Congreso de bullerengueros acordó hoja de ruta en Necoclí
Hacedores de esta danza ancestral provenientes de nueve municipios de Antioquia, Córdoba y Bolívar, y de cuatro capitales trabajarán por la inclusión de la misma en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la nación.
Valeskha De La Hoz*
El Urabá Antioqueño fue el lugar escogido para reunir, por primera vez en Congreso, a bullerengueros de todo el país. Aunque la costumbre es encontrarse a festivalear en María La Baja, Puerto Escondido o Necoclí, esta vez, este último municipio fue el punto de encuentro para dialogar sobre el bullerengue como practica ancestral y las amenazas a las que se enfrenta hoy en día.
Benjamín Díaz, gestor del Festival de Bullerengue de Necoclí, y David Caraballo, cofundador del Festival de María La Baja, convocaron a más de treinta ‘amantes del bullerengue’. Al presentarse, además de las carreras profesionales que ejercen, entre las que estaban abogacía, docencia, politología, escritura y gestión cultural, resaltaron aquello que los une de manera directa con el bullerengue ancestral.
Fue un encuentro de cantadores, tamboreros, primeras bailadoras de bullerengue en sus municipios, mejores bailadoras de algunos festivales, nietos y nietas de matronas cantadoras y primeros tamboreros, todos con algo en común: ser defensores acérrimos de su tradición bullerenguera.
El alcalde de Necoclí, cercano a temas culturales y quien además apoyo la financiación del congreso, les dio la bienvenida a representantes de María La Baja, Puerto Escondido, Cienága de Oro (Córdoba), Arboletes, Apartadó, Turbo, Chigorodó, San Juan de Urabá (Antioquia), Mahates (Bolívar), Montería, Barranquilla, Cartagena y Bucaramanga. Desde el inicio, el propósito fue dejar una ruta trazada para lograr la inclusión del bullerengue en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural e Inmaterial de la nación, LRPCI, y deliberar sobre el futuro del mismo.
Pero cómo pensar en el futuro del bullerengue sin antes llegar a un consenso de lo que es en sí. Ha sido catalogado como danza, como rito y algunas veces como baile cantao’. Edwin Flóres, docente y gestor cultural de Puerto Escondido, fue quien plantó la inquietud frente a este tema y otros, como los colores y formas de los vestuarios que se están usando, que no siguen la tradición y la ejecución correcta de los instrumentos.
Después de coincidir en describir el bullerengue como un baile cantado, otras preguntas, a las que se les fueron dando resspuestas en conjunto, saltaron al debate. Una de ellas fue si la debilitación del bullerengue como manifestación se debe a la exclusión del mismo por ser precisamente un baile cantado. Edwin Valdés, exdirector del Festival de Tambores de Palenque, anotó la importancia de identificar amenazas externas como esas, pero también las internas, como la deformación de la manifestación por parte de quienes la ejecutan sin tener pleno conocimiento, y la falta de relevo generacional.
El relevo generacional, un término utilizado frecuentemente en el mundo empresarial, en el caso de la cultura serviría para describir el proceso de traspaso de saberes por parte de ancestros de una comunidad hacía las nuevas generaciones. Proceso que no se está llevando a cabo de la manera correcta dentro de la comunidad bullerenguera.
Muestra de esto son los comentarios de inconformidad que señalan “que no están bailando como se debe”, “no están tocando el tambor como debe ser”, “no están respetando los roles del hombre y la mujer en la danza” etc. Karen Palencia, instructora de la Casa de Culturas de Chigorodó, Antioquia, señaló que una posible solución a largo plazo a esta situación son las cátedras sobre bullerengue que pueden ser impartidas a nivel municipal o de barrio con apoyo de las casas de cultura.
Los asistentes también reconocieron que incluso entre municipios originalmente bulleregueros, hay diferencias en cuanto a la ejecución de los instrumentos, del baile y de los vestuarios y accesorios que se utilizan. Para hacer un reconocimiento de las mismas, se reunieron en mesas de trabajo divididas por zonas (Urabá, Bolívar y Córdoba). Con el Inventario del Patrimonio Cultural hecho en María La Baja en 2019 por MinCultura, Icultura, MUHCA y la Gobernación de Bolívar, como guía, conversaron sobre su manifestación en torno a la descripción y origen de la manifestación, periodicidad de la misma, transformaciones, transmisiones, relevancia, campo-lengua y tradición oral, actores, riesgos y amenazas y salvaguardia.
De ese espacio surgieron consensos sobre los instrumentos, que tradicionalmente son tambor macho, tambor hembra, totumas/guache y las tablitas que aunque no son tradicionales fueron incluidas para amplificar el sonido de las palmas, por el mismo Benjamín Díaz, sobre todo para presentaciones en escenarios grandes. También nacieron ideas, en especial por parte del grupo de Bolívar, que pensaron a mediano plazo en un circuito nacional de los tres festivales de bullerengue y en la creación de un gran evento en Bogotá, Medellín y otras capitales.
