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El viaje de retorno del disco de Pedro Pastor que inspiró Colombia y Latinoamérica

El cantautor español y su banda Los Locos Descalzos regresan al país con la gira Vueltas. Pedro Pastor Guerra le contó a este medio las anécdotas, música y el interés histórico que encontró en Colombia.

María Camila Ramírez Cañón
13 de octubre de 2022 - 11:00 p. m.
Pedro Pastor ha dado más 500 conciertos en 17 países.
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Foto: Cortesía
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Hoy las letras de Pedro Pastor Guerra retornan a Colombia luego de que el país le sirviera de inspiración para su disco Vueltas y, especialmente, la canción que le da ese nombre. Su música aborda diversos asuntos como el amor, la libertad, el movimiento y los viajes. Pero también se pregunta por el territorio, el conflicto armado y la memoria histórica que atraviesa el país y toda América Latina.

Con todos estos elementos se presenta este 13 y 14 de octubre en el Teatro Libre de Chapinero, en Bogotá. También llega a Medellín el 15 de octubre en el Pequeño teatro y el 17 en el Teatro Matacandelas.

En entrevista con El Espectador, Pedro Pastor da detalles de sus anteriores pasos por Colombia, sobre el proceso de creación de Vueltas y da detalles de su vida y búsquedas, que van más allá de lo musical.

¿Der dónde nace el disco Vueltas?, y ¿qué relación tiene con América Latina?

Nace de la primera gira de la banda por distintos países de América Latina. Ya había venido muchas veces, pero esta vez es con la banda. Salir de casa y enfrentarse a sí mismo en diferentes contextos, alimenta el ser creativo. Viajar alimenta la creatividad. Así surgieron varias canciones, en Colombia, Costa Rica, Cuba, entre otros países. Al final me encuentro como con un bloque sólido de canciones y surgen un par de canciones más.

Luego, hicimos la producción, durante la pandemia, con Gustavo Guerrero, venezolano que reside en México. Fue muy hermoso porque lo grabamos en bloque, todos en vivo, en mitad de una montaña en El País Vasco (España). Estuvimos ahí 12 días solo para grabar. Esa energía colectiva ha quedado ahí, el sonido es crudo aunque está hecho en estudio.

¿Qué encontró en América Latina que le dio vida a este disco?

Salir del hogar implica dos vertientes. Una es el lugar al que se llega y la otra es perspectiva con que se toma el lugar que se deja. Salir es tomar perspectiva del propio contexto y empezar a ver ese lugar con unos ojos distintos porque hay una apertura contextual y cultural. Al final, el viaje se trata de descubrir cosas sobre uno mismo.

En América yo tengo, siempre, un contacto musical muy fuerte. No es igual estar en casa investigando músicas del mundo que estar en una plaza y, de repente, encontrar la cultura musical en el lugar, de frente. Cuando llegué por primera vez a Colombia, en el Caribe, me encontré con la champeta en Cartagena. Entonces primero está la experiencia musical con tantos ritmos y diversidad del continente, luego está la experiencia humana. América respira distinto, hay un lenguaje metafísico de la calle, salir, hablar con todo el mundo y compartir. Creo que hay una búsqueda más profunda por las emociones. Todo esto es muy inspirador.

¿Qué parte de Colombia lleva especialmente este disco?

El tema Vueltas es el que le da título al disco. Lo compuse en Cuba, pero está claramente inspirado, casi plagiado de Escalona. Cuando descubro el vallenato me pongo a escucharlo y hay una canción de él en el que su madre dice que está muy flaco. Dice que es el hambre lo que lo tiene así. ¿Qué tiene Escalona?, ¿qué tiene ese muchacho?, le dice la gente cuando lo ve tan flaco. Pero ellos no saben el hambre que se pasa cuando un vallenato sale de su casa.

Escuchando ese tema escribí Vueltas. Es una canción distinta porque está inspirada en la capacidad de hacer canciones con lo cotidiano, lo simple, lo concreto, como hacía Escalona. Es un arte muy difícil.

