El soul guarde a la reina

Con más de medio siglo de actividad artística, la cantante estadounidense Aretha Franklin anunció que abandonará las giras, aunque continuará ligada eventualmente a los estudios de grabación.

Juan Carlos Piedrahita B.
11 de febrero de 2017 - 03:00 a. m.
Aretha Franklin tenía en su radar a Dinah Washington y Ella Fitzgerald, pero nunca trató de imitarlas.  / AFP
Aretha Franklin tenía en su radar a Dinah Washington y Ella Fitzgerald, pero nunca trató de imitarlas. / AFP
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La obstinación ha dominado siempre a Aretha Franklin. Cuando supo, muy pequeña, que su vida debía estar vinculada a la música, tenía a su disposición un número considerable de pianistas prestos a enseñarle los secretos más íntimos del instrumento, pero en ese momento apareció la terquedad reinante y les dijo a sus padres que no necesitaba todavía de la presencia de maestros.

Sus futuros profesores se sentaban al piano y ella, desde el ángulo cinematográfico del contrapicado, pensaba para sus adentros que esa persona que se esforzaba por producir escalas ascendentes y descendentes en las blancas y las negras no tenía nada que enseñarle. No era soberbia, era algo que podría definirse como testarudez.

A finales de la década de los 40 y comienzos de los 50, Aretha Franklin tenía la certeza de que lo que escuchaba en las grabaciones de los acetatos de su casa sonaba con una calidad muy superior a la exhibida por sus posibles guías en el piano, así que, por razones de su propia cosecha, optó por dejar a un lado las clases particulares y más bien dedicar ese tiempo a escuchar otros registros de jazz, blues y soul.

El gospel, tal vez el estilo sonoro de mayor importancia durante sus primeros años, cuando todavía entendía por su nombre de pila, Aretha Louise Franklin, fue su primera escuela, y gracias a su diversidad vocal comenzó a darse a conocer en el ámbito local de Memphis y posteriormente en Detroit.
En la iglesia sobresalían las hermanas Franklin (Carolyn, Erma y Aretha). Desde que empezaban a afinar, el público estaba pendiente de sus gestos, de sus voces todavía en plena etapa de desarrollo. En ese punto, cuando los aplausos iban y venían con facilidad, surgió de nuevo la obstinación y las tres decidieron incursionar en el mercado de la música de manera independiente.

Aretha Franklin tenía en su radar a Dinah Washington y a Ella Fitzgerald. Ambas eran divas, pero no quería imitarlas, y por eso empezó a abrirse campo en un espectro menos jazzístico y con más elementos cercanos al soul. Mientras muchas figuras de la música negra impulsaban sus estilos desde el sello Motown, ella hacía lo propio pero desde JVB/Battle Records, para después ser parte de la nómina de disqueras como Columbia, Harmony y Atlantic Records. Nuevamente, la terquedad sopló a su favor y marcó la diferencia.

Tenía todo para ser la reina del soul en su estilo más puro, pero no se conformó con eso y fue mucho más allá. Se arriesgó a volver propios algunos temas de los Beatles, de Simon & Garfunkel, de Burt Bacharach, de Ray Charles, y hasta visitó el complejo escenario de James Brown y, a pesar de que se trataba de clásicos de la música de Occidente, ella lograba darles una arista renovadora. Se imponía, como de costumbre, la terquedad, porque siempre le decían que no grabara ese tipo de temas y ella los revivía para volverlos, de nuevo, exitosos.

Aretha Franklin se puso la meta de publicar en septiembre su nuevo disco. Lo está grabando en un estudio muy íntimo de Detroit y en todo el proceso la ha acompañado como productor Stevie Wonder. Hace poco se puso a estructurar la gira promocional de su registro y se dio cuenta de que el tiempo le ganaba el pulso estaba vez y que a sus 74 años las prioridades no eran las mismas.

Quiso recurrir a la terquedad pero se impuso la prudencia y hace unos días dijo: “Seguiré grabando, pero este será mi último año de conciertos. Ya está. No me quedaré en mi casa haciendo nada; tal vez haga algunas cosas seleccionadas”. Esas palabras alertaron al mundo de la música y ahora se sabe que la reina del soul dejará al público en manos de sus múltiples grabaciones. El soul guarde a la reina, la música conserve a Aretha Franklin. 

Por Juan Carlos Piedrahita B.

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