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                                                                                                                                  Juan Nicolás Estela: “Realmente yo me casé con la chica del billete”

                                                                                                                                  El cantante y músico Juan Nicolás Estela, fundador de la agrupación Los Yetis y parte fundamental de la historia del rock colombiano, falleció, según se confirmó en la tarde de ayer. Presentamos este texto que hace parte del libro “Si he sido vida fue por darte a ti la vida. La balada entre besos y voces” de Édison Marulanda Peña.

                                                                                                                                  Édison Marulanda Peña*

                                                                                                                                  El cantante y músico Juan Nicolás Estela, fundador de la agrupación Los Yetis, fue parte fundamental de la historia del rock colombiano.
                                                                                                                                  Foto: RTVC
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  La joven seguramente no sabe que esas manos blancas y largas que han recibido el objeto de cristal, en los años sesenta pulsaban con fervor la guitarra puntera de Los Yetis, un grupo de Medellín del que también era primera voz. Sus otros integrantes: Juan Guillermo López, a quien Estela califica de «un loco de aquí a la luna», guitarra rítmica y segunda voz; Hernán Pabón, en la batería; Norman Smith, en el bajo eléctrico.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Me invita a acompañarlo en la búsqueda para transar con la sed. El sitio más cercano es una taberna que ha cambiado de nombre y de identidad musical, en el primer nivel del edificio Centro del Comercio. Regresamos al segundo piso del hotel con dos Costeñas destapadas. El mito que se ha encargado de condenar el cigarrillo y los líquidos fríos como enemigos del cuidado de la voz de quien canta, es locutor o predicador, queda destruido por este hombre descomplicado que el 12 de octubre cumplirá cincuenta y ocho años.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Aunque hoy los programadores de emisoras con formato musical de adulto no incluyen sus canciones, en la década prodigiosa compartió coliseos y estadios repletos con figuras de la Nueva Ola como Enrique Guzmán, César Costa y sus coetáneos colombianos The Speakers, Los Ampex, Los Flippers, y solistas surgidos en Juventud Moderna, el Club del Clan o Estudio 15. Y deseó haber estado junto a Rocío Dúrcal, Angélica María, Alberto Vásquez o Palito Ortega en algún concierto, algo que nunca sucedió.

                                                                                                                                  Juan Nicolás, que proviene de una familia taurina del Valle del Cauca, también sabe torear el fracaso y es un reincidente que se ha casado cuatro veces; su tío-abuelo, Pepe Estela, vivió noventa y ocho años, fue dueño de la ganadería Ambaló.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Hablando de la familia, al preguntarle por antecedentes musicales revela que es una herencia que viene de ambas ramas. Su padre se marchó muy joven a los Estados Unidos, donde se ganaba la vida cantando en cabarets, nadie sabía de qué categoría. Al salir de uno de estos sitios de diversión varios miembros del Ejército lo obligaron a subirse a un camión. «Los Estados Unidos de América acaban de entrar en la guerra para combatir al Eje y usted queda reclutado para defender la democracia y la libertad de nuestra nación», dijo uno de los militares. Él apenas pudo balbucir que era ciudadano colombiano y que no quería participar en esa confrontación. Entonces lo increparon a que regresara de inmediato a su país natal, pero el hombre se negó por alguna razón y finalmente resultó dentro de las fuerzas de combate en la invasión a Normandía. Se llamaba igual que su hijo, Juan Nicolás, al que jamás pudo escuchar cantando porque murió cuando el niño tenía tres años.

                                                                                                                                  Por otro lado, su madre tocaba bien el piano. Al quedar viuda decidió casarse de nuevo. Entonces su primogénito nacido en Cali, que había cursado la educación básica primaria en el encopetado colegio Berchmans, donde tuvo de compañero de clase durante cinco años a Harold Orozco –talento impulsado luego por Alfonso Lizarazo y futuro cantautor de Destino la ciudad, tema de una exitosa telenovela de los setenta–, fue enviado a Medellín a vivir con sus abuelos.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Allí empezaría por cantar en fiestas juveniles y su relación amorosa con la guitarra. En primer año de bachillerato –hoy grado sexto– en el Instituto Jorge Robledo, su compañero de pupitre del lado izquierdo era un niño malgeniado de nombre Álvaro Uribe Vélez. (Aunque no sea un dato relevante para los biógrafos, es la única vez que Uribe estuvo a la izquierda).

