El Diestro, una ‘nea’ influenciada por Bach, Chopin y Beethoven
Al artista antioqueño le parece que la música clásica es un chiste bien contado, del que además se burla. Admira el “rock nacional” y sus representantes, como Charly García, Luis Alberto Spinetta y Fito Páez.
Alberto González Martínez
Es un jueves azul. Tienes fiebre, esquivas a tu corazón y destrozas tu cabeza. En tu voz resuena un pálido adiós. El reloj en tu puño marca las 9:00 p.m.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Es un jueves azul. Tienes fiebre, esquivas a tu corazón y destrozas tu cabeza. En tu voz resuena un pálido adiós. El reloj en tu puño marca las 9:00 p.m.
—Me quiero pegar un tiro en la cabeza —dijo antes de subir al escenario.
—Pero hazlo luego del concierto —le sugerí para seguirle el juego, aunque dudando de qué tan lejos llegaría.
Era el lanzamiento en vivo de su álbum en La Pascasia, un centro cultural de Medellín. Caminaba sumergido entre las personas que llenaban las mesas del recinto. Saludaba a conocidos que lo habían ido a ver aquella noche. Llevaba un pantalón y un blazer mitad negro y mitad blanco. Cuando estábamos sentados preferí hablar sobre su álbum que seguirle el juego de su comentario.
—Podría pensar que este disco nació después de un viaje a Europa —le indiqué mientras hizo una sonrisa que parecía validar mi primera hipótesis o, de pronto, del deseo de ir a Europa.
—Nunca, hasta el día de hoy, he salido de Antioquia. Digo que un día puedo dejar a toda esta gente que me ha hecho daño: a mi familia o a mis amigos y despertarme en Italia, en Toscana, y decir; “Wow, hay un mundo afuera de mi vida, un mundo afuera de los atracos, de la violencia, donde supuestamente todo es perfecto”.
Su sonrisa, entonces, había rechazado mi primera hipótesis y validado la segunda. Juan José Moreno, como es su nombre de pila, la única vez que estuvo fuera de Antioquia fue cuando nació. Es oriundo de Costa Rica, aunque al cumplir un año lo llevaron a Aranjuez, el mismo barrio de Medellín donde no es extraño que nazcan agrupaciones de rap como Alcolirykoz o Crew Peligrosos. Tampoco es raro escuchar noticias de muertos.
Para El Diestro, como se hace llamar, la música clásica en la academia es como la Iglesia católica en Colombia: está metida en todos lados. También está metida en su música: declara a Beethoven como su maestro y a Bach como su enemigo. Por eso llamó a este álbum “El Clave Mal Temperado”, burlándose de la obra del músico alemán llamada “El Clave Bien Temperado”.
—Están claras las referencias a la música clásica, pero también me suena mucho a Charly García y Luis Alberto Spinetta, ¿cómo construye su música?
—Muchas veces la letra y la música salen solas. Tres canciones de este disco salieron en media hora. Este álbum está escrito en un computador y da la sensación de que es una partitura y, en parte, lo es. La producción está influenciada por Charly García y en la música soy yo, puro y duro. Lo que me pasa es que escucho una canción que me gusta y me la robó, pero me la robo en lo que la música se llama el gesto.
—Además que si le robas a Charly, está permitido —le complemento—. Hay una frase que recuerdo de él diciendo que hacer música es cincuenta por ciento saber de música y cincuenta por ciento saber copiarla.
—Sí, para mí ya es sesenta por ciento robando y cuarenta sabiendo.
—También haces referencias a tu ciudad, ¿cómo es su relación con Medellín?
—Amor, odio. Más amor que odio. Es muy profunda, a cada lugar le tengo un recuerdo, pero últimamente, y creí que no iba a pasar, pero me voy a ir.
—¿Por qué piensa en irse?
—Porque ya no creo tanto en ser “nea”, en ser ese paisa.
—Pero su nombre es lo más “nea”.
—Total. Juan José —responde.
—Y el otro: el artístico. El Diestro, que es un personaje de una película de Víctor Gaviria.
—Es que lo soy (“nea”), pero algo me está llamando por fuera.
—¿Entonces quiere dejar de serlo?
—Es ser “nea”, pero afuera.
***
El Diestro tiene referencias directas a la música en la que piensa. Está, además de su maestro y enemigo, Chopin, Debussy, Grieg y Colin Davi. Aprendió música solo, empujado por la vena musical de su abuelo, y los clásicos los aprendió en su carrera de música en la Universidad Eafit, que aún cursa.
—¿Cómo ha sido la relación con la academia? —le consulto.
—Primero, vertical, y después horizontal. Primero los vi desde abajo y, ahora, como lo que son: pares míos.
—¿Cómo es que nació en Costa Rica y terminó en Medellín?
—Hay que hacer la historia corta, porque es un drama de Dostoyevski. Soy bastardo. Pasaron 21 años para que mi papá ahora me quiera, aunque él siempre respondió. Nací allá por error y crecí acá por decisión. Mi mamá me dijo: “Vos crecés con tus tías”, y por eso las amo.
—¿De alguna forma sus tías le han influenciado en la música?
—Una falleció recientemente, y ella siempre escuchaba la voz de Colombia. Ella fue todo en mi vida durante mucho tiempo. Mi tía fue Dios. Es como si ellas fueran mis más grandes fans, pero no lo son. Mi lucha es que algún día digan: “El Diestro es famoso”, porque ellas ya lo medio notan, pero necesito que digan: “Este muchacho lo logró”.
—Es decir, ¿quieres ser famoso?
—Quiero ser prestigioso.
—¿Cómo va ese camino?
—Vamos muy bien, como al 75 %.
—¿No era más fácil ser rapero, reguetonero o guarachero?
—Lo único que pasó diferente para que no sea guarachero es que no estaba tan feliz cuando estaba joven. Si me hubiera ido bien, siendo “nea” a los 14, no sería El Diestro. Esta es una respuesta a no haberlo logrado.
—Entonces es otra forma de ser “nea”. ¿Qué es lo malo de serlo?
—Que por más que ame la ciudad, esta es una ciudad capitalista y superficial y, además de eso, soy feo y pobre.
—Pero eres músico.
—Y eso es lo que me ha hecho levantar. El resto, nada más, es la visión de un niño que sufrió “bullying”, la pegó y ahora hace lo que le da la puta gana cada día de su vida, pero que algún día fue un “outsider” o un rarito. Hoy soy El Diestro, pero en el fondo soy un huevón.
—Gracias, Juan José y, a partir de ahora, El Diestro —le digo al despedirme y recordándole que tenía que subir al escenario.
—Y ya después seré El Siniestro —respondió nuevamente con su característica ironía. O no.
Subes al escenario. Llevas el caño a tu sien, apretando bien las muelas. Cierras los ojos y ves todo el mar en primavera. Bang Bang Bag. Sonó el golpe final de las baterías. Tu reloj marcaba las 3:00 a.m. del viernes. Estabas sentado tomando polas en Torres de Bomboná, a media cuadra del lugar donde habías tocado.