¿Cómo Colombia le inspiró la primera vez que viniste?

En busca y captura fue la primera canción que compuse tras estar en Colombia, que fue mi primera experiencia latinoamericana. Estuve dos meses, viajé por Cúcuta, Montería, Puerto Escondido, Cartagena, Barranquilla, Cali, Ibagué y muchos otros lugares. Ahí compuse esa canción, inspirado por la champeta —igual que Bailando— y porque me di cuenta de la cuestión territorial.

La primera vez llegué, vi que por ser un territorio tan abundante en recursos hay varios personajes muy concretos que ocupan muchísimos territorios. Hacen que los y las colombianas sean extranjeras en su tierra y tengan que remar tres veces para poder disfrutar de los recursos básicos que tienen al lado. A mí eso me sorprende y me duele mucho. De eso habla En busca y captura, de sembrar tus semillas:

En tierra de nadie

La tierra de nadie que es tierra de todos

La tierra de todas es polvo y cristales

Desde que unos pocos la pueden comprar

¿Qué más le llamó la atención de este país?

Me impresionó mucho la historia colombiana. Es tan cruda y tan vil que hay una cuestión medio perversa de querer saber más y más. Me genera controversia que me interese tanto esa historia tan trágica, pero creo que al ser humano le interesan esas profundidades del ser y yo estuve investigando orgánicamente. Hablé con muchísima gente, fui a los museos, leí libros, estuve ahí y siento que es el país que más he estudiado, sin pretenderlo, para intentar entender los tejemanejes de un conflicto tan largo y violento. El conflicto siempre es violento, pero en Colombia es especialmente violento. Me interesó entender eso para entender el hoy, ¿de qué está hecho el presente de Colombia? Porque somos hijos e hijas de nuestros conflictos, de nuestra historia y eso nos atraviesa por dentro.

De este disco, ¿cuál fue la parte que más le costó?

Gustavo Guerrero (productor) me dijo que quería que grabara la voz en vivo, en bloque, y si alguien se equivocaba toca volver a empezar. Yo tengo inseguridades como cantante en el estudio porque la voz es un instrumento que muchas veces no le damos el estudio que requiere, se da por hecho que está siempre y no hay que trabajarla. Y esa propuesta fue el mayor reto de este disco y la mayor dificultad. Al final lo hicimos solamente en cuatro canciones, pero que para mí es un logro muy grande porque fue la primera vez.

¿Y qué fue lo más sencillo y motivante del disco?

Teníamos la experiencia del disco previo grabado en vivo, entonces sabíamos a que nos enfrentábamos. Nos reímos en el estudio todo el rato. Encontrar ese clima humorístico acompañó a la perfección el disco, junto con las profundidades emocionales que tiene haber grabado mientras convivíamos todo el día. Eso nos fortaleció como banda por eso esta gira la estamos enfrentando con mucho más placer, estamos muy cómodos en el escenario.

¿Cuál canción fue la más divertida de grabar?

Vueltas la grabamos toda en vivo toda en vivo y es muy divertida de cantar. Los olvidados no fue divertido, pero sí muy especial que también fue con la voz en vivo. Es una canción muy profunda para mí, muy distinta, movilizante.

¿Cuáles fueron esas canciones que se grabaron con la voz en vivo?

Fueron cuatro: Los olvidados, Vueltas, Quererte e Isla. En esta última grabé la voz y la guitarra es solo una toma. Cuando invité a mi tío Pedro Guerra a cantarla conmigo, no podíamos sacar mi voz para meter la suya y tuvo que obligarse a cantar encima todo el rato. Al final, la magia de esas cosas, el dueto quedó hermoso. Así tuvo que ser.

¿Qué influencia musical de su familia le ha servido en lo musical?

