Bogotá, la capital electrónica de Colombia
El Espectador presenta la segunda parte del especial de música electrónica. ¿Bogotá se ha apoderado de los beats? O ¿los beats se han apoderado de Bogotá? Sea cual sea la respuesta, es evidente que la ciudad y los sonidos electrónicos han creado una sinergia.
Samuel Sosa Velandia
“Mal que bien, la escena electrónica es la más incluyente que hay en el país. Y, además, es la más honesta. Nosotros no nos escondemos para hacer lo que hacemos. Las personas hacen resistencia y muestran rebeldía, porque es donde pueden ser ellos mismos, donde hay un espacio para la aceptación de las libertades. Esto es algo que la sociedad necesita y en lo que la gente ha encontrado un refugio”.
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“Mal que bien, la escena electrónica es la más incluyente que hay en el país. Y, además, es la más honesta. Nosotros no nos escondemos para hacer lo que hacemos. Las personas hacen resistencia y muestran rebeldía, porque es donde pueden ser ellos mismos, donde hay un espacio para la aceptación de las libertades. Esto es algo que la sociedad necesita y en lo que la gente ha encontrado un refugio”.
Quien habla es Luis Vargas, mejor conocido como DJ Sonico y se refiere a la búsqueda por la respuesta del crecimiento y la consolidación de la música electrónica en la ciudad, que tras los 80s y 90s, empezó a significar algo más que una cuestión de fiesta que pertenecía solo a los altos estratos de la sociedad.
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Una de las grandes virtudes de la escena electrónica rola es que es poco homogénea. Aquí no todos escuchan lo mismo, ni viven la música de la misma manera. “Lo bueno de la electrónica y la ramificación que generó el house, es que se crearon nichos muy gigantes de cada género. El techno, el progresivo, el afrohouse, incluso el mismo house sigue siendo muy fuerte. Entonces cada género tiene su público y sus espacios. Y Colombia es parte de eso”, dice Gerard Radio, el hombre que abrió la primera discoteca electrónica en Bogotá y Colombia, en entrevista para El Espectador.
La diversificación de los ritmos no es algo que suceda de manera inesperada. Desde finales de los 90s e inicios de los 2000s, ya había una comunidad consolidada; sin embargo, con la llegada de una nueva generación, un contexto social mucho más punitivo, pero a la vez peligroso, por la presencia del narcotráfico, se hace evidente la necesidad de transformar las dinámicas de concebir la música y organizar las rumbas.
Según cuenta Miguel Lega, conocido como No Intellectual Property, uno de los djs y productores más destacados de Colombia, hubo grandes festivales que marcaron un hito en la escena local; sin embargo, muchos de estos eran financiados con dinero que llegaba de actividades ilegales.
“Había promotores que se movían en la mafia, entonces pagaban cantidades exorbitantes por traer a grandes djs del mundo, pero poco a poco empiezan a surgir nuevos ritmos y la gente comenzó a querer desligarse de este tema traqueto”.
Sonico fue uno de esos jóvenes que lideró esa transformación de la rumba electrónica, incluso, para aquellas épocas, fundó su colectivo Techsound, que hoy cumple 20 años. “No queríamos fiestas donde se va a socializar y todo el mundo está hablando y no está bailando. Queríamos algo más inmersivo, donde pudiéramos viajar con las ondas y tener una experiencia más interactiva y personal”.
Dice que la música techno marcó un nuevo horizonte dentro de la escena local. “El techno empieza a tener una connotación más independiente y ´underground´, donde se arman muchísimos colectivos. Nosotros hacemos festivales no porque queramos dinero, sino porque nos gusta la música. Todo se trata de la gestión colectiva y la autonomía”.
Así, surgen clubes, festivales y colectivos que empiezan a consolidar la música como un movimiento cultural y a Bogotá como un referente de estos géneros. Armando Records, Baum, Salón Continental y Billares Londres son algunos, pero también aparecieron colectivos que llevan la música a otros espacios, distintos a los de los clubes.
De acuerdo con Gerard y con Lega, son los raves (aquellas fiestas de música electrónica de alta velocidad, que son organizados en espacios no convencionales como bodegas y que van hasta el amanecer), los que han propiciado el crecimiento de la escena, que ya es una industria.
