El sonido de la guaracha sobrevive a los prejuicios del clasismo
Criticada por muchos y aclamada por otros, la guaracha ha sobrepasado fronteras sociales, geográficas y musicales. Breve historia del origen de un género estigmatizado que está en pleno auge.
Samuel Sosa Velandia
La guaracha es para algunos una nueva ola de la música electrónica, mientras que para otros es el ocaso de este género que, al ser fusionado con sonidos latinos, ha sido señalado de “ordinario” por los más puristas. Pero sea cual sea la mirada sobre este ritmo, ha redefinido la manera en que se hace y se entiende la industria de la electrónica.
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La guaracha es para algunos una nueva ola de la música electrónica, mientras que para otros es el ocaso de este género que, al ser fusionado con sonidos latinos, ha sido señalado de “ordinario” por los más puristas. Pero sea cual sea la mirada sobre este ritmo, ha redefinido la manera en que se hace y se entiende la industria de la electrónica.
Originalmente, se le conoce como guaracha a un género de música del folclor cubano de inicios del siglo XIX que se caracteriza por tener un ritmo rápido y letras jocosas que relatan un suceso político o social. Sin embargo, después de más de 200 años, en pleno siglo XXI, la guaracha también se convirtió en la fusión de música electrónica con arreglos de trompetas, tambores y acordeones que suenan de manera repetida y acompañan las noches de fiesta de las nuevas generaciones de este lado del mundo.
A diferencia de la guaracha cubana, reconstruir la historia de este género del siglo XXI es tarea complicada, pues no hay versión única sobre cuándo y cómo nació, pero lo que sí está claro es que sus raíces están en la música latin y que, incluso, antes de que fuera considerada un género musical, ya tenía a más de uno bailando.
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Óscar Tejada, más conocido como Oxtek, DJ y precursor de la bala (subgénero de la guaracha), dice que este tipo de música nació con la gente que, de manera empírica y casera, comenzó a latinizar los ritmos electrónicos, sin consciencia de que podía ser un género musical, pero sí con la necesidad de hacer variaciones en el groove para hacer las canciones más bailables o, como se dice popularmente, “guapachosas”.
“La guaracha no es una causa, sino una consecuencia. Antes se le llamaba tribal house, que es un ritmo que viene del latin house, que fue popular en los años 70 y 80, cuando a los DJ de crossover de Latinoamérica les dio por poner merengue rápido. Pero también tiene origen en el circuit, que viene de la cumbia mexicana”.
Oxtek asevera que la guaracha es el resultado de una búsqueda por hacer electrónica latina, con la única intención de diversificar el sonido para la fiesta. Además, señala que antes de llamarse como se llama, para muchos lo que sonaba era solo “aleteo” o “zapateo”, nombres que hacen referencia a los movimientos mientras se baila.
De sello colombiano
Colombia ha sido el escenario más importante para el desarrollo de este género, que se popularizó gracias a las redes sociales, pero no solo por lo musical, sino también por quienes la escuchaban en un principio.
“La guaracha empezó en fiestas privadas organizadas en fincas. En Medellín, a la gente, especialmente los universitarios con plata, les gustaba hacer fiestas con sus amigos en propiedades de sus papás, por ejemplo, para celebrar sus cumpleaños. Entonces, contrataban DJ, quienes decían que hacían música privada y que ellos eran privados”.
En gran parte estas fiestas exclusivas fueron organizadas por personas que tenían nexos con el narcotráfico, por lo que resultaban ser reuniones ostentosas y clandestinas. Sin embargo, de esos “privados”, muchas veces quedaban videos que luego circulaban por redes sociales, que fueron el primer acercamiento de otras poblaciones a esta transgresión del sonido electrónico importado de Europa y Norteamérica.
Para muchos jóvenes, en especial de los barrios populares, fue atractivo el sonido y empezaron a organizar sus fiestas, en las que buscaban un espacio para divertirse con sus amigos, sin ninguna restricción, pues en su mayoría eran menores de edad. No obstante, Oxtek asegura que también hay un componente aspiracional en la masificación de la guaracha.
“La guaracha se creó también por un afán de querer ser alguien. Son los que se fijan en cómo se ven, cómo están, cómo quieren ser. Muchas amigas en el colegio querían meterse al mundo de la guaracha no por la música, sino por querer verse como las modelos y las figuras famosas que se veían en los videos”.
En este punto se teje una paradoja, pues este género ha sido criticado y rechazado por su estética sonora, pero también de quienes la consumen. Es allí cuando surgen discursos que la tildan de “ordinaria”, “guisa” y “ridícula”. Juan Tuaty, o 2AT, DJ y fundador del sello discográfico Muak, dice que es normal que, en la historia de la música, cada que aparece un nuevo sonido, la gente se sienta inconforme, como pasó en su momento con el reguetón. Sin embargo, advierte que con la guaracha hay una narrativa cargada de clasismo.
“Todo lo que venga del barrio y lo que venga de las calles para muchos sectores de la población está mal visto. Muchos dicen que no quieren entrar ahí porque la gente se viste diferente y que porque son hostiles, pero en esta ciudad tú puedes encontrar hostilidad en el transporte público o debajo de tu casa”, dice 2AT, y es algo en lo que Andrés Mora, más conocido como K.hole Kardashian, coincide.
