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Mientras Bogotá se prepara para un nuevo concierto de reguetón (25 de febrero en el Movistar Arena) con Ivy Queen, Zion & Lennox y Chencho Corleone, entre otros, en los escritorios de la Corte del Distrito Central de California, en Estados Unidos, descansa una demanda de 82 hojas que pretende hacer estremecer los cimientos del género musical que revolucionó la industria a finales de los años 90.
El pasado 10 de enero se supo que la productora jamaicana Steely & Clevie Productions demandó a más de 30 cantantes del género por, presuntamente, haber infringido derechos de autor al usar ilegalmente el “dembow”, el “beat” que se constituye en la columna vertebral del reguetón.
Los nombres contra los que apuntan los demandantes son ampliamente conocidos en la escena musical. De hecho, el trabajo de varios de ellos ha ayudado a la consolidación de un género que inició su despegue definitivo a principios de este siglo. Daddy Yankee, Anuel AA, Nicky Jam, Luis Fonsi, Ozuna, Farruko, Wisin y Yandel, Rauw Alejandro, Mike Towers, los colombianos Sebastián Yatra y Karol G están en la lista de demandados por la productora caribeña. Le invitamos a leer: Universidad de Nueva York ofrece simposio sobre Bad Bunny. Así puede inscribirse
Los demandantes, entre los que se cuentan Cleveland Constantine Browne (Clevie) y Anika Johnson, representante del fallecido Wycliffe Johnson (Steely), quien murió en 2009 en Nueva York a los 47 años, consideran que el patrón rítmico llamado “dembow” ha sido usado indiscriminadamente por más de 30 años sin el consentimiento de sus creadores.
En 1989 el artista jamaiquino Shabba Ranks lanzó la canción “Fish Market”, un tema que con el tiempo se convertiría en el santo grial de la música urbana, pues su patrón rítmico, con una secuencia de percusiones inéditas hasta entonces, terminaría siendo el motor del reguetón.
En el documento de la demanda presentada en Estados Unidos, además de las especificaciones del ritmo en disputa, se incluyen trazos de los pentagramas creados por lo demandantes. En el recurso entregado a la Corte se lee que “la canción incluía un bombo, una caja y un hi-hat programados que tocan un patrón de un compás; instrumentos de percusión, una pandereta que toca durante todo el compás, un tom sintetizado que toca en los tiempos uno y tres, y timbales que tocan un redoble al final de cada segundo compás e improvisan libremente sobre el patrón durante toda la canción; y un bajo en si bemol sintetizado en los tiempos uno y tres de cada compás, que sigue el patrón del tom sintetizado antes mencionado”.
Esa es una explicación desde la técnica musical del “dembow”, pero la génesis del ritmo hay que rastrearla en las iglesias jamaiquinas de finales de los años 80, en donde se practicaba una religión conocida como “pocomania” o “pocamania”. En los cultos, los feligreses bailaban en círculos siguiendo el ritmo de un sonido que hacían con los pies que golpeaban contra el piso y armonizaba con unos cánticos que acompañaban con aplausos. Un sonido magnético creado por afrocristianos. En esos cultos Shabba Ranks se encontró con una idea del modelo rítmico que hoy está en los estrados.
Este es un resumen caprichoso de la génesis del ritmo porque, para ser más precisos, como explica el productor discográfico panameño Rodney Sebastian Clark Donalds, más conocido como el “Chombo”, el origen de la secuencia melódica en realidad está al otro lado del Atlántico. “Todo tambor y ritmo viene de África. La clave, por ejemplo, que es la base de la salsa, viene de África. Cuba la implementa, evoluciona y de ahí se expande por Latinoamérica”.
Explica el “Chombo” que al ritmo que hoy se discute en los tribunales se le empezó a llamar “dembow” por el éxito que tuvo una canción de Shabba Ranks en 1990 titulada “Den Bow”, que en realidad estaba mal escrita, porque el cantante habla de “Them Bow” (ellos se inclinan), referencia a los negros que se inclinaban ante los blancos.
Los DJ y cantantes de la época le llamaron así al género, pero en realidad es solo una canción. Sin embargo, la palabreja se popularizó tanto que en Puerto Rico, Panamá y República Dominicana la adoptaron para nombrar al “beat” del perreo, al que también se le conoce como “tum pa, tum pa”, onomatopeya del sonido.
Cuando el “dembow” llegó a Panamá se convirtió en algo llamado la plena panameña, una fusión con sonidos autóctonos de ese país. Ese año Panamá asumió el liderato de la industria urbana, con artistas como La Factoría, Joey Montana y El Chombo con “Los cuentos de la cripta”, entre otros, que lograron que el sonido llegara a más públicos.
Ya en 1998 y 1999 lo adoptó Puerto Rico y por primera vez Daddy Yankee llamó reguetón al “dembow”. Una mezcla de “dembow” con “dancehall”, o una mezcla de hip hop con reggae”, le explica Jey P Residente, locutor de la emisora Los 40 Urban, a El Espectador.
Lo anterior, “grosso modo”, es un resumen del origen del “beat” con el que se hace el reguetón, cuya originalidad se discutirá ante un juez. Según el “Chombo”, quien también está en la lista de demandados, no hay muchas posibilidades de que el recurso prospere porque “si es por patrón rítmico, los que demandan tampoco fueron los primeros en hacerlo. Dos años antes Sly Dumbar y Robbie Shakespeare hicieron música con ese patrón y mucho antes de eso la cultura india que vivía en Jamaica y antes se lo escucharon a los vecinos de Pakistán y toda esa gente del Medio Oriente se lo escuchó a los africanos, que es donde todo empezó”.
De todas formas, el productor panameño matiza. “No es el mismo caso para todos los demandados, si alguno de ellos utilizó alguna melodía o sonido sampleado de los que están poniendo la demanda tendrá que responder (…) Esta es una demanda camaronera para ver qué cazan. Demandaron 34 años más tarde y solo a canciones con cantidades exorbitantes de reproducciones”.
“No hay que menospreciar a los demandantes, sino respetarlos porque pusieron los bloques del edificio de la música urbana latina, pero no son los dueños del género, ni pueden decir que todo aquel que ha usado un tum pa tum pa les debe dinero”.