Los artistas hicieron arte. Hubo espacio para la poesía, por parte de Fernando Ñungo, quien recitó y dramatizó varios de sus poemas del libro ‘Afrourabá’ y hubo bullerengue. Temas como ‘Carambantua’, ‘Viejos tiempos’ y ‘Así Así’ sonaron en las voces de Freddy Suárez y Rebeca Argel, con la compañía de varios tamboreros que se encontraban dentro del grupo.
El propósito del evento se cumplió. Los asistente lograron expresar sus ‘sentimientos, opiniones y inconformidades’ con todo lo que actualmente rodea al bullerengue, pero además, con el documento resultante de las mesas de trabajo, lograron empezar el gran camino que los llevará a incluir el bullerengue en la Lista y protegerlo de las amenazas que ellos mismos identificaron durante los dos primeros días.
Wendy Pérez, asesora de MinCultura en procesos de políticas públicas dirigidas al ámbito cultural, revisó los avances del equipo y les dio indicaciones para redactar la información técnica de las manifestaciones (Bullerengue, Son de negro y Sexteto) y la carta de postulación para la LRPCI. Wendy acompañará este proceso en específico y revisará los documentos finales en el próximo encuentro de bullerengueros, que se planea será en Cartagena.
Este primer encuentro de gestores y ‘dolientes’ de la causa bullerenguera, dejó como resultado la conformación de la Fundación Afrocolombiana de Bullerengue y Bailes Cantaos (FABUBAC). Benjamín Díaz será presidente (y representante legal) y Otto Medina, vicepresidente. La junta directiva quedó conformada por Edwin Flórez, de Puerto Escondido, Córdoba; Karen Palencia, de Chigorodó, Antioquia; Marino Sánchez, de San Juan de Urabá Antioquia; Jhon Jairo Romaña, de Turbo, Edwin Valdés, de Palenque (Mahates, Bolívar), y se definieron comités de comunicación, investigación, tesorería, entre otros.
A través de estos comités, la fundación no sólo trabajará por el objetivo de la inclusión en la Lista, sino a largo plazo con objetivos como conseguir recursos para los festivales de los municipios bullerengueros, entre ellos el de Necoclí, que ya pronto recibe a cientos de bullerengueros, como es tradición, en el mes de octubre.
*De la Fundación Color de Colombia.
El Urabá Antioqueño fue el lugar escogido para reunir, por primera vez en Congreso, a bullerengueros de todo el país. Aunque la costumbre es encontrarse a festivalear en María La Baja, Puerto Escondido o Necoclí, esta vez, este último municipio fue el punto de encuentro para dialogar sobre el bullerengue como practica ancestral y las amenazas a las que se enfrenta hoy en día.
Benjamín Díaz, gestor del Festival de Bullerengue de Necoclí, y David Caraballo, cofundador del Festival de María La Baja, convocaron a más de treinta ‘amantes del bullerengue’. Al presentarse, además de las carreras profesionales que ejercen, entre las que estaban abogacía, docencia, politología, escritura y gestión cultural, resaltaron aquello que los une de manera directa con el bullerengue ancestral.
Fue un encuentro de cantadores, tamboreros, primeras bailadoras de bullerengue en sus municipios, mejores bailadoras de algunos festivales, nietos y nietas de matronas cantadoras y primeros tamboreros, todos con algo en común: ser defensores acérrimos de su tradición bullerenguera.
El alcalde de Necoclí, cercano a temas culturales y quien además apoyo la financiación del congreso, les dio la bienvenida a representantes de María La Baja, Puerto Escondido, Cienága de Oro (Córdoba), Arboletes, Apartadó, Turbo, Chigorodó, San Juan de Urabá (Antioquia), Mahates (Bolívar), Montería, Barranquilla, Cartagena y Bucaramanga. Desde el inicio, el propósito fue dejar una ruta trazada para lograr la inclusión del bullerengue en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural e Inmaterial de la nación, LRPCI, y deliberar sobre el futuro del mismo.
Pero cómo pensar en el futuro del bullerengue sin antes llegar a un consenso de lo que es en sí. Ha sido catalogado como danza, como rito y algunas veces como baile cantao’. Edwin Flóres, docente y gestor cultural de Puerto Escondido, fue quien plantó la inquietud frente a este tema y otros, como los colores y formas de los vestuarios que se están usando, que no siguen la tradición y la ejecución correcta de los instrumentos.
