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“Creo que se nace escritor, pintor o músico (…). Esto quiere decir que cuando un niño llega a la escuela primaria puede ir ya predispuesto por la naturaleza para alguno de esos oficios, aunque todavía no lo sepa. Y tal vez no lo sepa nunca, pero su destino puede ser mejor si alguien lo ayuda a descubrirlo”.
El fragmento es parte del texto Un manual para ser niño, de Gabriel García Márquez. En este, entre otras cosas, el escritor habla de lo que también se conoce en el ámbito artístico como aptitud: una habilidad innata para realizar con idoneidad algún tipo de actividad creativa. Establece, además, la diferencia entre quienes cuentan con el privilegio de tener un apoyo familiar (o cualquier otro) que termina siendo decisivo en este proceso, y los que no.
El caso de la cantante y multiinstrumentista Debi Nova, afortunadamente, se sitúa dentro de la primera circunstancia. Ella no solo contó con las condiciones naturales para la música, sino con quien la alentara y la guiara en un camino adecuado para perfeccionar su potencial o talento artístico. En entrevista con El Espectador, Nova contó cómo fueron esos primeros y tempranos pasos de formación.
“La música estuvo desde siempre. En mi casa había un órgano pequeño y empecé a tocarlo y a sacar canciones infantiles, de Los Pitufos, por ejemplo, y también de otros dibujos animados, todo esto de oído. A los cuatro años recibí por primera vez una clase de música, pues mi mamá me metió a clases de órgano en una escuela que se llamaba Estrellita. Luego, a los 7, ya empecé con el programa del conservatorio clásico”.
La composición, otra de sus facetas musicales, llegó un poco más tarde, en la adolescencia: con 14 años, la artista comenzó a crear historias justamente que hablaban de esta particular etapa de la vida. “Componía canciones típicas de la adolescencia, con frases de soledad o desamor, y cosas de ese tipo; eran canciones muy básicas, pero a la vez muy reales”.
Han pasado más de dos décadas desde esos pinitos como cantautora. La rutina de crear canciones durante muchos años ha traído consigo madurez musical, y las temáticas de sus historias, como es natural con el paso del tiempo y en la búsqueda de una identidad y un estilo propio, han ido evolucionando.
Su sencillo, titulado 3:33 y que es parte de su cuarto y más reciente disco (del mismo nombre), es una clara muestra de ello. En este tema la artista se vale de figuras metafóricas opuestas, como la luz y la sombra, para hablar de rupturas y nuevos comienzos en las relaciones sentimentales; o de diferentes elementos de la naturaleza como el viento y el agua (el mar), que también sirven de paralelos de diferentes estados de ánimo y maneras de apreciar la realidad que envuelve esta historia.
Se crea, entonces, junto con una sonoridad cargada de sensualidad melancólica que atraviesa la canción, una dualidad que enriquece la letra. “Todo es lo mismo realmente: la luz y la oscuridad son diferentes caras de una misma energía. Creo que esa es la intención del tema, tratar de apreciar ambos para tratar de apreciar la vida como un todo, ya sea un viento huracanado o una brisa deliciosa de mar, ambas tienen su valor”, asegura Nova.
Un aspecto particular que ha marcado una diferencia notable a la hora de componer es el hecho de ser multiinstrumentista (toca piano, guitarra, bajo, entre otros). “Creo que tener ese tipo de herramientas ayuda mucho. Por ejemplo, la guitarra es un instrumento que no estudié, y que no conozco muy a fondo, pero a veces la agarro y me ayuda a componer. Creo que definitivamente los diferentes sonidos aportan a la hora de componer: hay sonidos en el teclado, a diferencia del piano, que te inspiran en ciertas cosas; o una guitarra eléctrica a veces y otras veces una guitarra de nylon también pueden ser opciones muy productivas a la hora de crear una canción. Siempre es bonito tener toda esa variedad para jugar y escribir”.
Asimismo, Nova destacó que no hay una receta o fórmula para crear música, y que los caminos para llegar a una composición pueden ser tan variados como inesperados.
“Siempre he dicho que uno nunca sabe cómo va a llegar la próxima canción. Puede ser con unos acordes, o con la idea de una letra, o con una conversación cotidiana que te da otra idea… Eventualmente cualquiera de estas situaciones termina siendo como una semilla que posteriormente se convierte en una canción”.
Debi Nova nació en San José (Costa Rica), y aunque reconoce que en su país no había hasta hace poco una industria musical sólida que alentara y propiciara una dinámica de lanzamiento de artistas, sí es muy precisa en identificar figuras particulares como influencias fundamentales en su carrera.
“Tenemos en Costa Rica una cantautora que se llama María Pretiz. La recuerdo de adolescente sentarse al piano y tocar, eso definitivamente está ahí, en mi disco duro, y creo que sí tuvo que ver con que quisiera ser cantautora. Tenemos también una banda que se llama Éditus, que son unos músicos increíbles y con los que tuve una experiencia muy bonita a mi llegada por primera vez a la ciudad de Los Ángeles (Estados Unidos), a los 17 años. Por último está Gandhi, una banda de rock, y sus integrantes fueron mis primeros jefes, pues fui corista de esa agrupación a mis 14-15 años, y fue la primera vez que me pagaron por cantar”.
La cantautora se ha destacado, también, por las múltiples colaboraciones que ha tenido con importantes bandas como Black Eyed Peas o con solistas reconocidos como Mark Ronson, Sean Paul, Franco de Vita, Ricky Martin, entre otros.
“Mis colaboradores han sido mis grandes maestros. He podido aprender de personas que admiro mucho, que respeto mucho y que son expertos en lo que hacen. Por ejemplo, de Ricky Martín fui corista por aproximadamente un año. De él y de su equipo (coreógrafos, director musical, etc.) aprendí lo que pasa detrás de un espectáculo. Franco de Vita, por otra parte, fue un maestro para mí en temas de composición y fue muy generoso conmigo en ese sentido, porque me dejó mostrarle mis demos iniciales cuando todavía no había escrito mucho en español. En fin, todos los colaboradores que he tenido han sido increíblemente generosos e importantes para mi información”.
La libertad y el placer de bailar, un triunfo
Bailando con las estrellas (versión Colombia), concurso al que la invitaron a participar, fue el espacio en el que Debi Nova pudo mostrar otra de sus pasiones y destrezas artísticas. Así se refirió sobre esta experiencia: “Este reality fue un reto enorme porque, de repente, ya no era solo bailar con pasión, sino que era bailar en frente de millones de personas y delante de un juez, y a pesar del estrés lo disfruté. Bailar es como el néctar de la vida: lo disfruto mucho, sobre todo porque me conecta con el cuerpo y me relaja. La música tiene mucho que ver con eso de sentir la música desde tu cuerpo, es hermosísimo”.