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Ella es así: alegre y sensible, una cantadora eterna de sus penas y alegrías. A veces es “como una planta que necesita el sereno” y otras “como el trago de ron que calienta su garganta” en medio de una rueda de bullerengue. Una madre entregada y una abuela consentidora, y como Juancho Polo Valencia, ella también es Eustiquia Amaranto Santana en su tierra, Turbo (Antioquia), y fuera de ella.
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Partera, rezandera, cortadora de arroz, cogedora de maíz seco, pescadora, cocinera de comida tradicional, vendía fritanga, maíz verde, maíz seco, relleno de marrano, tripa de chorizo, y como ella lo cuenta, en su vida ha hecho todo lo que puede hacer una mujer cuando le toca ser padre y madre para levantar a sus hijos.
Ante todo, dice La justa, como aterrizando su larga vida al presente, es una anciana de 92 años (93 el próximo 29 de septiembre) a la que se le cumplió el sueño de eternizar en un disco las canciones que le han “llegado de repente a la mente” en su día a día y que retratan la vida en Turbo y los palos y las flores nativos del Urabá antioqueño, de la violencia que se vivió allí, pero también de la alegría de ser madre, sus ganas de cantarles a Dios y a su familia.
“Yo soy nacida, criada y vivida en Turbo. Todo lo que tuve fue Turbo”
De sangre bullerenguera, pues su abuela era cantadora, le interesó desde muy pequeña el bullerengue. “Era un espacio de adultos, no me dejaban entrar, así que me dediqué a escuchar a Fidencia”, cuenta. Fidencia Simanca, una de las cantadoras y matronas de Turbo, a quien admiraba, fue ejemplo para Eustiquia Amaranto. A los ocho años ya cantaba Mariquita, la picarona y Manolo Barrios cuando le lavaba las chamarretas a su padre.
Con su voz se abrió paso y poco tiempo después encontró un espacio en ese mundo de adultos que la limitaba. Empezó a cantar bullerengue junto a Martina Barceiro, en su tierra. “Una vez escuché a alguien más cantar Mariquita, la picarona, y desde ahí me propuse cantar mis propias letras”. Así que se dedicó a anotar “todo lo que salía de su cabeza” estrofeando y rimando versos.
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Durante 20 años lideró el grupo de bullerengue Brisas de Urabá. Su prima hermana Arcenia Asprilla le cedió el puesto cuando falleció y le pidió explícitamente no cambiar el nombre. Junto a Brisas, Eustiquia recorrió rincones bullerengueros y ciudades capitales del país, cantó y bailó por años y conoció a quien sería su amiga entrañable en el folclor.
Le pregunto por Etelvina Maldonado y dice: “Puerto ni lo mentamos porque eso fueron miles de años que cantamos ‘¿Por qué me pegas?’ en Puerto”. La misma canción que Eustiquia prometió cantarle a Etelvina el día de su muerte cumpliendo la promesa que emulaba la canción de Escalona a Jaime Molina. De las dos, quien se fuera primero debía despedir a la otra con su amado bullerengue. “Con ella se fue un gran saber, pero cuando uno es buen compañero no se olvida de su amigo”, concluye con la voz entrecortada.
Grabar su primer disco a los 92 años
Aunque 92 es un número grande y muchos a esa edad poco pueden hacer, la maestra Eustiquia Amaranto se mantiene como el pichindé, un árbol de su tierra, duro y fuerte. Es por eso que grabar un disco, de ocho canciones, con múltiples grabaciones de audio y de imagen, fue un reto que superó con honores.
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Brayan Medrano, músico y sobrino de Eustiquia, la acompañó en la grabación del disco. “Ella estaba contenta, muy presta a aportar la gracia y el doble sentido propio de su personalidad”, contó. Se siente contenta porque ahora sí tendrán las futuras generaciones un referente físico y digital para conocer y escuchar sobre Eustiquia Amaranto. “Al fin le dieron el valor que mi voz y mi obra se merecían”, afirmó ella.
“Con gusto, amor y alegría”. Eso dice en el video casero que lleva por nombre Apoyemos a La justa y que se grabó para la recolección de fondos a través de una página de crowdfunding. Porque sí, Yo soy Eustiquia, el primer disco de la maestra que se lanzó el pasado 28 de agosto es una cocreación comunitaria de diferentes personas que coinciden en reconocer el valor de una ópera prima por parte de una cantadora ancestral.
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Ese grupo extenso de personas lo encabezan María Mónica Manjarrés, Brayan Medrano (sobrino), Urabá Ruiz Tabares y Mauricio Araya Sandoval. Mauricio, conocido en el mundo de la música electrónica como Mr Toé, fue el productor de la obra musical. Aunque es chileno radicado en Colombia desde hace diez años, y su enfoque principal es la música electrónica, se ha volcado a la investigación de la música raizal y se ha echado al hombro la labor de rescatar a nuestros cantadores ancestrales colombianos y ayudarlos a tener su gran primer disco.
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Lo hizo en 2014 con el grupo Palmeras de Urabá y en 2016 con el maestro Magín Díaz. Esta vez el turno fue para Eustiquia Amaranto, a quien llegó a través del interés de Mónica Manjarrés y Brayan Medrano por dejar grabadas las canciones de la maestra del bullerengue.
La experiencia de grabar con Eustiquia Amaranto, junto a todos los músicos a la vez, la describe como enriquecedora. Fueron alrededor de tres días en un quiosco en la iglesia de Turbo, uno de los pocos lugares en el municipio que cumplía las condiciones para una grabación profesional. “El bullerengue no es un tipo de música que se grabe por separado. Es muy espontánea, así que para respetar esa espontaneidad y captar ese momento de comunión musical es mejor grabarlos a todos de una vez, y captar la esencia”, asegura el productor.
La curaduría de las canciones del disco las hizo la propia artista. Brayan Medrano cuenta que “ella escogió donde se sintiera más cómoda y temas representativos que han marcado su trayectoria artística”. Dentro del disco está Yo soy así, La quema de Turbo, La cuña, Cada uno, cada cual, El pichindé, La sopa, El cuchillito y Borracha.
Desde el arte de la portada del disco, realizada por Linda Montoya, hasta la selección de canciones escogidas, son un retrato de lo que ha sido la vida de Eustiquia Amaranto durante sus 92 años de vida.
Una vida llena de saberes con los que logró criar a sus 8 hijos y sigue criando a sus 44 nietos, enseñándoles su tradición, “porque aunque las nuevas generaciones no tengan el mismo parlamento de la viejita, ni el mismo consonante, cuando los veo cantar bullerengue sé que de esta viejita aprendieron muchas cosas y me recordarán”.
* De la Fundación Color de Colombia.