Dumar Aljure: “El canto es una obligación para el llanero”
El músico llanero, quien lleva más de 50 años en su oficio, habló para El Espectador sobre su carrera, su relación con su homónimo, un capitán de las guerrillas liberales, y de las carencias por las que pasa la actualidad la música llanera.
Alberto González Martínez
Se levanta a las 3:00 a. m. Toma un tinto, ordeña las vacas, arrea el ganado, labra el campo y busca en qué otra labor ocupar su tiempo. En cualquier momento, mientras hace alguna de esas actividades, le llega la inspiración. Luego la escribe y la guarda.
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Se levanta a las 3:00 a. m. Toma un tinto, ordeña las vacas, arrea el ganado, labra el campo y busca en qué otra labor ocupar su tiempo. En cualquier momento, mientras hace alguna de esas actividades, le llega la inspiración. Luego la escribe y la guarda.
—El llanero se inspira en el paisaje que contempla a diario —asegura Aljure mientras creo escuchar una voz sutil de fondo.
Aljure, después de algunos años, volvió a esa vida de campesino llanero, pero antes vivió la de un citadino. Trabajó como mensajero, artesano en fábricas de instrumentos, prestó el servicio militar y grabó canciones. Hizo todo esto en Villavicencio, donde se constituyó como artista, aunque tuvo que esperar cerca de nueve años para que sucediera.
Tuvo la osadía de irse de su tierra, Tauramena, Casanare, porque quería grabar su primera canción en disco. Vendió su caballo y compró un tiquete de avión en $70.000 —recuerda— y, contra viento y marea, llegó a Villavicencio, que es como la capital del Llano, ciudad a la que le rinde homenaje en su más reciente lanzamiento, del compositor Héctor José Vargas, quien la escribió hace más de 60 años.
—Este señor compositor, que es de Sutamarchán, Boyacá —dijo después de que aquella voz de fondo lo corrigiera—, se enamoró de Villavicencio y compuso esta canción. Lo escuché en la vitrola y me gustó. Pensé que era oportuno grabarla en esta oportunidad y el lanzamiento fue el 7 de agosto como para rendirle homenaje al compositor boyacense.
¿Cómo llegó usted al canto?
Esa forma de cantar nace con uno. El trabajo diario del Llano exige que quien esté trabajando cante. Para lidiar el ganado hay que cantarle. Es decir, si usted va a recoger un rodeo, hay que cantarle, si lo va a arrear, a trasladarlo, a pastorearlo, tiene que cantarle. No es si quiere, es que tiene que hacerlo. Esto del canto es una obligación para el llanero.
Pero no todo llanero decide hacer una carrera basada en el canto, ¿por qué usted sí?
Claro, la forma de uno cantarle al ganado no exige tono, métrica, ni nada de eso. Yo decidí irme por ese camino porque era una afición que tenía desde que escuchaba cantar a mi papá y a mis tíos en los bailes. Mi sueño era llegar al disco, grabar algún día y eso se metió en mi cabeza. Entonces vendí mi caballo y me desplacé precisamente a Villavicencio.
¿Cómo siente estos 50 años de trayectoria en retrospectiva?
Me siento complacido porque que he logrado una meta, un propósito. Son muchos los tropiezos que ha habido, muchísimos, pero, así como hay caídas, también hay levantadas. Al final, me siento satisfecho porque he dejado huella. Además, siempre he tenido la idea de que salgan personajes que son mejores que yo, pero infortunadamente no han tenido la oportunidad ni tampoco la osadía de aventurarse como lo he hecho.
¿Cómo ve el panorama de la música llanera? Ya no se ven figuras como antes...
Así es. Se ve así porque esto necesita mucho apoyo, el cual es bastante escaso, entonces siempre el apoyo debe ser por cuenta de uno. Un municipio o departamento, con su casa de cultura, debería darle el apoyo necesario a cualquiera de los futuros artistas con buenas cualidades. Infortunadamente, eso no sucede, entonces le toca a uno, casi siempre es de su propia inspiración, como decimos aquí.
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Aljure creó la Fundación Cultural y Musical Aljurizate Pariente, que funciona como un semillero para nuevos artistas, después de ver el poco apoyo que había en su municipio, público o privado, para aquellas personas que quieren dedicar su vida al canto, más allá del que se hace al ganado.
Él todavía le canta a los rebaños y anda a caballo como cualquier llanero de pura cepa o como andaban los miembros de las antiguas guerrillas liberales, de las que hizo parte su padre. Su nombre también viene de allí, de uno de los capitanes que acompañaba al recordado comandante Guadalupe Salcedo. Su padre, quien admiraba y estaba bajo el mando de su capitán Dumar Aljure, decidió ponerle ese mismo nombre y apellido a su hijo. Entonces quedó como Dumar Aljure Rivas.
Aljure, el músico, nació (1953) en medio de la turbulencia bipartidista, aunque dice, a manera de chiste, que debido a su nacimiento se acabó ese conflicto. Luego vinieron otros. Él tuvo que prestar el servicio militar, y, aunque se nota que es un hombre pacífico, dice ser el que mejor está armado.
—En esta guerra soy el mejor armado. Tengo bandola, bandolón, mandolina, violín, arpa y sirrampla secundado por un cuatro, maracas, un bajo y un furruco. Ese es mi armamento —dijo el músico llanero a modo de gracia y aún apoyado reiterativamente por aquella voz femenina de fondo.
Su principal éxito es “Catira casanareña”, un tema que alude a una mujer con un tono de piel característico de estas tierras, que se podría equiparar al tono de piel trigueño. Esa canción se la compuso hace más de 50 años a uno de sus romances, de los que ha tenido tantos como canciones. Al final, se quedó con Nidia Milena Torres, con quien lleva 25 años de amoríos y es la dueña de aquella voz que le repite o le corrige para que responda mejor.