Daddy Yankee, rey perpetuo

El artista que popularizó el reguetón regresa a Colombia en el marco de “Con calma”, una gira en la que interpreta temas actuales y éxitos como “La gasolina” o “Lo que pasó, pasó”. Hoy ofrece concierto en el Movistar Arena de Bogotá

Sara Kapkin
03 de octubre de 2019 - 02:00 a. m.
  El éxto de Daddy Yankee reside en haber dado a conocer el reguetón  y la música urbana fuera del mercado latinoamericano. / Getty Images
El éxto de Daddy Yankee reside en haber dado a conocer el reguetón y la música urbana fuera del mercado latinoamericano. / Getty Images
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“Al principio yo era una copia exacta de Daddy Yankee (…) Cuando yo grababa como que me sentía orgulloso de que la gente escuchara que era como Yankee. Hasta que un día dije, wow, qué me pasó, o sea, Yankee solamente va a haber uno”, admitió J Balvin, en una entrevista para el documental Flow importado, ritmo pegado, hace un par de años.

Pero Balvin, que hoy por hoy es uno de los reguetoneros más sonados e influyentes del mundo, entendió rápidamente que para triunfar tenía que andar su propio camino, a su ritmo, porque como Daddy Yankee solo uno, él, The Big Boss, el dueño del negocio.

Porque Yankee, nacido Ramón Luis Ayala en San Juan (Puerto Rico), hace 42 años, estuvo ahí antes, incluso, de que el reguetón se llamará así. Es más, es a Yankee a quien se le atribuye el término, pues la evidencia lo sitúa como el primero en pronunciarlo, en un tema con DJ Playero en 1993. Es decir, casi 20 años antes de sonar por primera vez en una emisora colombiana.

Pero sobre todo porque ha sido él quien ha conseguido los mayores logros del género, los que le han ganado la popularidad de la que goza hoy a nivel mundial y que lo tienen retumbando casi en cada esquina de cada país convertido en el nuevo pop.

Este año, justamente, se cumplieron 15 años de la publicación de Barrio fino, el tercer álbum de estudio de Yankee y el más importante en la historia del reguetón hasta la fecha. El trabajo, que debutó en el número uno en la lista de los mejores álbumes latinos de Billboard el 31 de julio de 2004 —el primer álbum de reguetón en llegar a ese lugar— fue ganador, entre otras cosas, del Grammy Latino a mejor álbum urbano, del premio Billboard como álbum latino del año y del primer disco de oro del género por vender más de un millón de copias ese año. Después de tanto, Barrio fino acabó como el álbum latino más vendido de la década.

“Pude sentir el impacto que el reguetón estaba teniendo en las calles de Suramérica y Estados Unidos. Sabía que estábamos cerca de explotar. Entonces dije: ‘Ok, voy a ser yo quien lo haga’”, recordó Yankee en una entrevista para Billboard.

Desde entonces, el artista asumió la responsabilidad de llevar el reguetón a la cima del mainstream, y sí que lo ha hecho, a punta de hits, hasta convertirse en el artista latino más escuchado en Spotify, con más de 44,7 millones de oyentes mensuales, y posicionar Despacito, la canción en la que acompaña a Luis Fonsi, como el video más visto en la historia de Youtube, tras sumar más de 6.000 millones de visitas.

Entonces no es exagerado coronar a Daddy Yankee como el rey del reguetón. Justo a él, que creció escuchando y admirando al rey del pop, Michael Jackson, y que terminó siendo al reguetón lo que Jackson es al pop. Porque sobra evidencia para decir que fueron sus logros los que potenciaron el movimiento del reguetón de los márgenes al centro de la industria musical mundial.

Es que Yankee ha resultado ser un especialista en ampliar los límites, en trascenderlos: de Villa Kennedy a Puerto Rico, de la isla a Estados Unidos y de ahí al continente, y luego al mundo entero. Porque Yankee sí que entendió rápido cuál era el verdadero poder del reguetón.

Hasta entonces, la audiencia latina en Estados Unidos estaba compartimentada: los mexicanos por un lado, los puertorriqueños y los cubanos por otro, y así con los dominicanos y los de diferentes países suramericanos. Nada parecían tener en común más allá del idioma. Hasta que llegó Daddy Yankee con el reguetón.

“El éxito del reguetón se explica porque conecta por primera vez a la segunda y la tercera generación de hispanos que viven en Estados Unidos con sus orígenes, los de sus padres (…) el estilo urbano del hip hop representa el país donde viven y el ritmo caribeño sus raíces. El joven latino ya no tiene que optar entre su familia y la cultura pop estadounidense, entre la tradición y lo cool”, dice Fréderic Martel en su libro Cultura mainstream. Cómo nacen los fenómenos de masas. “El género se extiende luego de una región a otra, gracias a los millones de latinos que viven en Estados Unidos, revolucionando la cartografía tradicional de la música latina hasta entonces compartimentada en nichos”.

Yankee lo sabía y apostó todo por el reguetón. “Esta es la primera vez que tenemos un movimiento urbano real que habla por los latinos, que habla por todos”, dijo entonces.

Pero Yankee es sobre todo quien mejor personifica el espíritu del reguetón: la gloria del barrio. Allí se hizo, en el barrio, el caserío de Villa Kennedy en Santurce. Allí se ganó el respeto de la calle y aprendió sus códigos.

Pues él nació como unos más. Empezó repartiendo periódicos y empacando mercados. “De pequeño soñaba, como cualquier persona dentro del barrio, con tener éxito en la vida por cualquier tipo de camino, pero jamás imaginé que iba a ser en la música donde iba a encontrarlo”. Pero llegó a la música, aunque cojeando, después de sobrevivir a varios atentados, uno de los cuales le dejó una cojera permanente por dos disparos de AK-47, que casi acaban con su muslo izquierdo. La música lo hizo único.

DJ Playero, el primer productor que trabajó con Daddy Yankee, supo desde que lo vio que era un diamante, entonces sin pulir, “un guerrero, incansable, siempre está creando, innovando. Humilde. Siempre el mismo y siempre adelante ante la adversidad. Es perseverancia y las ganas de llevar este movimiento al fin del mundo”, asegura del hombre al que empezó a sacarle brillo.

Porque Daddy Yankee es pionero, es emblema, es influencia. Es pasado, presente y futuro. Es el rey perpetuo del reguetón. Sin él nada sería igual.

Por Sara Kapkin

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