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Encontrar significados profundos en los detalles sencillos es una labor ardua y poco común en cualquier arte. Lo frágil, lo cotidiano y lo humano es menos frecuente que aquello majestuoso y extraordinario, a pesar de que lo primero es más real y emotivo y lo segundo es ilusorio y fugaz.
El concierto presentado por Oscaryvan Garzon Trío, el pasado 26 de mayo en la Sala de Conciertos de la Biblioteca Luis Ángel Arango, fue un tributo a la belleza de la cotidianidad: una voz, una mirada, el amor, el mar, una canción de cuna, la ciudad, todo aquello que rodea al mundo y le confiere sentido a ese trasegar.
El programa propuesto por el trío fue una invitación a escuchar en vivo los temas incluidos en su disco Cumbre y asfalto (2016), composiciones de Oscaryvan Garzón, y un tema extra, Viejo Lechu, del baterista Juan Camilo Anzola. Todos, sin excepción, parten de historias íntimas que se vuelven universales.
El jazz de Colombia, como quedó demostrado con Páramo, Juan Pablo Cediel Quinteto y Los Taitas, otras tres agrupaciones que pasaron por esta Sala en el mes de mayo, aluden a las gentes y los paisajes del país y el continente latino, nutriéndose de la riqueza rítmica de altiplanicies, costas y gran Caribe.
Así, el jazz colombiano se ha comenzado a configurar como un nuevo género local con un estilo bien marcado y una tendencia clara por construir desde la tradición. En este caso, además de varios temas de estilo norteamericano, el trío condujo al oyente desde la bimetría del bambuco, como en Jazzambuco, hasta la tonada de una marimba de chonta, imitada por el teclado, en Oí negra.
Lo primero que se escuchó en el concierto fue el piano solo y lírico de Oscaryvan Garzón. El carácter cantable y a la vez virtuoso demostró su capacidad de crear y expandir la música a partir de frases cortas e íntimas que desembocan en un caudal amplio y diestro, como una gota de agua que se convierte en océano.
Súbitamente, la batería interrumpió la escena apacible creada por el piano con un ritmo dinámico de samba al que luego se sumó un bajo protagónico y reminiscente de aquel primer carácter sutil del inicio. For Denisse se convirtió así en introducción y síntesis de lo que sucedería más adelante, una alternancia constante entre la suavidad y la fuerza, entre líneas largas y ritmos compuestos o fragmentados, entre el sonido del ensamble y el poder improvisatorio de cada uno de los intérpretes.
La variedad de timbres y dinámicas que logra Juan Camilo Anzola en la batería y su conciencia e intuición para acompañar son cualidades auténticas. El ritmo es tan suyo que hace música con los silencios y es posible escucharlo incluso cuando no toca, características que fueron evidentes, por ejemplo, en Cumbre y asfalto.
En este mismo tema, la introducción de Diego Pascagaza en el contrabajo permitió lucir su habilidad para frasear dentro del estilo, alternar acentos y articulaciones y exponer su sonido redondo. Por otra parte, en Sea & Groove quedó en evidencia su capacidad para mezclarse en la batería y hacerse rítmico y potente, invisible en ocasiones y protagónico en otras.
Tender Love, una canción de cuna, fue tal vez el tema más emotivo de la velada. Con un carácter casi programático, el mar es emulado por los platillos de la batería, y una melodía simple presentada a unísono por contrabajo y piano se convierte en la base sobre la cual todos los instrumentos cantan. Garzón condujo el movimiento y el carácter de este y todos los temas con el desarrollo fantástico de sus improvisaciones, en los que expande la línea melódica hasta nuevos horizontes y luego la retoma para concluir sus intervenciones.
En contraste con estos temas líricos, el funk Sea & Groove, el tema con raíces afrocubanas Viejo Lechu y La séptima, para trío de jazz y saxofón soprano, imprimieron una parte mucho más rítmica que demandó mayor comunión, balance y trabajo de ensamble. La precisión, la expresividad y la conciencia mutua fueron impecables.
De bis, Oscaryvan Garzon Trío decidió regalar su propia versión de Clocks, de Coldplay, y, aunque surtió un buen efecto, este cierre de jazz en la Luis Ángel Arango pudo haber sido mucho más coherente y efectivo si el último tema guardara esa línea cercana a lo local que caracterizó este mayo y que está haciendo del jazz colombiano un nuevo género tradicional.
* Maestra en música con énfasis en clarinete y comunicadora social con énfasis en periodismo de la Pontificia Universidad Javeriana. Sus principales intereses son el periodismo musical y la gestión cultural.