“Hemos tenido muchos problemas con los clubes de Bogotá porque nos excluyen por la gente, por la música y porque las personas de clase alta asocian la guaracha con cosas negativas y que solo es aceptada cuando se ve o se escucha de la manera que esperan”, dice K.hole.
El auge de la guaracha ha suscitado grandes debates entre quienes integran la escena de la música electrónica en Colombia. Hay un grupo de personas, a quienes se les conocen en redes sociales como “technotombos”, como se les llama jocosamente a los custodios morales del género de música electrónica, que rechazan la guaracha como un subgénero de esa gran sombrilla.
“Los technotombos son un concepto muy diciente, porque son aquellos que creen que tienen una guía y que hay una única forma de hacer electrónica y que hacen de la guaracha algo despectivo. Sin embargo, la guaracha se ha apropiado de esas críticas, las resignifica y los DJ siguen creando sus sonidos para defenderla”, explica 2AT.
Oxtek dice que la guaracha no tiene sentido: “Y no tiene sentido porque no hay nadie quien se apropie de la guaracha, porque es algo tan grande que no hay quien lo coja; y así mismo todas las comunidades han querido meterse a ellas, porque no hay una norma, no hay una regla. Además, es un sonido alegre que dan ganas de bailar, así uno no quiera”.
Y agrega que “esa felicidad atrae a muchas personas, quienes sienten ganas de no tener pena; cada uno hace lo que quiera”. Sin embargo, los tres DJ son conscientes de que, aunque exista esa libertad, la llegada de la guaracha a los clubes ha causado que en la escena aparezcan actores que perpetúan discursos que segregan a ciertas poblaciones y que de cierta forma mantienen la creencia de que esto se trata de un tema de estética y no de lo musical, lo que ha obligado a que comunidades como la queer creen sus propios espacios, siendo fieles a esa idea de que la guaracha les pertenece a todxs.
K.hole, quien se reconoce como una persona queer, es integrante del sello discográfico Putivuelta, que es un espacio abierto a los sonidos más experimentales, pero, sobre todo, a las personas diversas que disfrutan de la guaracha.
“La Putivuelta no nació como un sello discográfico, ni para ganar fama o ganar plata. Nació por necesidad, pues antes no había espacios en Bogotá donde pudiéramos reunirnos, siempre todo estaba segregado. Siempre la prioridad, como todo en el mundo, es para personas heteros”.
De igual manera, dice que la comercialización de la guaracha, si bien le hace eco a este sonido, que ha sido relegado, también ha llevado a que otras personas le hayan quitado lo que tanto han trabajado algunos desde hace tiempo. “Como pasó con el techno, está pasando con la guaracha, y es que hay caras que están representando la guaracha, hablando sobre la guaracha, que no deberían estar en esos lugares, como en la prensa, mientras muchos productores de guaracha no reciben oportunidades de hablar y tener un espacio”.
La internacionalización de la guaracha
Por medio de redes sociales se han conocido videos en los que se ven a grandes referentes de la música electrónica mezclando tracks de guaracha, como ocurrió con la Dj rusa Nina Kraviz, quien toca géneros como acid techno, minimal techno y deep house, pero que en un show en el icónico Club Space de Miami, optó por incluir un remix de guaracha del colombiano Aleroj.
2AT asegura que esto seguirá pasando, y que no solo será música de exportación para otros Djs, sino que se va a tomar otros géneros “Cada vez más van a ver colaboraciones con artistas grandes, como ya ha pasado, digamos Víctor Cárdenas (dj y productor) ya hizo un tema con Maluma, el de ´Qué Chimba´, o por ejemplo el de ´Pepas´ de Farruko, también se convirtió en una pieza importantísima de la guaracha; siendo número uno en diferentes plataformas. Y eso es lo que va a pasar, cuando ya Spotify o Billboard la ponga en su top va a ser más aceptada, porque la escuchan afuera”.
Pese a ello, Oxtek dice que es importante que aquí en Latinoamérica se consolide una industria en torno a la guaracha. “Así como cada uno hace cómo se le da la gana la guaracha, siento que hay que estructurarnos, todavía no hay una industria como en el reguetón, que desde el principio ellos ya le vieron futuro y empezaron a montar estudios y giras. Nos hace falta organizarnos. Por ejemplo, la guaracha necesitaba algo como MUAK para poder llegar a Nina Kraviz”.
Por su parte, K.hole afirma este boom internacional se debe a que en continentes como el europeo, las audiencias están cansadas de escuchar lo mismo, por lo que tienden a buscar nuevos ritmos, pero asevera que esto es solo algo cíclico y efímero.
“La guaracha nació para una comunidad, para un espacio, por una ciudad y por una región y eso siempre va a existir, así cambié o muté, pero en Europa es diferente, allá las cosas tienen un ciclo y los europeos siempre quieren algo diferente y estoy seguro de que va a suceder como los otros géneros, que ya tenían como dos o cinco años, y murieron. La guaracha va a crecer es en Latinoamérica”.