, que usa su voz y sus letras para contar la cotidianidad de su tierra.

El municipio de Timbiquí queda al occidente del Cauca, en la costa Pacífica. Vásquez nació en San José de Timbiquí, un corregimiento del municipio. Allá muy poca gente lo conoce por su nombre de pila. En San José él es “Dindo”, un apodo que nació de una de las costumbres de su tierra. “Pequeñito, me pararon sobre la palma de una mano y no doblé las rodillas”. Timbiquí “es un paraíso”. Así lo expresa al hablar de los atributos del municipio caucano. Él, al igual que los jóvenes timbiquireños, creció rodeado de música. Su papá, sus tíos maternos y su abuelo paterno tocaban la guitarra.

De allí viene su aprecio por la guitarra. En ese amor por el instrumento converge su herencia musical del Pacífico. En su tierra siempre han tenido buena relación con la guitarra gracias a las músicas andinas que llegan desde Perú. Aunque el instrumento no figura en las canciones de Herencia, es su aliado a la hora de componer. Siempre lleva consigo un par de guitarras: la acústica para componer y tocar en ratos libres, y la electroacústica para grabar en estudio.

Además, es un instrumento que hizo parte del inicio de su carrera musical. Antes de Herencia, Begner Vásquez había explorado, junto con William Angulo, su primo hermano y actual vocalista de la agrupación, otros géneros musicales como el rock y el punk en una agrupación llamada Black and White.

Su niñez en el universo musical que es el Pacífico sonaba a vallenato, y por eso se considera diomedista, pero también sonaba a Julio Jaramillo y a boleristas antillanos. Indudablemente se oía salsa y las letras de Ismael Rivera, Rubén Blades y Cuco Valoy, además de la música de Bob Marley, Michael Jackson y los Beatles.

Durante su juventud, trabajaba en minería, pesca y agricultura, actividades propias de Timbiquí. “Me niego a que se hable de estas actividades de manera peyorativa”, aseguró el cantautor. Para él, que hoy exista minería agresiva o se cultive ilegalmente no tiene relación con el sentido natural de las actividades. Sentido que se ha perdido porque, en sus palabras, hoy al Pacífico “lo están saqueando”. Las comunidades aledañas a los recursos siempre tomaban lo que era justo y necesario para sobrevivir, y el hecho de que exista una sobreexplotación de esos recursos es lo que ha dado paso al desequilibrio.

Por encima de las adversidades, él sigue considerando a su tierra natal como “exuberante, magnífica y magna”. Siente el mismo orgullo que sintió el día que se fue de allí en busca de un sueño, que cumplió y hoy le permite regresar a Timbiquí con un factor diferenciador: poder ayudar.

Componer para recrear el Pacífico

En varias ocasiones Vásquez ha manifestado que las letras que escribe son una forma de recrear la vida en el Pacífico, su cultura y su cotidianidad. La de llevar un plato de comida a casa del barrio, acompañar a un vecino enfermo, la responsabilidad de los mayores del pueblo de cuidar a los más pequeños. Son filosofías que solo se viven en territorios puros y que “están cerca de lo espiritual”.

La inspiración para crear Herencia de Timbiquí (año 2000) nació de las ganas de poder plasmar esas vivencias en la música. No solo desde las letras sino usando elementos autóctonos del Pacífico como la marimba de chonta, que está hecha de palma de chontaduro, y el guasá, un instrumento hecho de bambú, que cumple la función de un shaker en la música convencional.

También otros instrumentos del Pacífico como el bombo golpeador, el bombo arrullador y el cununo. Buscando ser aún más originales, decidieron fusionar sus ritmos tradicionales con instrumentos musicales convencionales de orquestas como bajo, teclados, trompeta, saxo, guitarra eléctrica y batería, y así darle paso a lo que hoy se conoce como Herencia de Timbiquí.

Gracias a sus composiciones y a la interpretación de los demás integrantes del grupo, han alcanzado importantes logros a lo largo de estos veinte años de carrera.

En 2004, cuatro años después de la creación del grupo, decidieron irse de Timbiquí a Cali. Contaron con el apoyo del entonces alcalde Aureliano Ramírez, quien además los había apoyado en la grabación de un CD con Maritza Bonilla, oriunda de Timbiquí.

Allí, dos años después, en 2006, cuando el grupo ya estaba conformado por doce artistas, sacaron su primer trabajo musical oficial, titulado De mangle a mango. Ese mismo año ganaron como Mejor agrupación libre en el X Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez. En 2010, a tres años de haber lanzado su trabajo musical llamado Villancicos negros, debutaron en el Festival de Jazz de Montreux, en Suiza, como la primera agrupación basada en la marimba de chonta que tocaba en ese escenario.

Un año después lanzaron “Tambó”, un álbum con canciones como “Te invito” y “Coco por coca”, ambas escritas por Begner Vásquez. La primera, su favorita, que fue relanzada en el álbum “This is gozar”, en el 2015, y fue la banda sonora de la serie “La niña”, una de las novelas más aclamadas en 2016 en Colombia. Ese año, la canción ocupó los primeros lugares en los listados musicales del país. La segunda, una canción con una letra de denuncia, que a pesar de ser lanzada en 2011, se viralizó el año pasado cuando en redes sociales empezaron a subir varios “covers” del tema.

En 2013, la agrupación tenía pensado presentarse al Festival de Viña del Mar con la canción Tormenta. A último momento, Begner les mostró Amanecé, una composición sentida que relata dos vidas: la del campesino en su tierra y la de un conductor en la urbanidad, y como estos dos caminos viven en distintos lugares la misma situación: un amanecer. Con esa composición lograron traer a casa la Gaviota de Plata del Festival de Viña del Mar.

“Amanecé” pertenece al álbum “This is gozar” (2015), al igual que “Negrito”, un acto fresco de rebeldía frente al ser negro. Para Herencia siempre ha importado decir lo que sienten. “Aunque algún día se disuelva el grupo, siempre seremos Herencia de Timbiquí. No somos una agrupación, sino un pensamiento”.

Lejos de separarse, Herencia está en uno de los mejores momentos. Siguen innovando sin dejar de lado los instrumentos y el sonidos que los caracterizan. Actualmente promocionan La vamo’ a tumba, un homenaje al maestro Octavio Panesso. Es el primer sencillo de su próximo álbum: Herencia Pacífica, con canciones de ancestros musicales de la región.

*De la Fundación Color de Colombia.

Por Valeskha de la Hoz*

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