Damas Gratis: rebeldía, ingenio y aguante a ritmo de cumbia
La agrupación argentina, liderada por Pablo Lescano, regresa este viernes a Bogotá. Será una fiesta en la que caben todos los estratos, cualquier habilidad de baile y todos los colores en el Chamorro City Hall.
Kevin Stiven Ramírez Quintero
Postrado en una cama ortopédica y con las dos piernas rotas tras un accidente en moto, en febrero del 2000, Pablo Lescano tomó su teclado para inventar, como Juan Román Riquelme. No podía caminar, mucho menos correr, pero él, como si fuera el gran último 10 del fútbol argentino, fue un volante de creación.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Postrado en una cama ortopédica y con las dos piernas rotas tras un accidente en moto, en febrero del 2000, Pablo Lescano tomó su teclado para inventar, como Juan Román Riquelme. No podía caminar, mucho menos correr, pero él, como si fuera el gran último 10 del fútbol argentino, fue un volante de creación.
Siguiendo la filosofía de César Luis Menotti, el técnico que, en el 78, le dio el primer mundial a Argentina, no corrió; pensó. No sacó a bailar a Real Madrid en la Copa Intercontinental, como lo hizo Boca en el 2000, pero sí a la industria musical y a la clase alta de la sociedad argentina. Gentes que no llegaban a comprender qué era eso que los sellos discográficos llamaron “cumbia villera”, calificativo con el que Lescano no estuvo de acuerdo, pues dice que es “sensacionalista”. Una maroma del lenguaje para vender.
En realidad, esa era la respuesta de Lescano a la crisis social por la recesión económica que se vivía, que narraba la realidad de un país en crisis a principios del siglo.
De la villa al escenario
Creció en una familia de clase baja en San Fernando, una ciudad al norte del Gran Buenos Aires. En la villa no tenía muchas comodidades, pero al hijo de Norma Gómez, ama de casa, y Luis Lescano, repartidor de Coca-Cola, nunca le faltó la cumbia.
Desde los cinco años, en casa de sus tíos, Toti y Ruca, arrancó a escuchar este género colombiano, que como menciona la periodista musical Luisa Piñeros para El Espectador, llegó a Argentina a finales de los años 60 por Los Wawancó.
Ellos eran un grupo de estudiantes de Medicina de Universidad de La Plata, quienes imitaban el sonido de las orquestas tropicales colombianas; fueron muy populares en los boliches y las radios del país albiceleste.
Lescano, quien fue un niño rebelde, tuvo un flechazo con el piano de la casa de un amigo a los 12 años. Entre teclas blancas y negras, empezó a probar y a sacar melodías a oído. Se le facilitó y, a los meses, con la ayuda de su papá, se compró un teclado que terminó de pagar a cuotas mientras trabajaba en una almohadonería.
En la secundaria tuvo varias agrupaciones, pero su primer éxito se dio con Amar Azul, donde tocaba el teclado. A sus 19 años compuso “Yo me enamoré”, el mayor éxito de la agrupación hasta el día de hoy. Él quería componer más, pero sus compañeros se negaban porque consideraban que sus letras eran demasiado crudas para el estilo romántico de la banda.
Así que, en paralelo, armó la agrupación Flor de Piedra y compuso “Sos un botón”, canción abiertamente en contra de la policía que rápidamente se hizo popular en las villas. Con el dinero que ganó, se compró la moto con la que se estrelló contra un carro.
Se fracturó la tibia y el peroné de la pierna derecha y el fémur de la izquierda. Quedó en cama y, según dice, los integrantes de Amar Azul le dieron la espalda. No quisieron seguir pagándole mientras estaba incapacitado. Todo “pintaba remal”, pero resultó mucho mejor de lo planeado.
Sin poder caminar y hasta teniendo que arrastrarse para ir al baño, pasaba los días con el piano sobre las piernas y componiendo para algunas agrupaciones. Pero, en un momento, no encontró más cantantes. Entonces, se animó a cantar y vencer la vergüenza de hacerlo.
Así nació Damas Gratis. ¿Por qué ese nombre? Porque estaba en todos los carteles de los bailes de cumbia, en los que se anunciaba que las mujeres no pagaban entrada.
La leyenda argentina
El primer disco lo grabó en silla de ruedas en 2001, pero en la calle ya se escuchaba porque Pablito estaba acostumbrado a filtrar su música, en plena época de guerra entre la industria discográfica y la piratería. Eso a él le valía. Él quería que su música se escuchara en la calle.
“Cuando hacía las canciones, las hacía para los pibes de la esquina de mi barrio. Volvía del estudio de grabar y frenaba con el auto, que tenía unos parlantes. Le subía al volumen, a todo lo que daba. ‘Escuchen este tema’, les decía. Los pibes se miraban y no podían creer lo que decía la letra. Se les transformaba la cara”, aseguró Lescano para CNN.
Justo en esa época, la situación en Argentina empeoró y su música empezó a ser la banda sonora de miles de personas que vivían en las villas. Se hablaba de descontrol, consumo de drogas, críticas al sistema, discriminación y represión policial, pero también de amores y desamores.
“Pablo Lescano es un titán. Enorme, trabajador, humilde. Es una persona muy buena y cariñosa. Siempre con una buena sonrisa, una buena actitud y una profunda paz. Representa lo que es el barrio y la cultura popular de Argentina. Es un baluarte. Damas Gratis no es una banda más”, aseguró Gastón Bernardou, percusionista de los Auténticos Decantes, para El Espectador.
Damas Gratis y otras bandas como Pibes Chorros, Yerba Brava y Meta Guacha se convirtieron en un problema de Estado. En julio de 2001, el Comité de Radiodifusión argentino prohibió su música en la televisión del país. Esa censura disparó aún más el consumo de la cumbia, dentro y fuera de las villas.
Como recordó Bernardou, la fiebre de la cumbia de finales de los 80 y 90 en Argentina se encadenó con el nacimiento de grupos como Damas Gratis en los 2000. Eso hizo que la cumbia se escuchara en la radio, la televisión y los boliches. “Eran los números uno”, dijo el argentino.
Pablo Lescano con Damas Gratis fue el pionero en sacar del barrio la cumbia villera. Puso a bailar cumbia a los “chetos” —“gomelos”, en Colombia—, fueron protagonistas de numerosos shows en televisión, tenían en promedio diez presentaciones por fin de semana y rompieron fronteras geográficas contando sus historias.
“La cumbia villera es la manera personal de interpretar y adoptar la cumbia de los años 60, pero con ese sonido de barrio. El lenguaje, las canciones, las temáticas y el sonido tienen una identidad. Por eso, la gente de barrio, e incluso las barras bravas, se sintieron identificados”, mencionó Piñeros.
En 2002, Damas Gratis llenó su primer estadio Luna Park y, 22 años después, cuenta historias que incluyen giras por Europa y Latinoamérica en festivales como el Vive Latino de México, el Lollapalooza de Argentina y Chile y el Festival Cordillera de Colombia, en 2023. Ha colaborado, además, con grupos como Los Fabulosos Cadillacs, los Auténticos Decadentes y los Ángeles Azules, entre otros.
Pablo Lescano es una leyenda musical no solo de Argentina, sino de Latinoamérica. Salió del barrio, gambeteó la miseria y triunfó en la industria. Logró trascender estratos, fronteras e incluso el tiempo, pues todavía miles de personas siguen identificándose y gozándose las letras rebeldes e ingeniosas de la cumbia de la villa.
🚴🏻⚽🏀 ¿Lo último en deportes?: Todo lo que debe saber del deporte mundial está en El Espectador