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¿Cómo fue el proceso creativo de su nuevo álbum “Chabuco a tres pianos”?
Este es un álbum que tenía entre pecho y espada. Tuve la oportunidad de trabajar con Iván Lewis en Madrid, España... hicimos seis conciertos, y luego viajé a La Habana para encontrarme con Cucurucho Valdés, con quien grabé el álbum Chabuco en La Habana, que fue nominado al Latin Grammy tres veces, y Álex Pastrana también ha trabajado conmigo, lo considero mi hermano. A cada uno le quise dar el color de las canciones que creía que se parecían a ellos.
¿Cuál es el sonido de este disco?
Este tiene el difícil arte de la sencillez. Es pasional, sentido, y así lo quería hacer. Siento que los discos se parecen a los artistas y los momentos que están viviendo cuando los hacen, así que quise aprovechar esta ocasión para desnudarme interiormente... Fue difícil, porque la gente cree que tocar piano y cantar es algo sencillo, pero encontrar la unión y la armonía entre el pianista y tú es todo un reto. Estoy muy contento porque la magia de Chabuco a tres pianos es que cada uno de sus pianistas tiene un color distinto.
¿Cómo fue trabajar con Iván Melón Lewis, “Cucurucho” Valdés y Álex Pastrana?
Primero que todo, juntarnos fue muy difícil, así que fui afortunado de tener la oportunidad de hacerlo. No me gusta hacer los discos a distancia, prefiero que estemos juntos en un mismo espacio para trabajar juntos. Hay una unión increíble, siempre hago los discos con gente que admiro, y fuera de todos los matices que dibujan cada proyecto musical, aquí no hay egos, solo pasión por lo que hago. Creo que los artistas tenemos la obligación constante de estar creando, y me paso la vida tratando de inventarme mis propios cuentos por medio de mi música.
Hablemos de las letras y las composiciones, ¿qué lo inspiró a escribir las canciones del disco?
No escribo por encargo, escribo inspirado en lo que estoy viviendo. En este caso, todo lo que se escucha en Chabuco a tres pianos es el momento en el que estoy ahora, estoy en un año complejo, melancólico, y por eso para este álbum no quería tantos instrumentos, sino más bien estar más solo, que es como me siento en estos días. Tengo canciones de amores, de esperanza, de fortaleza, melancolía, etc.
¿Por qué decidió darle un sonido tan único al vallenato?
Mi música viene de mi padre, porque él fue quien le dio al vallenato el color del bolero, porque le encantaba. Creo que en medio de mi infancia se creó en mí esa mezcolanza de escucharlos a ellos parrandear en los patios en medio de Emiliano Zuleta y Leandro Díaz, pero a la vez escuchar a Los Panchos, Pablo Milanés, Rubén Blades... Eso creó en mí la inquietud, las ganas de nutrirme de tantos artistas y que ellos también pudieran nutrirse de mí. Los artistas tenemos la función de siempre estar creando, y no quería hacer lo mismo con el vallenato tradicional, quería que las canciones de nuestros juglares, de nuestros compositores como Gustavo Gutiérrez, Carlos Huertas, etc, se vistieran un poco con la música con la que crecí.
¿Qué piensa del acordeón en la música vallenata?
Me ha pasado que me preguntan mucho por el acordeón, y es obvio porque en Colombia lo tenemos muy sembrado, pero para mí, más allá del instrumento, la letra vallenata es esencial. Lo más difícil para uno como artista es encontrar un camino propio, no desmerito para nada mi folclor porque es mi base, pero no lo quería hacer igual a los demás, sino ponerle mi toque, y creo que eso es lo que me está dando la satisfacción de que la gente pueda decirme: “Ahora entiendo más la letra de la canción” o “se siente de otra forma”, todo esto sin perder la voz campesina, la voz colombiana.