Le debo muchísimo a mi familia, musicalmente hablando, sobre todo a mis padres. Mi papá (Luis Pastor) es un cantautor muy particular porque primero llegó a la política. Durante el franquismo, en España, era una de las voces más relevantes del país y fue perseguido, esa es una cuestión que heredo. También es una persona muy abierta y ha investigado mucho las músicas de Mozambique, Angola, Brasil, Portugal. Armónicamente tiene cosas muy curiosas que aprendí de niño.

Y aprendí a entender el oficio, lo que supone ser músico. Hay una serie de cuestiones que envuelven este trabajo, como la itinerancia, la nocturnidad, el desarraigo. Así como la industria, los contratos, las condiciones laborales y eso creo que es incluso más valioso que lo propiamente musical porque es más difícil de aprender. Y luego lo humano, mis papás son personas muy abiertas y me han criado con mucha libertad, eso ha conformado mi sensibilidad.

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¿Cuál consideras que es el mensaje central de tu música?

No lo sé porque hay muchas temáticas. Pero supongo que donde convergen es en el movimiento y es un mensaje que transmito no solo a través de la palabra, sino que lanzamos a través de la musicalidad, la variedad tímbrica, rítmica y la investigación de los folklores.

Otro mensaje es el de la autogestión. Luego está la memoria, sensibilidad, libertad y creo que son un motor de mi música. Y si hay un punto central, un núcleo, creo que es el viaje porque al final es lo que a mí me conforma. Necesito estar en movimiento y la quietud me ahoga. Necesito el movimiento para sentirme vivo.

¿A dónde le ha llevado ese viaje?

Estuve en Chile durante el estallido y viví la transformación social tan poderosa de hace 3 años. Eso me inspira. Estuve en Colombia durante los paros, en noviembre de 2019. Si yo no hubiera salido no habría podido ser una inspiración para mis canciones.

¿Hay alguna anécdota de los anteriores pasos que ha tenido por Colombia?

Anécdotas tengo muchas. Una vez me abrí la cabeza con un ventilador en Tanga y fui al centro de salud para que me cosieran la cabeza. O cuando llegué a Cartagena, me quedé en un barrio a las afueras y viví toda la experiencia de ser un europeo viviendo la otra Cartagena. Una vez fui a tocar a Cúcuta porque había un muchacho en huelga de hambre en la universidad porque le habían expulsado por rebelde. Ahí estuve en el paro acompañándolo.

He pasado muchos meses de mi vida en Colombia sin darme cuenta y me han pasado muchas cosas. Creo que he venido unas siete u ocho veces.

¿Qué es lo más íntimo que ha dejado impregnado o plasmado en las canciones?

Como oyente, las canciones que más me gustan son en las que uno cede su intimidad. Es delicado porque la intimidad es de uno y en la vida somos muy selectivos al elegir las personas con las que la compartimos. Al ser cantautor, que supone una implicación personal todavía más grande, esa frontera se difumina.

Yo siento que he sido muy sincero siempre, obviamente no he sido todo lo sincero que podía ser. Todos tenemos muchas oscuridades. He sincero en mis luces y no tan sincero en mis sombras. Me siento más cómodo compartiendo mis inseguridades desde un lugar abrazable o afable que compartiendo mis demonios. Pero ahí están. En las canciones de amor como El baile y Quererte he dejado mucho de mí, de mi intimidad y de mi manera de habitar ese amor. Y, por supuesto, en canciones como Mariana, Desaprendiendo, nacen de los viajes y son políticas, lo político también es íntimo.

¿Hay algúna oscuridad o inseguridad que haya podido salir en tu música?

Todos tenemos pensamientos moralmente discutibles, es inevitable. Eso no lo dejo en las canciones, plasmo otros como Sacar la rabia. Hablo ahí, por ejemplo, de autosabotaje:

Me visita de a ratos con cara ‘e perro

Se apodera del aire de alrededor

Me hace daño, me ahoga, se instala adentro

Y no puedo matarlo porque soy yo

Es esa parte de mí que pasa muchas horas enfadado, que condiciona los ambientes. También soy una persona que me gusta controlar las cosas de más, el poder de manipular. Tener la inteligencia para decir las palabras concretas y que las personas tomen otro rumbo no está bueno, es muy peligroso. Tengo esas conversaciones conmigo mismo. Me gustan muchísimo loss juegos de mesa estratégicos como para dejar salir esa parte de mí y liberar esa energía que no me gusta sacar en la vida real.

