Estéreo Picnic: en el planeta de Kali Uchis por 45 minutos
La pereirana, que creció en Estados Unidos, se presentó por primera vez en este festival. Fue el encuentro con el público colombiano dos semanas antes de lanzar su primer álbum de estudio.
María Alejandra Medina C. / @alejandra_mdn
“¡Kali, Kali, Kali!” gritaba la multitud minutos antes de que una de las artistas más esperadas de la noche saliera al escenario. Era la primera vez que Kali Uchis se presentaría en un Estéreo Picnic, y, probablemente, la primera vez que muchos en el público la verían en vivo. Conscientes o no, estaban ahí para asistir quizá al último show de una Kali Uchis de culto, pues desde ahora su nombre será cada vez más familiar.
El eco de la aclamación era como el de las películas, cuando hay tensión antes de un concierto trascendental. Salió a la tarima, y su presencia y el rosado de su minivestido y de sus botas hasta la rodilla llenaron el lugar, se tragaron las luces blancas, azules y amarillas. Todo se veía y se oía rosa desde atrás. Karli Marina Loaiza (Karluchis, y, por ende, Kali Uchis), la colombiana, con un peinado sesentero, saludó y dijo sentirse feliz de estar en casa.
La diva, que compone cada una de sus canciones –así como a ella misma: arte, maquillaje y vestuario–, interpretó un poco de todo su repertorio, una mezcla de pop, R&B y hip hop. “Esta es muy vieja, a ver si la conocen”, dijo antes de Table for Two, de su primer mixtape, Drunken Babble (2012), hecho por ella, con un computador y un micrófono, y con el que le bastó para atraer la atención de grandes como Snoop Dogg, con quien en 2014 cantó On Edge.
De Por vida, su primer EP, producido en parte por Tyler The Creator, no faltó Loner y, para el cierre, Ridin’ Round, cuyo video fue rodado en su natal Pereira y dirigido, cómo no, por ella.
Kali, de 23 años, se presentó en Bogotá dos semanas antes del debut de su primer álbum de estudio, Isolation. De este, interpretó Tyrant y Nuestro planeta. Más de uno, con seguridad, se quedó con la ilusión de ver a Reykon saltar al escenario para cantar su parte, cosa que no ocurrió. También se presentó con su último lanzamiento –grabado con Bootsy Collins y, de nuevo, con Tyler The Creator–, After the Storm, la misma noche en que se enteró que con el sencillo había ganado “single de oro”.
Después de tropezar y caer al suelo en la tarima, el coro de Know What I Want se escuchó con más fuerza, como para decirle que todo estaba bien. Ella continuó como si nada, con la seguridad que suele proyectar de sí misma, incluso cuando le han dicho que baila como si cubos de hielo le rodaran por la espalda.
Para el público hubo varias rosas, un cover de Sabor a mí y 45 minutos de baile sensual y de una voz dulce pero potente, inspirada, entre otras, por Amy Winehouse, y acompañada de una banda que nos recordó que Kali, aunque parezca, no lo hace todo sola. Quedó el sinsabor de un escenario a lo mejor pequeño para ella, y de un cierre prematuro. Kali se bajó 15 minutos antes de lo previsto.
Para alegría de muchos, la pereirana volvió a aparecer en escena, esta vez en la tarima principal, como invitada de Gorillaz, para interpretar She’s my Collar, colaboración de Kali Uchis en el último álbum de la banda de Damon Albarn, Humanz. Alegría, además, por haber hecho parte, así fuera unos minutos, del que varios ya han catalogado como el mejor show en toda la historia del Estéreo Picnic.
El concierto de Kali Uchis quizá fue una invitación a comprobar el éxito de su primer álbum, en el que ya no es ella sola, como en su primer mixtape, sino una gran cantidad de manos en la producción –como Damon Albarn y Kevin Parker, de Tame Impala– y voces como la de Jorja Smith y los mismos Bootsy, Tyler The Creator y Reykon.
