El inicio de una Filarmónica digital
Cuando la Orquesta Filarmónica de Bogotá supo que no podía tocar ante el público decidió seguir el ejemplo de sus colegas de Berlín y Viena y llevar los espectáculos al escenario digital.
Lilian Contreras Fajardo / @ProhibidodeLili
“¿Cómo seguir haciendo conciertos?” fue la pregunta que todos se hicieron en la Orquesta Filarmónica de Bogotá (OFB) cuando la emergencia sanitaria que vive el país por el nuevo coronavirus no permitió que sus más de 100 músicos estuvieran en un mismo espacio.
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“¿Cómo seguir haciendo conciertos?” fue la pregunta que todos se hicieron en la Orquesta Filarmónica de Bogotá (OFB) cuando la emergencia sanitaria que vive el país por el nuevo coronavirus no permitió que sus más de 100 músicos estuvieran en un mismo espacio.
Por primera vez, en su medio siglo de trabajo, los artistas no están en contacto con el público, una situación crítica que no los hundió en la desesperanza, sino que los animó a experimentar nuevos caminos y terrenos, hasta ahora, bien explorados en Europa.
“Esta crisis nos pone a todos en ese plano interesante, el de usar plataformas digitales que nos permiten conectar con nuevos públicos y muchos más amplios”, dice David García, director general de la OFB.
El primer ejercicio de transmisión en línea lo realizaron hace tres semanas, cuando aún varias personas podían compartir un mismo espacio. Sin público asistente ofrecieron un concierto en el Teatro de Bellas Artes de Bogotá con el que celebraron el natalicio 250 de Beethoven. A ese escenario le caben alrededor de 600 personas y la emisión alojada en el Facebook de Canal Capital supera las 20.000 reproducciones, números que les planteó una reflexión sobre la política cultural.
“Resulta ser que nos traslada al plano cultural digital, a encontrar nuevos espacios insospechados en los cuales no habíamos incursionado”, comenta García, quien recuerda que las orquestas sinfónicas de Berlín y Viena “desde hace muchos años han mostrado que más que el concierto presencial, lo más importante para ellos ha sido la difusión masiva a través de redes sociales o plataformas en las que emiten en alta calidad”.
Con ese ejemplo, y con la imposibilidad de estar todos reunidos, decidieron hacer un clip musical y publicarlo en redes sociales. No fue cualquier video ni un ejercicio cualquiera. Cada músico, en su casa y bajo la dirección del maestro Andrés Felipe Jaime, se grabó mientras interpretaba Colombia tierra querida del maestro Lucho Bermúdez.
“Tuvimos muchas dificultades técnicas porque fueron casi 100 grabaciones y cada una realizada con un celular diferente. El ingeniero tuvo que hacer una gran mezcla para que el sonido se escuchara bien, pero él tenía su computador personal, así como el editor”, comenta el director.
El resultado fue un video de cinco minutos que, si bien no cumple los estándares de calidad a los que estamos acostumbrados con en esta tecnológica (aunque días después lanzaron otro de mejor calidad), cumple el objetivo para el cual fue creado: generar emoción.
“Pensamos que la primera obra debía ser un mensaje a toda Colombia de ‘aquí estamos, aquí está la Filarmónica en un momento difícil dando lo mejor de sí, la música”, añade García, quien recuerda que esta orquesta no solo se conforma por su aspecto cultural, sino también político, y que en estos momentos en los que se vive con mucha preocupación y dolor, era indispensable que se conectara con la sociedad. “¿Cómo el arte va a estar ausente y hacer de cuenta que no tenemos un problema?”, se pregunta García.
Mantener la conexión con el público les plantea un reto, no solo tecnológico, también cultural, porque en Colombia y Latinoamérica está la costumbre de disfrutar los actos presenciales y en pequeños espacios. Pero al subir un video a una plataforma digital se tiene la posibilidad de llegar a más personas.
La discusión de entrar a la era tecnológica fue tan profunda que hasta Walter Benjamin fue recordado, pues este filósofo alemán escribió en los años 30 del siglo pasado La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, un ensayo en el que analiza qué pierde y qué gana la obra de arte cuando no se aprecia en directo, sino por medio de una reproducción.
García, como Benjamin, sostiene que no disfrutar un concierto en vivo no permite vivir plenamente la belleza de la música, la famosa experiencia estética, pero está consciente de que las presentaciones digitales ofrecen una oportunidad en estos tiempos de crisis, y es acercarse al público que vive fuera de Bogotá o que por una razón u otra no puede ocupar una de las 600 sillas del Teatro de Bellas Artes, algo muy importante para democratizar aún más las artes en un país como Colombia.
“Estamos solucionando un problema que existe aún en nuestro país, el acceso a la cultura a la cual tienen derecho todos los colombianos”, dice orgulloso García, y sostiene que esta cuarentena es el “el inicio de una Filarmónica digital” que seguirá conectada con lo que sucede en el país. (Lea: Los niños se toman la Orquesta Filarmónica de Bogotá)
Es decir, aun cuando se termine esta crisis sanitaria seguirán trabajando y pensando en esos públicos que no conocían y que desde ahora pueden acceder, porque si algo les enseñó esta crisis, es que se dieron cuenta de que “es necesario que el mundo de la cultura dé un salto hacia el lenguaje digital”.