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El arpa, el cuatro, las maracas y la bandola, instrumentos típicos del joropo, música de la región de los Llanos que comparten Colombia y Venezuela, le abren espacio hoy a la electrónica selvática, un concepto en el que incursiona la banda Cimarrón en su afán de reinventar los sonidos tradicionales. (Le puede interesar: Cimarrón y su joropo desbocado)
La agrupación colombiana, que creó en 1986 el arpista Carlos "Cuco" Rojas, experimenta desde su inicio con el joropo tradicional y los sonidos afroindígenas latinoamericanos, que le ha permitido ser incluida en el género "world music", en el que se integra lo folclórico, popular y étnico. (Lea también: El grupo colombiano Cimarrón triunfa en los Independent Music Awards)
Rojas, quien hizo parte en 1982 de la delegación de músicos colombianos que acompañó en Estocolmo al escritor Gabriel García Márquez durante la entrega del Premio Nobel de Literatura, busca ahora convertir obras instrumentales en piezas improvisatorias al mejor estilo del jazz.
"Hemos hecho que la puesta en escena esté hilada, que los conciertos no sean solamente una sucesión de canciones sino que cuenten un poco la historia de nuestra tierra y que hablen de nuestras ancestralidades", dijo el arpista en entrevista con Efe.
Sin embargo, el camino hacia la "modernización" del joropo no ha sido fácil.
Cuando Cimarrón introdujo el cajón, un instrumento de percusión de origen peruano que se ha popularizado gracias al nuevo flamenco y la música afrolatina, los "satanizaron".
Luego, al incluir al zapateador como parte de la sonoridad del joropo fue mal visto e, incluso, algunos lo consideraron "una afrenta a la danza llanera", comentó la voz líder de la agrupación, Ana Veydó.
Pero, lejos de dejar de lado su intención de crear una música diferente, Cimarrón encontró en la perseverancia su estado natural.
"Con los años entendimos que el que quiere proponer, evolucionar y mantenerse vigente en la música tradicional tiene que estar permanentemente construyendo, replanteándose y reinventándose", dijo Rojas.
Así lo ha querido demostrar Cimarrón con Orinoco, su más reciente trabajo discográfico y el primero hecho en Colombia después del éxito de sus dos discos grabados para el sello estadounidense Smithsonian Folkways.
Con estos, obtuvieron la única nominación en la historia de los Grammy anglo para la música tradicional colombiana en 2005 y el primer triunfo del joropo en los Independent Music Awards de Nueva York en 2012.
En este nuevo disco, que cuenta con 13 temas, Cimarrón le apuesta a una producción que va desde lo acústico hasta lo electrónico.
De hecho, el tema principal de Orinoco, Tonada de la palomita, es un canto de ordeño acompañado por un instrumento indígena de la región llanera, el cacho e' venao, de la etnia sikuani, con un toque de música electrónica.
El video de esta canción fue filmado en la cima de los Cerros de Mavecure, en el selvático departamento de Guainía (este), y dirigido por el cineasta francés Jeremiah Derathe, quien ha trabajado con bandas como The Do, Of Monsters and Men, Tinariwen y Ballaké Sissoko.
También, presentan una fresca versión de Caballo Viejo, original del cantautor venezolano Simón Díaz, que fue destacada por la revista Billboard como el "regreso del 'Bamboleo' de los Gipsy Kings a sus verdaderas raíces".
Estas innovaciones buscan "ser consecuentes con el proceso de constante evolución en el que está la música llanera, mediante la adición de elementos", manifestó Rojas.
Además, en la gira promocional, que llevará al grupo a 15 ciudades de Estados Unidos, así como a China, India, Argelia y Líbano, una vez más intentarán mostrar la diversidad y carácter de los colombianos que, irónicamente, saben poco de los logros de Cimarrón, que se presentará por primera vez en Villavicencio, considerada la capital de los Llanos, a finales de este mes de junio.
Y es que, para el grupo, está claro que al llevar la bandera musical colombiana al exterior lo primero es "hacer entender que la gente de este país se divierte y también tiene contrastes, como en las letras de las canciones, que van de la alegría y la fiesta, a la melancolía y la nostalgia por la pérdida o ausencia de un amor", explicó el arpista.
Por ello, en cada uno de los 550 conciertos que han dado hasta la fecha en 32 países y en los que están próximos a ofrecer, Cimarrón se enfoca en transmitir al espectador lo que para los integrantes del grupo es el joropo.
"Es una música que hace parte de nuestra identidad, que tiene fuerza, y que refleja en todo momento y lugar el sentir y la expresividad que hace único del colombiano", puntualizó Veydó.