Con hardcore se iluminó el primer día de Rock al Parque 2022
Un cartel del género 100% latinoamericano invocó en el Lago Radiónica un tipo de frenesí diferente.
Pedro Bernal
Cargando con la energía reprimida de más de tres años sin realizar sus ritos, una multitud de amantes de la música extrema se congregó en el Simón Bolívar para rendir culto a un cartel glorioso. Los asistentes al primer día de Rock al Parque 2022 estuvieron siempre eligiendo entre tres altares a la distorsión, y mientras los más grandes los llenaban bandas con elaboradas puestas en escena y épicas propuestas conceptuales, el más pequeño, el Lago Tarima Radiónica, se prestó para un sacramento más, sencillo, luminoso y vital.
El hardcore no comparte el ethos del black metal, ni del doom, ni del death. En comparación, puede parecer brutalmente sobrio, alguien acostumbrado a la teatralidad con la que bandas como Batushka comandan a su público puede encontrar la franqueza de un acto como el de Billy the Kid un poco más plana.
(Continúe leyendo: Regresó Rock al Parque, luego de más de tres años de ausencia)
De la misma forma, alguien acostumbrado a estar en perpetua pose de combate para corear los rugidos de Ursus puede encontrar el brutal optimismo de la banda N.O.F.E. algo cursi. Los aficionados al metal abiertamente se reconocen sectarios, y aunque parchen en total armonía se ven llamados al festival por convicciones distintas, sin embargo, no deja de ser llamativo, que la convocatoria al respeto por la diversidad se erija como un mandamiento entre todos los amantes del rock.
“Cuando empezamos en esto hablábamos de amistad, de apoyo, de lealtad, ¡Esas cosas que ahora llaman cliché!”, gritó a su público Andrés Montoya, cantante de la experimentada agrupación de hardcore paisa Control HC. La chaqueta con la que salió al escenario leía “Caer, crecer, creer” y la camiseta que traía debajo, Fortaleza, honrando a la histórica banda de la escena hardcore de Bogotá.
Lo cierto es que con un cartel cien por ciento latinoamericano, el escenario Lago Radiónica se convirtió este sábado, durante siete horas, en una caldera hirviente de lodo y sudor, se sacrificaron cientos en el pogo para honrar la vida, rendir culto al respeto e invocar el poder para hacer cambios positivos en la sociedad. Poco hubo de cursi en el torbellino de carne que arrasó esta tarima.
(Le puede interesar: Rock Al Parque 2022: Masacre, Crypta y Frantic Amber hicieron vibrar a Bogotá)
La parte del pogo es clave, porque es ahí dónde brota una contradicción para que todos la veamos. Juan Fernando Álvarez, de Nepentes, lo dejó claro del lado teórico cuando dijo que “el primer paso es aceptar que somos violentos”, y Deninzon Herrera de N.O.F.E. lo dejó también claro del lado práctico cuando gritó: “¡Vean ese Sol tan hermoso!” segundos antes de que con su banda obligara al pogo a estallar en puños y patadas.
Ese fue apenas uno de los ritos que se vivieron el sábado en el escenario Lago Radiónica, dónde se vio todo el repertorio, desde el circle pit y el wall of death hasta ese circle pit que en realidad son dos círculos de personas yendo en direcciones contrarias colisionando los unos con los otros.
Los veteranos del pit de hardcore, descamisados y con reservas infinitas de energía, mantuvieron siempre la calma y el frente del escenario al borde de la ebullición, desde que se montó el primer acto del día, la agrupación tolimense Destroy, hasta que cerró Billy the Kid, con sus héroes costarricenses del hardcore.
(Sígale la pista: En Fotos: El Festival de Rock al Parque renace como el Ave Fénix)
“Hay solidaridad y hay hermandad en el hardcore como en ningún otro género”, proclamó orgulloso Eddy Gamboa, cantante de Billy the Kid, ante su público. Afirma que se sienten en casa en Bogotá, sabiendo que siempre tendrán quien les abra las puertas y les de posada. Gamboa también profesa abiertamente un estilo de vida straight edge, es decir libre de drogas, alcohol y tabaco, que nace como renuncia a los excesos que por décadas se proliferaron en las escenas del hardcore y del punk.
La acogida de la vida straight edge es otro de los encuentros inesperados que el observador externo podrá tener con el hardcore, y con lo que ocurrió en el escenario Lago Radiónica en general. Quien no esté familiarizado con la taxonomía de la música extrema podrá asumir que es violenta, oscura y excesiva, sin jamás darse cuenta de que también alberga un enorme repositorio de resiliencia, optimismo y luz.
Y así, las bandas que representaron este subgénero en el anticipado regreso de Rock al Parque se manifestaron en contra del machismo, el matoneo y la corrupción, buscando empoderar a sus asistentes y elevar las llamas del pogo con frases al estilo de: “Siempre tienen que decir que no a quienes les digan que no pueden lograr algo”, cortesía de Carlos Trujillo, de la agrupación mexicana Pressive.
