Edgardo Bolaño, el nuevo Rey Aficionado
El Festival de la Leyenda Vallenata le entregó el primer puesto a este joven de 25 años en la categoría Acordeonero Aficionado. Es proveniente de la dinastía Bolaño de La Guajira.
Alberto González Martínez
A Edgardo le pesa su dinastía cuando toca el acordeón. Una dinastía que tiene cuatro generaciones de músicos y que comienza por Chico Bolaño, a quien le adjudican la creación de los aires vallenatos (son, paseo, merengue, puya).
“Mi abuelo tocaba acordeón, mi papá toca acordeón, mi tío toca, tengo varios primos que también. El acordeón siempre ha estado presente en mi vida”, relata Edgardo. Ha estado presente también la idea de ganar el Festival de la Leyenda Vallenata.
Comenzó tocando un acordeón de juguete y no demoró mucho tiempo en tocar uno de verdad. Su padre le dio los primeros paninos y fortaleció su técnica cuando ingresó a la Escuela Sendero de acordeones de su natal Riohacha, dirigida por el maestro Carlos Díaz.
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En esa escuela se conoció con su actual amigo y cajero, Neiser Mejía. “Ha sido una relación de hermanos. Lo que él necesita yo estoy ahí, lo que yo necesito él está ahí. Es tan así que compartimos vivienda en Barranquilla”.
Comparte la amistad y la música. También la ovación que el público de esa noche en el Parque de la Leyenda les dirigió cuando supo que eran los ganadores de esa contienda. Las lágrimas asaltaron los ojos de Edgardo con la felicidad de ver su sueño de diez años cumplido.
La persistencia
Comenzó su mundo en los festivales vallenatos con bajo perfil. Se presentó por primera vez en un festival de su barrio Simón Bolívar en Riohacha. No ganó ahí, pero más adelante se corona en uno de los festivales más importantes de su ciudad, el Francisco el Hombre.
Lo que seguía era el Festival de la Leyenda Vallenata, con el que todo acordeonero sueña. Edgardo no tiene razones para ser la excepción. Desde el año 2012 buscaba coronarse en Valledupar. Tenía quince años y hambre de victoria.
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Pasó por la categoría infantil y no lo logró. Intentó luego con la categoría Juvenil y tampoco. Seguía convencido de buscar el título. No desistió. Por el contrario, se preparó más. “Cuando recibí la noticia de que pasé a la final no me sorprendí porque para eso me estaba preparando. Pero sí sentí una emoción grandísima”, cuenta. Cuando supo que era ganador, la emoción fue mayor. Sus lágrimas lo decían.
La actualidad
Su amigo cajero Neiser, no solo lo acompaña en su vivienda sino también en la agrupación a la que hacen parte. Edgardo es el acordeonero de Jhonatan Jaraba, exvocalista del Binomio de Oro y del grupo Kvrass. Es un vallenato modernos, actual y que dista del que lo coronó como Rey.
“El vallenato que se toca aquí en el Festival es el verdadero vallenato. El que se está haciendo en la actualidad también lo es, pero comercial. Y también es necesario porque nos ha llevado a muchos lados y nos seguirá llevando. Solo hay que saber diferenciarlos” asevera Edgardo.
Luego de esta victoria, seguro recibirá ofertas comerciales de otros vocalistas. Tendrá que escoger. También tendrá que decidir cuando entra a competir a la categoría Profesional. Dice “cuidado porque el otro año me puedo presentar”.
*De la Fundación Color de Colombia
A Edgardo le pesa su dinastía cuando toca el acordeón. Una dinastía que tiene cuatro generaciones de músicos y que comienza por Chico Bolaño, a quien le adjudican la creación de los aires vallenatos (son, paseo, merengue, puya).
“Mi abuelo tocaba acordeón, mi papá toca acordeón, mi tío toca, tengo varios primos que también. El acordeón siempre ha estado presente en mi vida”, relata Edgardo. Ha estado presente también la idea de ganar el Festival de la Leyenda Vallenata.
Comenzó tocando un acordeón de juguete y no demoró mucho tiempo en tocar uno de verdad. Su padre le dio los primeros paninos y fortaleció su técnica cuando ingresó a la Escuela Sendero de acordeones de su natal Riohacha, dirigida por el maestro Carlos Díaz.
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En esa escuela se conoció con su actual amigo y cajero, Neiser Mejía. “Ha sido una relación de hermanos. Lo que él necesita yo estoy ahí, lo que yo necesito él está ahí. Es tan así que compartimos vivienda en Barranquilla”.
Comparte la amistad y la música. También la ovación que el público de esa noche en el Parque de la Leyenda les dirigió cuando supo que eran los ganadores de esa contienda. Las lágrimas asaltaron los ojos de Edgardo con la felicidad de ver su sueño de diez años cumplido.
La persistencia
Comenzó su mundo en los festivales vallenatos con bajo perfil. Se presentó por primera vez en un festival de su barrio Simón Bolívar en Riohacha. No ganó ahí, pero más adelante se corona en uno de los festivales más importantes de su ciudad, el Francisco el Hombre.
Lo que seguía era el Festival de la Leyenda Vallenata, con el que todo acordeonero sueña. Edgardo no tiene razones para ser la excepción. Desde el año 2012 buscaba coronarse en Valledupar. Tenía quince años y hambre de victoria.
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Pasó por la categoría infantil y no lo logró. Intentó luego con la categoría Juvenil y tampoco. Seguía convencido de buscar el título. No desistió. Por el contrario, se preparó más. “Cuando recibí la noticia de que pasé a la final no me sorprendí porque para eso me estaba preparando. Pero sí sentí una emoción grandísima”, cuenta. Cuando supo que era ganador, la emoción fue mayor. Sus lágrimas lo decían.
La actualidad
Su amigo cajero Neiser, no solo lo acompaña en su vivienda sino también en la agrupación a la que hacen parte. Edgardo es el acordeonero de Jhonatan Jaraba, exvocalista del Binomio de Oro y del grupo Kvrass. Es un vallenato modernos, actual y que dista del que lo coronó como Rey.
“El vallenato que se toca aquí en el Festival es el verdadero vallenato. El que se está haciendo en la actualidad también lo es, pero comercial. Y también es necesario porque nos ha llevado a muchos lados y nos seguirá llevando. Solo hay que saber diferenciarlos” asevera Edgardo.
Luego de esta victoria, seguro recibirá ofertas comerciales de otros vocalistas. Tendrá que escoger. También tendrá que decidir cuando entra a competir a la categoría Profesional. Dice “cuidado porque el otro año me puedo presentar”.
*De la Fundación Color de Colombia