Para Gonzalo Rodríguez o Don G, periodista musical y dj, hay “un rave” que marca un hito en el desarrollo de la industria. “Cuando Baum se dio cuenta del potencial que tenía como club y migraron a hacer un festival, muchos se dieron cuenta de que se podían vivir de esto. Sin lugar a duda, el Baum Fest es el inicio de lo que estamos viviendo ahora. Esa es una apuesta que le dio mucha fuerza al territorio y le dio credibilidad a la música electrónica”.
El reto de la industria
En cuanto a los sonidos, la producción y el auge de la escena son muchos los avances, sin embargo, hay hechos que dejan claro que hay cosas por afinar en la consolidación de una escena que crece en seguidores.
En febrero de este año Miguel Rodríguez y Arles Ardila fallecieron en el bar Studio 64, en la localidad de Chapinero. Estas muertes dejaron evidencia fallas en control sobre el aforo y el acceso al agua en eventos privados.
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En su momento, la concejal de Bogotá, María Fernanda Rojas, puso las alarmas: “El enfoque no es el prohibicionismo. No vamos a perseguir a quien decide consumir drogas, pero los organizadores de eventos deben dar las condiciones para que se reduzca el riesgo. Y que las autoridades revisen que los sitios tengan las condiciones de seguridad, que se sepa donde son las salidas de emergencia, que haya ventilación, que no les corten el agua a los baños”.
El colectivo Échele Cabeza, un proyecto de reducción de riesgos y daños en consumo de sustancias psicoactivas en el país, señaló que “si se garantizara un mínimo vital del agua y las condiciones básicas de infraestructura, estas muertes hubieran sido prevenibles y evitables”.
BAUM, el rave más grande de Colombia
“Sentir los bajos en el pecho”, es el lema de Baum, un colectivo y organizador de eventos de música electrónica que nació como cualquier otro club de Chapinero. Cheo Cubillos, fundador y promotor de la marca, dice, aunque tenía el sueño de fundar una discoteca, nunca pensó que el proyecto fuera tan sólido.
Baum abre sus puertas en 2013, desde entonces, se convirtió en uno de los lugares predilectos para los amantes de la música electrónica. Cada noche traían Djs y artistas de varias partes del globo, que empezaron a darle relevancia y reconocimiento internacionalmente.
Así, Baum pone a Bogotá y a Colombia como “una parada obligatoria para los djs que vienen a Latinoamérica”, según palabras de Cheo.
“Esa idea de festival siempre se tuvo y gracias al boom que tuvo el club, fue el momento preciso para hacerlo. Nos lanzamos al agua sin pensar mucho en lo que significa hacer un festival… Lo anunciamos, bookeamos 6 artistas y arrancamos con las ventas”. Desde esta primera edición, el festival encontró su suerte en una alianza que realizó con Páramo Presenta, quienes habían evidenciado el crecimiento de la escena electrónica en Bogotá.
Cheo confiesa que el festival no tuvo el recibimiento que se esperaba, pues tan solo vendían 5 o 6 boletas diarias, tanto así que, a una semana del evento, pensaron en cancelarlo.
“Llevábamos como 1.500 boletas y esa es una quebrada que no sé si alguno de los socios hubiera podido resistir. Durante una reunión muy larga, me preguntan a mí que cuántas boletas creo se van a vender en esos nueve días. Y yo les dije que mínimo 5.000 boletas más”. Y contra todo pronóstico y con la esperanza de ofrecerle un evento de tal magnitud a los ravers, en los últimos tres días previos al festival, vendieron 4.500. Toda la boletería se agotó.
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La primera versión se llevó a cabo en el Multiparque de Bogotá, y resultó siendo un inesperado éxito. Desde entonces, el Baum festival se ha realizado de manera ininterrumpida. Para este año, que se celebra su séptima edición y que se llevará a cabo en Corferias, como desde hace unos años era el sueño de Cheo y sus socios, se recibirán a 45.000 aficionados de los ritmos electrónicos.
Ante la pregunta por el éxito detrás de Baum, Cheo responde que: “lo que nosotros hicimos bien, fue reunir todas esas virtudes que tenían muchos productores en Colombia; es una idea propia que nace de otras. Yo respeto y tengo muchos maestros dentro de la escena”.