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"Sabes que nos hundimos, pero no pienso caer", canta Depeche Mode en uno de los temas de "Spirit", su nuevo álbum, compendio de canciones predominantemente lentas y sosegadas, etéreas incluso, que abren una espita al optimismo y hablan de reponerse de los males del corazón o de restañar el alma colectiva.
A este último grupo pertenece el prometedor y ya conocido "Where's the revolution", un cebo engañoso para quienes vean en él una pauta del "espíritu" general del disco, que se convertirá en el decimocuarto de estudio para la banda británica cuando se publique el 17 de marzo en todo el mundo.
Producido por James Ford, integrante de Simian Mobile Disco y colaborador previo de Foals y Arctic Monkeys, del resultado comentó Dave Gahan que es un álbum "con mucha fuerza, no solo en cuanto al sonido, sino también al mensaje".
Entre los 12 cortes que lo integrarán no hay ninguno sin embargo que se aproxime al primer sencillo en esa intensidad concentrada y preeruptiva que hacía salivar a los nostálgicos del perfil con más mordiente de Depeche Mode.
Musicalmente, de hecho, es más bien una evolución sobre el previo "Delta machine", un trabajo editado hace ya cuatro años del que numerosos críticos valoraron su sonido más sofisticado, pero al que achacaban pérdida de frescura y de pegada y un gusto recalcitrante por no dejar espacio a la luz y la esperanza.
Ahí radica el principal cambio de "Spirit", que, sobre su ya clásica línea de graves, arranca con la árida reflexión roquera de "Going backwards": "Hemos perdido el control, vamos hacia atrás", canta Dave Gahan, antes de entonar insistentemente hacia el final del corte: "no sentimos nada dentro".
En una lógica secuencia narrativa, el grupo enarbola entonces la llamada a la conciencia común, primero con el explosivo "Where's the revolution", después con guante de seda en la balada "The worst crime", en la que una guitarra evocadora lamenta "¿cómo podemos cometer el peor crimen?".
A partir de ahí, superado el "impasse" de "Scum", el tono se vuelve más luminoso, por ejemplo con la sensualidad lúdica de "You move" ("Me gusta la forma en que te mueves", interpreta Gahan sobre una línea limpia de sintetizador) o, ya en un ámbito comunal, con el espiritual "Cover me", tema balsámico del álbum que empieza con un "me siento mejor".
El amor se vuelve protagonista primero con Martin Gore al frente del micrófono en "Eternal", elegía de querencia organística, después en el reproche baladístico de "Poison heart" ("Tienes veneno en el corazón"), para acabar con "So much love", catarsis bailable por el cariño más importante de todos: el que se profesa alguien a sí mismo frente al desprecio.
La crónica de esta ruptura sentimental llega a su culminación después del relleno de "Poorman" ("Los hombres pobres siguen teniendo el blues"). Sucede en "No more (this is the last time)", otro corte sinuoso en el que el protagonista corta una relación disfuncional.
"Fail", ya al final del álbum, recupera el mensaje colectivo en una especie de canto eclesiástico, parsimonioso como una procesión, con la voz de Gahan sonando dulce en esta última reflexión sobre la sociedad y la dignidad humana.
Así concluye "Spirit", cuyo lanzamiento incluirá una versión en vinilo y una deluxe en doble CD, con 5 remezclas creadas por Depeche Mode, Matrixxman y Kurt Uenala y un librillo especial de 27 páginas integrado, como el resto del material gráfico del álbum, por obra de su inseparable Anton Corbijn.
Pocas semanas después de su salida a la calle, Martin Gore, Dave Gahan y Andrew Fletcher también se lanzarán a la carretera para presentarlo en vivo con una gira que arrancará el 5 de mayo en Estocolmo y contará con 32 conciertos en 21 países de toda Europa.