Entre la invisibilidad y la ausencia: las mujeres en la producción de rap
Las productoras One Trip y la “Crespa” Álvarez hablan del panorama local. Una conversación que sigue pendiente 50 años después del nacimiento del género.
Zaira Sofia Ariza
Detrás de cada rapero hay un gran productor. No es coincidencia que dentro de la cultura hip hop se hayan creado consignas como la de “no dj, no show”, resaltando que quienes hacen djing detrás de las consolas hacen un trabajo fundamental en la música que sonoriza los espacios de fiesta y que hoy, cincuenta años después, le ha dado la vuelta al mundo.
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Detrás de cada rapero hay un gran productor. No es coincidencia que dentro de la cultura hip hop se hayan creado consignas como la de “no dj, no show”, resaltando que quienes hacen djing detrás de las consolas hacen un trabajo fundamental en la música que sonoriza los espacios de fiesta y que hoy, cincuenta años después, le ha dado la vuelta al mundo.
Aunque ser dj no es lo mismo que ser productor, es usual que quienes se encargan de hacer que el boom bap y los samples suenen bien en el estudio, también compartan escenario con los intérpretes de rimas. Por su labor figuras como Madlib, MF DOOM, The Alchemist, Kayne West, entre otros, se han destacado por brindarle a la cultura el sonido que la identifica.
Colombia no es la excepción. Productores como Mismo Perro, Soul A.M, AvenRec, Las Hermanas, Ecks MDC y el Arkeólogo han hecho los beats sobre los que los raperos locales demuestran sus habilidades. Sin embargo, hay quienes dentro de esta labor brillan por su ausencia. Las mujeres Y sí las hay, solo que no son reconocidas.
“Hay todavía un tabú dentro de la misma sociedad como ‘es que eso lo hacen los hombres’”, explica Luisa Valencia, conocida en el género como One Trip, productora antiqueña que, junto con la Crespa Álvarez, otra productora radicada en el oriente del departamento, hablan para El Espectador del papel de las mujeres dentro en el mudo beatmaking
“Yo también conozco muchas nenas que son DJ’s pero no en el en el rap. Se tiene la idea de que algunos papeles en la en la música son más de los hombres que de las mujeres”, dice la Crespa Álvarez.
Según un estudio realizado por la universidad USC Annenberg con la financiación de Spotify, el menor porcentaje de puestos en la industria lo ocupan las mujeres, siendo únicamente el 2 % de las productoras que realizaron creación musical en las canciones del Billboard Hot 100 del año 2020.
No hay un estudio que compruebe que las beatmakers en la producción de rap son escazas, pero basta con echar una ojeada a otros géneros como la electrónica, donde la presencia de las mujeres en la producción y composición es más amplia.
“Es difícil porque uno quisiera tener más el apoyo e incluso compartir más con las compañeras, y muchas veces tienen que dejar de hacer ciertas cosas porque son mamás o porque tienen otras labores en sus vidas. A veces en Colombia es un poquito difícil vivir de eso de la música, entonces nosotras siempre nos vamos como a la segura, como a poder cuidar nuestros hijos,”, agrega La Crespa.
Es decir, se juntan dos factores: la dificultad de vivir de la música y hacerlo siendo mujer.
En el país, las labores del cuidado no remunerado representan un 19,6 % del PIB. Siendo un 77,7 % de las horas realizadas por mujeres. Así lo reportó el Dane en un estudio publicado a mediados de 2022.
Ese mismo año se reportaron en el país un total de 18,3 millones de colombianos que vivieron en pobreza monetaria según la misma institución. Además, en el índice de coeficiente Gini, que mide los índices de desigualdad en los países, siendo 0 una distribución igual y 1 una distribución totalmente desigual, Colombia marcó un porcentual de 0,55.
Frente a los obstáculos, los y las artistas han creado resistencia desde el barrio. “En Colombia no solo para las mujeres, sino también para los hombres es muy difícil vivir de la música. Incluso los procesos no continúan. Por ejemplo, aquí en Río Negro había procesos de colectivos donde nos enseñaban ciertas cosas de producción y de un momento a otro eso se acabó”. Por lo que relata La Crespa, las herramientas para producir son muy costosas, razón por la cual le ha tocado desempeñarse en trabajos que no le gustan y que, aunque valora, están alejados de su objetivo en la música.
One Trip logró acabar su formación musical en Escuela de Audio y Sonido de Colombia, aunque no por eso su camino ha sido más fácil. Según ella lo que hace falta especialmente en el rap, es más colaboración. “Estoy impulsando ahorita dos raperas de la ciudad que no tenía ni un solo disco, ni una canción grabada, entonces siento que va de parte y parte como uno también como productor tener esa responsabilidad. Siento que también tengo esa responsabilidad de ir encontrando nuevos talentos”.
La Crespa coincide pues, además de productora estudia Gestión Cultural. “Si nosotros como gestores empezamos a crear espacios en donde se visibilice el trabajo de las mujeres sería de gran aporte. Si estamos hablando de que las mujeres hacen parte de la cultura, no las excluyan, hagan eventos mixtos, hagan eventos donde se vean las dos caras de la moneda y cada quien exprese a su forma lo que ellos creen y lo que ellos piensan del rap”.
Lejos de lamentarse porque el camino es pedregoso, reconocen que lo que deben hacer es brillar por su propio talento y abrir camino para las que vienen. “Es como que también vos misma tener criterio y decir ‘no, es que esto también lo puede hacer bien una mujer’. Es que los hombres también pueden danzar ballet, las mujeres también pueden jugar fútbol. Creo que es de la misma sociedad se ha implementado un tabú. Nunca fue que porque yo era mujer entonces no me dejaron estudiar la producción. No, es crear cancha”, dice One Trip.
“De acá hay un compañero que salió y que está produciendo con Oblivion’s [Migthy Trash], se llama Diablito. Yo nunca esperé que nosotros llegáramos a ese punto, yo lo veo a él y digo ‘qué chimba’ porque el año pasado, o no sé si fue este año, en el Parque de los Deseos él se presentó con Oblivion’s y eso era lleno de gente. Yo me sueño con algo así, con estar en tarimas grandísimas y poder mostrar pues a todo el mundo lo que nosotros hacemos desde el Oriente y desde Colombia”, dice “La Crespa”
El cumpleaños de la cultura que se creó en un edificio de la 1520 de la avenida Sedgwick en el Bronx es agridulce. Ha conquistado cientos de corazones, brindándoles un sentido de vida, sin embargo, cincuenta años después, las mujeres, aún tienen muy poco espacio en sus expresiones artísticas. A pesar de ello ellas han vuelto a la raíz y han optado como sus antecesoras la actitud rappa de pararse duro por lo suyo. Que existen y están para quedarse.