Después de coincidir en describir el bullerengue como un baile cantado, otras preguntas, a las que se les fueron dando resspuestas en conjunto, saltaron al debate. Una de ellas fue si la debilitación del bullerengue como manifestación se debe a la exclusión del mismo por ser precisamente un baile cantado. Edwin Valdés, exdirector del Festival de Tambores de Palenque, anotó la importancia de identificar amenazas externas como esas, pero también las internas, como la deformación de la manifestación por parte de quienes la ejecutan sin tener pleno conocimiento, y la falta de relevo generacional.
El relevo generacional, un término utilizado frecuentemente en el mundo empresarial, en el caso de la cultura serviría para describir el proceso de traspaso de saberes por parte de ancestros de una comunidad hacía las nuevas generaciones. Proceso que no se está llevando a cabo de la manera correcta dentro de la comunidad bullerenguera.
Muestra de esto son los comentarios de inconformidad que señalan “que no están bailando como se debe”, “no están tocando el tambor como debe ser”, “no están respetando los roles del hombre y la mujer en la danza” etc. Karen Palencia, instructora de la Casa de Culturas de Chigorodó, Antioquia, señaló que una posible solución a largo plazo a esta situación son las cátedras sobre bullerengue que pueden ser impartidas a nivel municipal o de barrio con apoyo de las casas de cultura.
Los asistentes también reconocieron que incluso entre municipios originalmente bulleregueros, hay diferencias en cuanto a la ejecución de los instrumentos, del baile y de los vestuarios y accesorios que se utilizan. Para hacer un reconocimiento de las mismas, se reunieron en mesas de trabajo divididas por zonas (Urabá, Bolívar y Córdoba). Con el Inventario del Patrimonio Cultural hecho en María La Baja en 2019 por MinCultura, Icultura, MUHCA y la Gobernación de Bolívar, como guía, conversaron sobre su manifestación en torno a la descripción y origen de la manifestación, periodicidad de la misma, transformaciones, transmisiones, relevancia, campo-lengua y tradición oral, actores, riesgos y amenazas y salvaguardia.
De ese espacio surgieron consensos sobre los instrumentos, que tradicionalmente son tambor macho, tambor hembra, totumas/guache y las tablitas que aunque no son tradicionales fueron incluidas para amplificar el sonido de las palmas, por el mismo Benjamín Díaz, sobre todo para presentaciones en escenarios grandes. También nacieron ideas, en especial por parte del grupo de Bolívar, que pensaron a mediano plazo en un circuito nacional de los tres festivales de bullerengue y en la creación de un gran evento en Bogotá, Medellín y otras capitales.
Los artistas hicieron arte. Hubo espacio para la poesía, por parte de Fernando Ñungo, quien recitó y dramatizó varios de sus poemas del libro ‘Afrourabá’ y hubo bullerengue. Temas como ‘Carambantua’, ‘Viejos tiempos’ y ‘Así Así’ sonaron en las voces de Freddy Suárez y Rebeca Argel, con la compañía de varios tamboreros que se encontraban dentro del grupo.
El propósito del evento se cumplió. Los asistente lograron expresar sus ‘sentimientos, opiniones y inconformidades’ con todo lo que actualmente rodea al bullerengue, pero además, con el documento resultante de las mesas de trabajo, lograron empezar el gran camino que los llevará a incluir el bullerengue en la Lista y protegerlo de las amenazas que ellos mismos identificaron durante los dos primeros días.
Wendy Pérez, asesora de MinCultura en procesos de políticas públicas dirigidas al ámbito cultural, revisó los avances del equipo y les dio indicaciones para redactar la información técnica de las manifestaciones (Bullerengue, Son de negro y Sexteto) y la carta de postulación para la LRPCI. Wendy acompañará este proceso en específico y revisará los documentos finales en el próximo encuentro de bullerengueros, que se planea será en Cartagena.
Este primer encuentro de gestores y ‘dolientes’ de la causa bullerenguera, dejó como resultado la conformación de la Fundación Afrocolombiana de Bullerengue y Bailes Cantaos (FABUBAC). Benjamín Díaz será presidente (y representante legal) y Otto Medina, vicepresidente. La junta directiva quedó conformada por Edwin Flórez, de Puerto Escondido, Córdoba; Karen Palencia, de Chigorodó, Antioquia; Marino Sánchez, de San Juan de Urabá Antioquia; Jhon Jairo Romaña, de Turbo, Edwin Valdés, de Palenque (Mahates, Bolívar), y se definieron comités de comunicación, investigación, tesorería, entre otros.
A través de estos comités, la fundación no sólo trabajará por el objetivo de la inclusión en la Lista, sino a largo plazo con objetivos como conseguir recursos para los festivales de los municipios bullerengueros, entre ellos el de Necoclí, que ya pronto recibe a cientos de bullerengueros, como es tradición, en el mes de octubre.
*De la Fundación Color de Colombia.