Chabuco, el vallenato con pasaporte
El artista, cuyo nombre completo es José Darío Martínez Acosta, presenta su quinto trabajo musical, “Encuentro”, en el que sigue explorando los nexos entre el folclor vallenato y algunas manifestaciones foráneas como el flamenco y el jazz.
Juan Carlos Piedrahíta B.
El Café La Bolsa era el lugar exclusivo del vallenato en Valledupar durante la década del 50. En aquel entonces, el danzón, el filin y el bolero cubano se encargaban de marcar los ritmos en los clubes tradicionales y en los sitios de tertulia del Cesar, mientras que el folclor debía resignar su eco a las zonas rurales y a este cafetín genuino y vistoso.
Allí, todos los días después de las 5:00 p.m., se ponían cita algunos artistas y líderes comunitarios a debatir sobre el futuro político del país, y cuatro horas más tarde personajes como Lorenzo Morales, Emiliano Zuleta y Rafael Escalona relataban sus vivencias cotidianas.
Aquellas jornadas, condimentadas con riqueza léxica y bañadas por licores de la región, no podían terminar en algo que no fuera una gran parranda vallenata y en ellas participaba Hugues Martínez, padre de José Darío (Chabuco) Martínez Acosta y directo responsable de que este joven, casi por impulso, hubiera optado por la interpretación de muchos de los clásicos que escuchaba desde siempre.
Nido de amor, de Octavio Daza; La casa, de Carlos Huertas; Así fue mi querer, de Gustavo Gutiérrez Cabello, y A un colega, de Emiliano Zuleta Díaz, fueron algunas de las piezas entrañables del folclor vallenato que Chabuco recopiló en lo que fue su tercer registro titulado Clásicos Café La Bolsa, en el que lo acompañaron Kike Purizaga en los teclados, Diego Valdés en el bajo, Horacio el Negro Hernández en la batería y Dayhan Díaz en la trompeta. En este álbum dejó por fuera el acordeón, pero jamás se olvidó de su esencia.
“Este formato con el que interpreté en el disco Clásicos Café La Bolsa la música que me ha acompañado durante toda la vida creo que le dio un puesto bonito al vallenato y me parece que eso ayudó para que se entendiera mejor el folclor por fuera de la geografía nacional”, comenta Chabuco, quien desde 1998 y por casi cuatro años fue el vocalista del grupo Los Pelaos y después hizo pareja artística con el acordeonero Nicolás de los Ríos.
Como solista, este artista ha querido impulsar las historias de su tierra, pero innovando en la forma de presentarlas y apartándose del sonido potente del acordeón con el que se relaciona al vallenato.
Su primer registro, Morirme de amor (2002), fue un anzuelo que el público empezó a masticar y degustar. En su segundo disco, Nació mi poesía (2008), interpretó su legado con el respaldo de un piano. En su tercer trabajo, Clásicos Café La Bolsa (2010), amplió la estructura para intentar que el vallenato participara en los festivales de jazz y de música étnica en todos los rincones del mundo. De ahí que este álbum sea tan importante para Chabuco y él lo desglose de manera especial.
“Valledupar está entre la Serranía del Perijá y la Sierra Nevada de Santa Marta y allí fluye magia. Es una tierra de mucha pasión, por eso brota tanta gente campesina que le gusta contar su cotidianidad y yo pensé que sería lindo que el mundo entero se convirtiera en cómplice de esa tradición”, dice Chabuco, quien además se confiesa seguidor de Pablo Milanés y de los demás integrantes de la nueva trova cubana, pero también, y gracias a su hermano pintor, disfruta del soul y del rock.
Después del éxito de Clásicos Café La Bosa, José Darío Martínez se reinventó y publicó De idas y vueltas (2013), que sirvió como antesala para su quinto lanzamiento, Encuentro, que fue grabado en vivo en el Teatro ABC en Bogotá, el 26 de marzo de 2019, y del que se conoce ya el sencillo “El cantor de Fonseca”. En el compromiso del artista de llevar el vallenato hasta entablar el diálogo con manifestaciones foráneas como flamenco, bossa nova y jazz, contó con las colaboraciones de Alejandro Sanz y Vicente García, entre otros.
“Creo que mis trabajos musicales han sido el puente más importante para generar encuentros desde mi folclor con ritmos del mundo. Lo que pasa es que yo siempre he querido que el vallenato esté dentro de lo que se conoce como World music”, cuenta Chabuco, quien le quiere dar más millas al género y se postula como una suerte de pasaporte para que el folclor siga rompiendo fronteras.