También, un aliciente para no perderle la pista a esta artista, a su música y su estética, a veces como de algodón de azúcar, vintage, a veces funky, urbana, usualmente erótica, siempre auténtica.
“¡Kali, Kali, Kali!” gritaba la multitud minutos antes de que una de las artistas más esperadas de la noche saliera al escenario. Era la primera vez que Kali Uchis se presentaría en un Estéreo Picnic, y, probablemente, la primera vez que muchos en el público la verían en vivo. Conscientes o no, estaban ahí para asistir quizá al último show de una Kali Uchis de culto, pues desde ahora su nombre será cada vez más familiar.
El eco de la aclamación era como el de las películas, cuando hay tensión antes de un concierto trascendental. Salió a la tarima, y su presencia y el rosado de su minivestido y de sus botas hasta la rodilla llenaron el lugar, se tragaron las luces blancas, azules y amarillas. Todo se veía y se oía rosa desde atrás. Karli Marina Loaiza (Karluchis, y, por ende, Kali Uchis), la colombiana, con un peinado sesentero, saludó y dijo sentirse feliz de estar en casa.
La diva, que compone cada una de sus canciones –así como a ella misma: arte, maquillaje y vestuario–, interpretó un poco de todo su repertorio, una mezcla de pop, R&B y hip hop. “Esta es muy vieja, a ver si la conocen”, dijo antes de Table for Two, de su primer mixtape, Drunken Babble (2012), hecho por ella, con un computador y un micrófono, y con el que le bastó para atraer la atención de grandes como Snoop Dogg, con quien en 2014 cantó On Edge.
De Por vida, su primer EP, producido en parte por Tyler The Creator, no faltó Loner y, para el cierre, Ridin’ Round, cuyo video fue rodado en su natal Pereira y dirigido, cómo no, por ella.
Kali, de 23 años, se presentó en Bogotá dos semanas antes del debut de su primer álbum de estudio, Isolation. De este, interpretó Tyrant y Nuestro planeta. Más de uno, con seguridad, se quedó con la ilusión de ver a Reykon saltar al escenario para cantar su parte, cosa que no ocurrió. También se presentó con su último lanzamiento –grabado con Bootsy Collins y, de nuevo, con Tyler The Creator–, After the Storm, la misma noche en que se enteró que con el sencillo había ganado “single de oro”.
Después de tropezar y caer al suelo en la tarima, el coro de Know What I Want se escuchó con más fuerza, como para decirle que todo estaba bien. Ella continuó como si nada, con la seguridad que suele proyectar de sí misma, incluso cuando le han dicho que baila como si cubos de hielo le rodaran por la espalda.
Para el público hubo varias rosas, un cover de Sabor a mí y 45 minutos de baile sensual y de una voz dulce pero potente, inspirada, entre otras, por Amy Winehouse, y acompañada de una banda que nos recordó que Kali, aunque parezca, no lo hace todo sola. Quedó el sinsabor de un escenario a lo mejor pequeño para ella, y de un cierre prematuro. Kali se bajó 15 minutos antes de lo previsto.
Para alegría de muchos, la pereirana volvió a aparecer en escena, esta vez en la tarima principal, como invitada de Gorillaz, para interpretar She’s my Collar, colaboración de Kali Uchis en el último álbum de la banda de Damon Albarn, Humanz. Alegría, además, por haber hecho parte, así fuera unos minutos, del que varios ya han catalogado como el mejor show en toda la historia del Estéreo Picnic.
El concierto de Kali Uchis quizá fue una invitación a comprobar el éxito de su primer álbum, en el que ya no es ella sola, como en su primer mixtape, sino una gran cantidad de manos en la producción –como Damon Albarn y Kevin Parker, de Tame Impala– y voces como la de Jorja Smith y los mismos Bootsy, Tyler The Creator y Reykon.
También, un aliciente para no perderle la pista a esta artista, a su música y su estética, a veces como de algodón de azúcar, vintage, a veces funky, urbana, usualmente erótica, siempre auténtica.