No todo fue oscuro en el primer día de Rock al Parque 2022. No hubo lluvia, salió el Sol y quienes pasaron la tarde en el escenario Lago Radiónica, tal vez, con uno que otro morado, salieron de allí llenos de ganas de vivir e impregnados de la gracia del hardcore.
Cargando con la energía reprimida de más de tres años sin realizar sus ritos, una multitud de amantes de la música extrema se congregó en el Simón Bolívar para rendir culto a un cartel glorioso. Los asistentes al primer día de Rock al Parque 2022 estuvieron siempre eligiendo entre tres altares a la distorsión, y mientras los más grandes los llenaban bandas con elaboradas puestas en escena y épicas propuestas conceptuales, el más pequeño, el Lago Tarima Radiónica, se prestó para un sacramento más, sencillo, luminoso y vital.
El hardcore no comparte el ethos del black metal, ni del doom, ni del death. En comparación, puede parecer brutalmente sobrio, alguien acostumbrado a la teatralidad con la que bandas como Batushka comandan a su público puede encontrar la franqueza de un acto como el de Billy the Kid un poco más plana.
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De la misma forma, alguien acostumbrado a estar en perpetua pose de combate para corear los rugidos de Ursus puede encontrar el brutal optimismo de la banda N.O.F.E. algo cursi. Los aficionados al metal abiertamente se reconocen sectarios, y aunque parchen en total armonía se ven llamados al festival por convicciones distintas, sin embargo, no deja de ser llamativo, que la convocatoria al respeto por la diversidad se erija como un mandamiento entre todos los amantes del rock.
“Cuando empezamos en esto hablábamos de amistad, de apoyo, de lealtad, ¡Esas cosas que ahora llaman cliché!”, gritó a su público Andrés Montoya, cantante de la experimentada agrupación de hardcore paisa Control HC. La chaqueta con la que salió al escenario leía “Caer, crecer, creer” y la camiseta que traía debajo, Fortaleza, honrando a la histórica banda de la escena hardcore de Bogotá.
Lo cierto es que con un cartel cien por ciento latinoamericano, el escenario Lago Radiónica se convirtió este sábado, durante siete horas, en una caldera hirviente de lodo y sudor, se sacrificaron cientos en el pogo para honrar la vida, rendir culto al respeto e invocar el poder para hacer cambios positivos en la sociedad. Poco hubo de cursi en el torbellino de carne que arrasó esta tarima.
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La parte del pogo es clave, porque es ahí dónde brota una contradicción para que todos la veamos. Juan Fernando Álvarez, de Nepentes, lo dejó claro del lado teórico cuando dijo que “el primer paso es aceptar que somos violentos”, y Deninzon Herrera de N.O.F.E. lo dejó también claro del lado práctico cuando gritó: “¡Vean ese Sol tan hermoso!” segundos antes de que con su banda obligara al pogo a estallar en puños y patadas.
Ese fue apenas uno de los ritos que se vivieron el sábado en el escenario Lago Radiónica, dónde se vio todo el repertorio, desde el circle pit y el wall of death hasta ese circle pit que en realidad son dos círculos de personas yendo en direcciones contrarias colisionando los unos con los otros.
Los veteranos del pit de hardcore, descamisados y con reservas infinitas de energía, mantuvieron siempre la calma y el frente del escenario al borde de la ebullición, desde que se montó el primer acto del día, la agrupación tolimense Destroy, hasta que cerró Billy the Kid, con sus héroes costarricenses del hardcore.
(Sígale la pista: En Fotos: El Festival de Rock al Parque renace como el Ave Fénix)
“Hay solidaridad y hay hermandad en el hardcore como en ningún otro género”, proclamó orgulloso Eddy Gamboa, cantante de Billy the Kid, ante su público. Afirma que se sienten en casa en Bogotá, sabiendo que siempre tendrán quien les abra las puertas y les de posada. Gamboa también profesa abiertamente un estilo de vida straight edge, es decir libre de drogas, alcohol y tabaco, que nace como renuncia a los excesos que por décadas se proliferaron en las escenas del hardcore y del punk.
La acogida de la vida straight edge es otro de los encuentros inesperados que el observador externo podrá tener con el hardcore, y con lo que ocurrió en el escenario Lago Radiónica en general. Quien no esté familiarizado con la taxonomía de la música extrema podrá asumir que es violenta, oscura y excesiva, sin jamás darse cuenta de que también alberga un enorme repositorio de resiliencia, optimismo y luz.
Y así, las bandas que representaron este subgénero en el anticipado regreso de Rock al Parque se manifestaron en contra del machismo, el matoneo y la corrupción, buscando empoderar a sus asistentes y elevar las llamas del pogo con frases al estilo de: “Siempre tienen que decir que no a quienes les digan que no pueden lograr algo”, cortesía de Carlos Trujillo, de la agrupación mexicana Pressive.
No todo fue oscuro en el primer día de Rock al Parque 2022. No hubo lluvia, salió el Sol y quienes pasaron la tarde en el escenario Lago Radiónica, tal vez, con uno que otro morado, salieron de allí llenos de ganas de vivir e impregnados de la gracia del hardcore.