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Hace 11 años surgió en un aula universitaria de Bogotá el proyecto musical de Mad Tree. Una banda de rock nacional conformada por Nicolás Gutiérrez, como baterista, y Sebastián Izáciga, como cantante y guitarrista.
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La agrupación comenta que hace uso de simbologías detrás de cada una de sus canciones, donde abordan temáticas de la condición humana como sus relaciones con el entorno y la constante reflexión sobre sí mismos. Cuentan con tres álbumes de estudio: “Centésimo humano” (2016), “Éter” (2019) y “Así hablan los pájaros” (2023), y han pasado por escenarios como Rock al Parque y Vive Latino México 2019.
Esta noche, Mad Tree se presentará en el Royal Center de Bogotá, y serán los encargados de preparar al público para dar inicio al concierto de Slash en medio de su gira “The River is Rising”. Sebastián Izáciga habló para El Espectador sobre este proyecto y las influencias del guitarrista de los Guns’ and Roses en su sonoridad.
¿Cómo surge Mad Tree?
Nosotros fundamos el proyecto en 2013. Lo creamos Nicolás, el baterista, y yo, que soy el cantante y guitarrista. Empezamos como una banda de amigos, haciendo música en la universidad. Después tuvimos un año de experimentación musical, trabajando en ensamble, y en 2015 nos lanzamos a hacer nuestro primer álbum. Se llama “Centésimo humano” y fue producido por nuestro colega Abel Delgado.
Eso fue como un momento de quiebre para nosotros, y decidimos que queríamos hacer de esta banda nuestro proyecto de vida. Al álbum le fue bien. Lo empezamos a escuchar en varias emisoras nacionales, como Radiónica y Radioactiva, y así empezamos a crear comunidad.
En 2017, empecé a componer el que fue nuestro segundo disco, “Éter”. Lo grabamos con el mismo ingeniero de sonido, pero lo mezclamos en Los Ángeles (Estados Unidos), con Gustavo Borner, el ingeniero que trabajó con Soda Stéreo. Logramos internacionalizar el proyecto a partir de esta producción que nos llevó a participar en Vive Latino México y en el Rock al Parque en Bogotá.
En otra entrevista había mencionado que ustedes tocan “música conceptual”, además de “encriptar mensajes” en sus canciones, ¿a qué se refiere con estas definiciones?
Más allá de hacer música, nos interesan los temas de introspección y reflexión como seres humanos. Somos personas sensibles y nos gusta, a través de lo que hacemos, transmitir nuestra percepción del mundo. Nos basamos en nuestras experiencias personales y en lo que sucede en nuestro contexto para escribir canciones.
Por ejemplo, en “Centésimo humano”, hablamos sobre cómo el individuo transita entre la luz y la oscuridad constantemente, oscilando como un péndulo. El orden de las canciones del álbum representa ese contraste.
En nuestras letras nos gusta incluir temas esotéricos que van encaminados hacia el autoconocimiento y la autorreflexión. Creemos que al abordarlos le generamos un tipo de curiosidad al oyente. Usamos la simbología entre líneas, y un ejemplo de esto es nuestra canción “Palíndromo” - una palabra o frase escrita que se lee igual de izquierda a derecha y viceversa –, donde hacemos una reflexión sobre si somos los mismos por dentro y por fuera.
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En “Éter” usamos como símbolo los cuatro elementos de la naturaleza – agua, tierra, fuego y aire – para enfocarnos en los rasgos de una persona: espíritu, cuerpo, mente y emociones.
¿De dónde surge su interés por el ser humano?
Considero que eso está relacionado por el tipo de personas que somos, de nuestra historia y de dónde venimos. Para mal o para bien, somos colombianos y nos enfrentamos constantemente a situaciones que nos hacen cuestionar las leyes y las normas de la vida misma.
Desde mi punto de vista, es importante que realizar un ejercicio de introspección y reflexión, porque sin eso no hay un desarrollo justo y equilibrado de la conciencia de la personalidad, en donde entran a conversar un sistema de valores como la compasión, la empatía, entre otros.
Más allá de la música y del reconocimiento, vemos este proyecto como un colectivo, donde trabajamos con varias personas y tratamos de dejar una huella positiva en el mundo.
Son los encargados de abrir el concierto de Slash esta noche, en Bogotá, ¿cómo se dio esta oportunidad y cómo se sienten de tenerla?
No hubo misticismo detrás del asunto. Se contactaron con nosotros y nos hicieron la oferta, a la que, evidentemente, respondimos que sí.
Sentimos que esta oportunidad fue como un mensaje de aliento que nos dice que estamos haciendo las cosas bien. No es un secreto que Slash es un símbolo del rock desde hace 40 años, y me atrevo a decir que todos los que somos guitarristas, en algún rincón de nuestro corazón adolescente, se encuentra un solo de él.
¿Hay alguna influencia de su música en la de Mad Tree?
Completamente. Admiramos la forma melódica con que compone sus solos. Para mí, fue uno de los primeros guitarristas que seguí y estudie, gracias a la influencia de mi hermano que también lo admiraba mucho.
¿Qué tienen preparado para el show?
Veníamos de hacer algunos conciertos en Medellín, así que estábamos, como dicen, en la jugada, preparados para hacer otro. Descansamos unos días y retomamos los ensayos con bastante disciplina y dedicación. Tenemos un equipo de trabajo más amplio, añadimos unos visuales y pulimos los detalles finales.
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Después del concierto, ¿qué más tiene preparado Mad Tree?
Empezamos bien el año y seguiremos con la difusión de nuestro último álbum: “Así hablan los pájaros”. Publicaremos próximamente una sesión que realizamos en el Teatro Mayor Julio Mario Santo Domingo durante la pandemia y tenemos planeados otros lanzamientos de sesiones que realizamos en vivo en los estudios del Berklee College of Music en España.