Chabuco en Bogotá. Teatro ABC (calle 104 n.° 17-22). Mayo 9 a partir de las 8:30 p.m. Información y boletería: www.tuboleta.com
El Café La Bolsa era el lugar exclusivo del vallenato en Valledupar durante la década del 50. En aquel entonces, el danzón, el filin y el bolero cubano se encargaban de marcar los ritmos en los clubes tradicionales y en los sitios de tertulia del Cesar, mientras que el folclor debía resignar su eco a las zonas rurales y a este cafetín genuino y vistoso.
Allí, todos los días después de las 5:00 p.m., se ponían cita algunos artistas y líderes comunitarios a debatir sobre el futuro político del país, y cuatro horas más tarde personajes como Lorenzo Morales, Emiliano Zuleta y Rafael Escalona relataban sus vivencias cotidianas.
Aquellas jornadas, condimentadas con riqueza léxica y bañadas por licores de la región, no podían terminar en algo que no fuera una gran parranda vallenata y en ellas participaba Hugues Martínez, padre de José Darío (Chabuco) Martínez Acosta y directo responsable de que este joven, casi por impulso, hubiera optado por la interpretación de muchos de los clásicos que escuchaba desde siempre.
Nido de amor, de Octavio Daza; La casa, de Carlos Huertas; Así fue mi querer, de Gustavo Gutiérrez Cabello, y A un colega, de Emiliano Zuleta Díaz, fueron algunas de las piezas entrañables del folclor vallenato que Chabuco recopiló en lo que fue su tercer registro titulado Clásicos Café La Bolsa, en el que lo acompañaron Kike Purizaga en los teclados, Diego Valdés en el bajo, Horacio el Negro Hernández en la batería y Dayhan Díaz en la trompeta. En este álbum dejó por fuera el acordeón, pero jamás se olvidó de su esencia.
“Este formato con el que interpreté en el disco Clásicos Café La Bolsa la música que me ha acompañado durante toda la vida creo que le dio un puesto bonito al vallenato y me parece que eso ayudó para que se entendiera mejor el folclor por fuera de la geografía nacional”, comenta Chabuco, quien desde 1998 y por casi cuatro años fue el vocalista del grupo Los Pelaos y después hizo pareja artística con el acordeonero Nicolás de los Ríos.
Como solista, este artista ha querido impulsar las historias de su tierra, pero innovando en la forma de presentarlas y apartándose del sonido potente del acordeón con el que se relaciona al vallenato.
Su primer registro, Morirme de amor (2002), fue un anzuelo que el público empezó a masticar y degustar. En su segundo disco, Nació mi poesía (2008), interpretó su legado con el respaldo de un piano. En su tercer trabajo, Clásicos Café La Bolsa (2010), amplió la estructura para intentar que el vallenato participara en los festivales de jazz y de música étnica en todos los rincones del mundo. De ahí que este álbum sea tan importante para Chabuco y él lo desglose de manera especial.
“Valledupar está entre la Serranía del Perijá y la Sierra Nevada de Santa Marta y allí fluye magia. Es una tierra de mucha pasión, por eso brota tanta gente campesina que le gusta contar su cotidianidad y yo pensé que sería lindo que el mundo entero se convirtiera en cómplice de esa tradición”, dice Chabuco, quien además se confiesa seguidor de Pablo Milanés y de los demás integrantes de la nueva trova cubana, pero también, y gracias a su hermano pintor, disfruta del soul y del rock.
Después del éxito de Clásicos Café La Bosa, José Darío Martínez se reinventó y publicó De idas y vueltas (2013), que sirvió como antesala para su quinto lanzamiento, Encuentro, que fue grabado en vivo en el Teatro ABC en Bogotá, el 26 de marzo de 2019, y del que se conoce ya el sencillo “El cantor de Fonseca”. En el compromiso del artista de llevar el vallenato hasta entablar el diálogo con manifestaciones foráneas como flamenco, bossa nova y jazz, contó con las colaboraciones de Alejandro Sanz y Vicente García, entre otros.
“Creo que mis trabajos musicales han sido el puente más importante para generar encuentros desde mi folclor con ritmos del mundo. Lo que pasa es que yo siempre he querido que el vallenato esté dentro de lo que se conoce como World music”, cuenta Chabuco, quien le quiere dar más millas al género y se postula como una suerte de pasaporte para que el folclor siga rompiendo fronteras.
Chabuco en Bogotá. Teatro ABC (calle 104 n.° 17-22). Mayo 9 a partir de las 8:30 p.m. Información y boletería: www.tuboleta.com