Más allá de lo musical, ¿cuál es la mayor búsqueda que tiene como persona?

Estoy tratando de aprender a delegar y confiar para ganar tiempo para mí. El sueño de dedicarse a lo que se ama es el mayor privilegio que tengo. A partir de ahí, lo más interesante es encontrar tiempo para mí, el trabajo es trabajo por mucho que lo ame. Por eso estoy aprendiendo a generar las herramientas para tener más tiempo para descubrir qué más soy yo, aparte de la música.

Con esta gira que empieza en América Latina ¿qué sigue? ¿Busca otro disco?

Sí, estoy buscando otro disco. Cuando estaba paseando por Buenos Aires me di cuenta de que nunca antes había intencionado la búsqueda de las canciones, hasta esta vez. Luego me relajé y pensé que no está tan intencionada, está la búsqueda vital. Son una misma cosa, yo necesito vivir para narrar, para tener algo que contar, sentirme vivo contándolo, no aburrirme de mí mismo y pensar que estoy haciendo otra vez la misma canción.

Hasta esta vez había sido absolutamente orgánico el llegar a América Latina e inspirar las canciones. Y ahora sí ha habido una intencionalidad. Llevaba tres años en España y necesitaba salir una temporada larga, pero me he dado cuenta de que hay una cuestión casi viciada y parece que necesito venir a América para escribir canciones, eso no está bueno. Relacionar la creatividad a un contexto o una geografía es muy limitante. Me he enganchado un poco a la energía, paisaje, contextos sociales, personas y ocio latinoamericano para inspirar mis canciones, tengo que reformularlo para que siga siendo una cuestión natural y no buscada.

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¿Qué es lo que sigue para tu carrera?

Vueltas es el primero de nuestros cuatro discos en el que realmente creo que encontramos nuestro propio sonido. Ya sabemos un poco hacia dónde ir y eso puede estancar porque la idea es seguir buscando. Podríamos hacer este nuevo disco latinoamericano ya más sólido. En algún momento tendremos que virar el timón para no aburrirnos, a lo mejor una experimentación electrónica o buscar otras sonoridades que nos alienten a seguir creciendo y aprendiendo.

¿Cuál es su más grande sueño como cantautor?

Son sueños pequeños que pasan por tocar en un lugar. Pero siento que está el sueño con hacer una de esas canciones que se quedan en el imaginario colectivo como un himno. Ya he hecho grandes canciones que son himnos como Amar —sobre otras maneras de interpretar el amor— y como Los olvidados —sobre la memoria histórica y los nadies, olvidados en nuestros territorios— o como Vueltas —sobre andar en viaje, como yo—. Siento que aún no lo he encontrado y no sé si encontraré algún día esa canción universal.

¿Qué ha significado no hacer parte de grandes sellos y mantener la independencia desde la autogestión?

Hay una cuestión identitaria en la autogestión, es mucho más profundo. Intento buscar el equilibrio entre publicar en las redes sociales para ganar público y tener tiempo para mí. El equilibrio entre hacer marketing de la música, pero no dejar de hacer política y una búsqueda interior de lo que quiero narrar. Entonces, la autogestión nos permite balancearnos un poco.

Siento que ser dueño del tiempo, obra y elegir con quién trabajar hace que este camino sea sincero y abundante. También es importante que el público sea un poco afín a uno para que entienda y respete. Que conozca lo que uno intenta ser. Aunque cuesta llegar a la gente, es imposible tener la publicidad de las disqueras por nuestros propios medios. Vamos lento, pero vamos lejos.

De las canciones que has escrito, ¿cuál es la favorita del Pedro Pastor de este momento?

Si tengo que elegir una sola es Los olvidados.

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