Def Leppard, cuando el tiempo pasa con rock
La banda británica se presentará junto a Mötley Crüe este sábado en el parque Simón Bolívar, en un concierto que evoca las décadas rockeras de los 70 y 80.
Daniela Suárez Zuluaga
“Def Leppard llegó a mi vida cuando era un adolescente rebelde que amaba el rock y peleaba todos los días con mis papás; era la decepción de la familia. A eso súmele mi forma de vestir y mi cabello largo. Recuerdo que la primera canción que escuché fue “Photograph”, de su álbum “Pyromania” (1983), y pensé “qué chimba estos ‘manes’”, me enganché a los diez segundos”, me dice Eduardo Cañón mientras desempolva unos vinilos que tiene en la parte de abajo de su equipo de sonido.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
“Def Leppard llegó a mi vida cuando era un adolescente rebelde que amaba el rock y peleaba todos los días con mis papás; era la decepción de la familia. A eso súmele mi forma de vestir y mi cabello largo. Recuerdo que la primera canción que escuché fue “Photograph”, de su álbum “Pyromania” (1983), y pensé “qué chimba estos ‘manes’”, me enganché a los diez segundos”, me dice Eduardo Cañón mientras desempolva unos vinilos que tiene en la parte de abajo de su equipo de sonido.
Tiene 56 años, dos hijos y una esposa a la que de cariño le dice “Flaca”. Atrás quedó su sueño de ser un baterista reconocido de “hard rock”, pero su gusto musical sigue intacto desde principios de los años 80, cuando la revolución musical llegaba a los rincones más recónditos del mundo y las canciones de las bandas extranjeras aterrizaban en la radio de Latinoamérica.
“Cómo le cambia a uno la vida”, suspira y toma su pocillo de tinto oscuro mientras me cuenta que decidió ser ingeniero civil. Luego muestra su colección de vinilos. Black Sabbath, Van Halen, Kiss, Scorpions, Led Zeppelin, Queen, y los que dice, son los más importantes de su extensa colección: Def Leppard. Cañón guarda en su baúl más de tres décadas de historias convertidas en música estridente. Las bandas que escucha con fe religiosa nacieron en los años 70, en pleno auge de la moda “glam”: las cabelleras frondosas, los zapatos de plataforma y el maquillaje. Todo un movimiento también inspirado en la música con artistas como David Bowie y Gary Glitter.
“Estoy seguro de que todas las personas que son contemporáneas a mí recordamos los 80 como la mejor época de nuestra vida: tiempos de juventud, experiencias y excesos. Me gustaba mucho ir en mi carrito escuchando “Rock of Ages” de Def Leppard, mientras fumaba un cigarrillo y tomaba whisky. No había noción de responsabilidad”, recuerda luego de dar un sorbo a su tinto hirviendo.
Encima de su equipo de sonido tiene un tornamesa mediano color madera, dice que todavía le gusta escuchar a sus bandas así. No es fanático de Spotify ni de ninguna plataforma, pero sí le gusta YouTube, porque dice que puede poner los videos de las canciones o ver los conciertos en su televisor. A Marta, su esposa, la conoció a finales de los años 80, pero antes que a ella tuvo una novia que le marcó la vida, fue la primera, y a ella le dedicó una canción que es de sus favoritas: “Love Bites”, una de las baladas más importantes en la historia de Def Leppard.
“Leticia me rompió el corazón y yo me arrepiento de haberle dedicado esa canción. Los amantes de Def sabemos que ‘Love Bites’ e ‘Hysteria’ solo son para la persona correcta, pero me descaché”. Abre la tapa del tornamesa, saca el LP del álbum “Hysteria” (1987) y lo pone. Cuando la aguja toca el vinilo suena “Women”, y la deja mientras me cuenta un par de anécdotas. Luego suena “Rocket”.
“¡Uy, juemadre! Pero claro que fui cuando se presentaron en el Simón Bolívar, creo que fue en el 97, y cuando tocaron esa canción la gente se enloqueció”, dice emocionado, mientras se queda pensando en que esa fue la última vez que la banda británica asomó sus narices por Colombia. Hoy los verá de nuevo en el mismo lugar.
El reencuentro musical más importante de su vida está a punto de pasar, pero los contextos cambiaron por completo. “A ese concierto del 97 fui con unos amigos del barrio que amaban esa vaina tanto como yo. Teníamos una banda que se llamaba dizque “Los Terribles” y yo era el baterista. Ensayábamos en la terraza del vocalista cuando nos hacía buen clima. Buenos tiempos”. Le gustaba la batería porque admiraba a Rick Allen, quien, aunque perdió el brazo izquierdo en un accidente automovilístico, el 31 de diciembre del 84, siguió tocando el instrumento hasta hoy, casi a sus 60 años.
Eduardo Cañón irá al concierto de este sábado con Juan David, su hijo mayor (25 años), también fanático de la banda. Es su legado. “A Juan siempre le ha gustado el ‘hard rock’ de los 70 y 80, también le gusta el metal, pero como Def Leppard viene con Mötley Crüe, a él le gusta más esa banda”. Y con toda la razón, pues la música del grupo estadounidense es más pesada. En fin, el complemento perfecto para ambos en un concierto que abrirá la banda colombiana Kraken.
“Claro que también me gusta Kraken, por alguna razón siempre fui más de rock en inglés, pero Kraken es una de las mejores bandas de ‘hard rock’ que ha tenido este país. Estoy muy emocionado por reencontrarme con ellos también”. El mayor de la dinastía Cañón tiene un recuerdo de infancia. “Los fines de semana eran una locura: mi papá se despertaba el sábado a las 8 de la mañana y ponía esa música a todo taco. Yo era pequeño y no había definido mis gustos musicales, pero no tengo dudas de que mi papá influyó en un 200 %; de hecho, el año pasado fuimos juntos al concierto de Kiss en el Movistar Arena”.
Aunque a Juan David le guste más Mötley Crüe por canciones como, “Kickstart my Heart”, “Dr. Feelgood”, “Shout at the Devil” y “Home Sweet Home”, entre otras, el concierto de este sábado será una excusa para compartir junto a su padre los grandes clásicos del “hard rock” y “glam” metal. Una cita de las generaciones hilvanadas por la música.