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El samba, el ritmo que nació del canto de los esclavos, que tomó forma con el olor del puerto y que vistió de color a Brasil para mostrarse al mundo, es motivo de homenaje en Río de Janeiro, donde una exposición recoge sus orígenes, su historia y su transformación.
Desde su origen el samba nace y se renueva, es un género multicultural que se resiste a perder sus raíces y se reinventa en variados estilos que van de lo tradicional a lo moderno sin dejar de lado su esencia.
Ese camino puede verse a través de pinturas, objetos, instrumentos, discos, trajes, fotografías, obras de arte y, por supuesto, los temas musicales que han trascendido la historia de la samba.
La muestra fue idea del Museo de Arte de Río, que decidió rendir un homenaje al ritmo carioca que es patrimonio inmaterial de Brasil, y estará abierta al público hasta marzo de 2019.
Son más de 600 artículos que, en un esquema de tres tiempos -desde la herencia africana y su reinvención en los suburbios de Río, hasta convertirse en patrimonio nacional-, revelan la riqueza de esa referencia artística y cultural de los cariocas.
El recorrido comienza con algo tan simple como complejo: el latido de un corazón para mostrar que el samba es vida y que basta un simple ritmo binario para dar inicio a la armonía.
La muestra continúa explicando que la samba es el grito de los esclavos convertido en letra y música; el resultado de la revolución pacífica de una sociedad marginal que buscaba un espacio para la diversión y el placer.
La fuerza del matriarcado en la familia, la religiosidad y las creencias paganas centradas en los orishas, dioses africanos vetados por el catolicismo, también fueron base de sus inicios.
Desde el comienzo, el samba fue un grito de libertad, una revolución disfrazada con melodías que poco a poco se fue vistiendo de color.
A los cantos que eran acompañados por las palmas, se unió el sonido de platos golpeados por cubiertos y luego el de tambores, panderetas, guitarra y voz.
La percusión de cuero y madera se complementó con instrumentos de lata, en su mayoría cajas de productos que llegaban por barco al puerto y que fueron adaptadas para marcar un sonido agudo al ritmo.
Aquí empieza la segunda etapa de la exhibición donde se explica que si bien la herencia africana es parte fundamental del origen del samba, la influencia extranjera la complementa.
El samba "no es un ritmo de raíces totalmente africanas, es un producto híbrido, un encuentro de culturas", aseguró a Marcelo Campos, uno de los comisarios de la muestra.
"La pandereta que es fundamental en la samba y la guitarra, son un ejemplo de la influencia ibérica, pero la samba también se inspiró en Harlem de Estados Unidos y en su jazz", señaló.
Y así se ha visto. Desde las primeras letras acompañadas por las matronas al ritmo de las palmas, hasta la inmortal voz de Carmen Miranda que internacionalizó el ritmo entre 1930 y 1950. "Ella fue quien la presentó al mundo y tal vez sin ella no se conocería", aseguró Campos.
Fue entonces cuando el samba se tomó los cafés de los tradicionales barrios del centro de Río donde se componía en grupo en una especie de taller musical que por la modernización poco a poco se fue desplazando a los suburbios de la ciudad.
Posteriormente, en los años 50, el samba dio vida al suave y sensual Bossa Nova, una "reformulación estética" del género musical, con una fuerte influencia del jazz, y que se ha convertido en uno de los movimientos más influyentes de la historia de la música popular brasileña hasta nuestros días.
El samba como espectáculo, la tradición de las escuelas como voz de las comunidades y la grandiosidad de los desfiles donde música y fantasía se mezclan para representar la tradición o criticar la violencia, el abuso de poder, la discriminación y la corrupción, abren la puerta para la tercera y última etapa de la exposición.
Luego de su avance en el mercado fonográfico de los años 1970 el ritmo carioca, como en un espiral sin fin, busca de nuevo en sus orígenes y comienza a reafricanizarse.
Con la concientización de las condición étnica del brasileño, y el referente de la cultura negra como base, la samba de nuevo vuelve a convertirse en un símbolo cultural de resistencia.
Regresan entonces las "rodas de samba", renacen espacios como los cafés del centro para cantar y bailar el ritmo carioca.
El samba de nuevo se reinventa, renace y vuelve a latir con su pulso binario desde el corazón.