El Festival Freedom, la música electrónica como organismo vivo
Hoy finaliza en Medellín uno de los festivales más reconocidos del país. Con 40 actuaciones de dj y vj, sumados a experiencias visuales más allá de la música, este evento celebra su edición número 15.
Andrea Jaramillo Caro
Entre los beats de la música electrónica y las luces que viajan a través de Plaza Mayor, en Medellín, el Festival Freedom alberga experiencias que combinan la música con el arte en una fiesta para todos los sentidos. Desde el pasado 2 de febrero, y hasta hoy, se reúnen artistas nacionales e internacionales en torno a este género que incluye estilos como el techno, house, electro, rave, acid, house, deep, minimal, dark, organic, experimental, dub, entre otros.
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Entre los beats de la música electrónica y las luces que viajan a través de Plaza Mayor, en Medellín, el Festival Freedom alberga experiencias que combinan la música con el arte en una fiesta para todos los sentidos. Desde el pasado 2 de febrero, y hasta hoy, se reúnen artistas nacionales e internacionales en torno a este género que incluye estilos como el techno, house, electro, rave, acid, house, deep, minimal, dark, organic, experimental, dub, entre otros.
Más allá del baile y los sets de los dj invitados, los escenarios de este festival se combinan con la música para crear una muestra multisensorial. De acuerdo con José Luis Posada, líder del evento, estos están pensados para ser esculturas e instalaciones artísticas ideadas bajo un mismo tema y narrativa que acompaña los sonidos del festival.
Este evento, que cumple 15 años, a lo largo de sus ediciones experimentó con los sonidos abstractos luego de regresar a los orígenes de la electrónica. Según Posada, tras haber explorado lo que se podía hacer a nivel musical, “el siguiente paso fue mirar la parte visual”.
El organizador comentó en diálogo para El Espectador que el cambio, que se inició hace cinco años, se hizo para “conjugar el escenario hacia una interacción que no solo depende del artista, sino que el público puede empezar a dejarse llevar por el espacio arquitectónico. Este año decidimos llevar esto un poco más allá de los escenarios y crear escenarios efímeros en los recorridos”.
Esta apuesta sigue un tema que en su edición pasada tuvo que ver con el espacio exterior, y se llamó Freedom Ad Astra. Para 2024 eligieron el concepto de “Vitriol”, que en latín significa: “Visita al centro de la Tierra y rectificando encontrarás la piedra oculta”. Eso es una especie de alquimia. Cuando nosotros vamos más allá, hacia el fondo de nosotros mismos, cambiamos lo de afuera. Otro concepto que tomamos fue el de “ouroboros” y este imaginario del renacimiento y la muerte, los círculos que son infinitos, pero limitados. Intentamos desarrollar todo esto a partir de figuras geométricas, que son junto con las matemáticas algo más orgánico”, y esto lo traen a la vida en la forma de poliedros, triángulos, cuadrados y hologramas, para deslizarse de lo externo a lo interno.
Los temas que este festival ha elegido siguen una característica que se traduce en observar el presente con una proyección al futuro. Cada uno de los escenarios de Freedom narran su propia historia a través de sonidos que se presentan en ellos, de manera que la audiencia puede moverse entre diferentes tipos de música y experiencias visuales. De acuerdo con Posada, es aquí donde se encuentra la esencia de esta apuesta, “en ese cambio es que está basada la narrativa”. “Vitriol”, el tema de este año, para el organizador es un concepto que, aunque suena poético, “es necesario mirar hacia dentro después de una pandemia, después de todas estas guerras que están sucediendo, los incendios... Porque estamos en un tren que parece ir sin frenos y no nos damos cuenta de que vivir la vida, sin mirar los detalles y tomar las cosas un poco más despacio, es indispensable. Esas son la intención y el manifiesto”.
Parte de este manifiesto incluye el lema que defienden: “Bailar como si nadie te viera”, que comulga con el estímulo visual que proveen los escenarios. “Estamos ahí muchos desconocidos y sabemos que, en la música electrónica, lo esencial es bailar con gente extraña y todo el mundo en paz, donde no hay peleas. Va más allá del escapismo con el que algunas personas se acercan a este género y es ver un poco esa utopía de darse cuenta de una paz interna que puede ser exteriorizada. Con la arquitectura queremos reforzar esa idea”.
A través de las estructuras que este festival planea con un año de anticipación, también pretenden dar protagonismo a los visual jockeys (vj), que también se presentan al mismo tiempo que los dj. Sin embargo, traer a la vida estas experiencias no es tarea fácil, pues parte de los desafíos que enfrentan tienen que ver con calcular los pesos de las instalaciones y que tengan el soporte necesario para que sea seguro para los asistentes.
De la mano con las instalaciones y escenarios, los sonidos del groove toman un protagonismo dentro del festival, en un intento por volver a este luego de una tendencia hacia una música más plana” y viral en redes sociales. “El groove nunca se ha ido, pero este año está recargado de él”, y ese es un eje central en la curaduría de esta edición, “es la esencia latina y afro dentro de la música electrónica”.
Aunque este sea el género al que quieren regresar, Posada también tiene claro que uno de sus objetivos es “acoger a las personas que se van volviendo más sensibles dentro de la escena electrónica colombiana, a quienes van llegando por diferentes fuentes a este tipo de música. Algo fundamental para venir a este festival es tener cierta curiosidad por lo que aquí presentamos”.
En su edición número 15, el Festival Freedom tomó inspiración de diversos eventos alrededor del mundo, tanto para la curaduría musical como la visual. Hubo varios referentes del diseño internacional que motivaron las decisiones sobre la estructura visual. Para Posada, esta reunión alrededor de la música electrónica se ha convertido en un organismo vivo que sigue creciendo y dando lecciones a los organizadores y su audiencia.