                                                                                                                                  En la ciudad donde nació el Nadaísmo, la misma que Gonzalo Arango desnudó en Medellín a solas contigo, Juan Nicolás recibió clases de cuerdas de un veterano músico, Carlos Washington Andrade, una de las primeras guitarras de Los Trovadores del Cuyo. Se podría afirmar que aprendió bien los secretos del instrumento, un regalo del abuelo; sin embargo no ocurrió igual con los estudios de piano y acordeón en el conservatorio, porque fueron truncados debido a que lo aburría leer las notas.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  El súbito comienzo de su carrera en el sello Zeida fue gracias a la hija del propietario, Alfredo Díez, quien lo escuchó cantar en la fiesta de una quinceañera y se entusiasmó con su voz fresca. Pasaron dos semanas y el adulto tuvo que llamarlo nuevamente al notar que el muchacho no aparecía a cumplir la cita acordada. Cuando conoció el estudio de grabación el susto fue incontenible al mirar la enormidad del espacio donde cabía una orquesta sinfónica, con numerosos micrófonos y atriles.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  En la prueba cantó Diana de Paul Anka –ya se escuchaba un cover de César Costa– y Mary Isabel, original de Leo Dan. La siguiente llamada fue de un ejecutivo de la disquera para proponerle hacer dos canciones de un disco de 78 rpm. El joven sugirió hacer una versión de El llavero y mi corazón, tema que aprendió porque lo escuchaba en una modesta frecuencia del dial que se atrevía a difundir géneros diferentes. Tenía apenas dieciséis años cuando se volvió un éxito nacional por la aquiescencia de varias emisoras que ya empezaban a valorar el nuevo sonido. Este suceso trajo consigo la decisión de la compañía de grabar un LP con él.

                                                                                                                                  Así las cosas, por cada canción del larga duración le pagaban cinco pesos. «Alcanzaba para salir con la novia a cine el fin de semana, comprar helados, comer en un restaurante y pagar los taxis de regreso a casa», recuerda mientras libera por nariz y boca el humo de otro cigarrillo hacia un costado y luego consume el último sorbo de la cerveza.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  La carátula del disco lleva una fotografía en color. El fondo es un amplio antejardín de una vivienda campestre y arquitectura modernista, con paisaje de montañas, árboles y buganvilias exhibiendo sus flores lilas. En primer plano está un Ford Mustang convertible de color amarillo con las puertas abiertas. En un lado, de pies dentro del carro y medio cuerpo fuera, está el cantante de rostro imberbe, cabello corto de copete y gomina, y a su derecha tres muchachas que lo observan lucen los peinados, el maquillaje y la ropa muy colorida a la usanza. Con tinta azul, en grandes caracteres en la parte superior está su nombre, Juan Nicolás Estela.

                                                                                                                                  En la contra-carátula, pero en blanco y negro, puede leerse en la parte inferior un texto sin firma. Resume los rasgos y preferencias de los jóvenes de aquella generación, que marcaba rupturas de todo tipo; no obstante otra parte de ella simplemente acogía la moda de los ‹‹cocacolos››, sin comprometerse con ideales políticos o suscribir promesas de cambio social. De entre los seis párrafos, quizá el tercero es el más contundente:

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  […] Los jóvenes que nacieron a partir de 1945, al adquirir conciencia lanzaron una airada protesta contra el estilo literario y musical que estaba en boga en los años 40. Ellos, los jóvenes, crearon su propia forma de expresión: una literatura nada almibarada, un acento que está más cerca del desconcierto que de la alegría y el dolor. Es la ‘Nueva Ola’ que nada quiere saber de los sollozos del bolero ni de las nostalgias del tango arrabalero.

                                                                                                                                  Es una declaración de inconformidad con la estética anterior, asumida desde la música y las letras. Menciona con mayúscula los géneros que los cautivan:

                                                                                                                                  Es el Rock and roll, el Slow, el Twist, la Bossa Nova. Todo aquello que en música y palabras parece traducir un estado de ánimo, de rebeldía, una inestabilidad y un temor hacia el futuro. La voz quebrada del enamorado de ayer ha sido reemplazada por la euforia del alarido […].

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Cuando hacía la grabación del segundo álbum con Zeida, un sello de Codiscos, le pusieron mejor instrumentación. Fue justo cuando recibió una oferta de Discos Fuentes, una de las dos compañías discográficas más importantes del país. Le ofrecían un contrato de exclusividad por dos años y pagarle diez mil pesos por cada LD. «Eso era mucha plata. En aquel tiempo un carrito costaba cinco o seis mil pesos. De inmediato acepté», dice Juan Nicolás. Y admite que por aquellos días se componía poco, porque las empresas casi no creían en los temas inéditos de sus artistas nacionales.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Cuando tenía diecinueve años y avanzaba por el inestable camino de la fama, gracias a éxitos como La chica del billete, Comprensión, La escoba, Calla, Enamorada de un amigo mío, Ojitos negros, Tus dieciséis años y Si tú me llevas –de Aznavour–, Mi compañera de clase, vino a Cali donde sucedió algo inesperado en un concierto. Conoce a una jovencita, Ana María, de la cual se enamora sin remedio y decide «mandar la carrera artística para el carajo, porque siento que no puedo vivir sin ella en otra ciudad y me quedo en Cali. Cumplo lo que falta del contrato con Fuentes y nos casamos a escondidas, un sábado, en Medellín».

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Complementa, «Álvaro Molina Hurtado, el padre, un hombre muy adinerado de una familia con catorce haciendas, dice que como me robé el corazón de su hija quiere premiarme y que escoja qué quiero hacer. Si deseo estudiar una profesión –me confiesa que él solo sabe dos cosas: cortar caña y contar vacas– puedo elegir cualquier universidad del mundo. Y me decido por Publicidad y Mercadeo en la Universidad de la Florida. Realmente yo me casé con la chica del billete, dos años después de haber compuesto la canción. Fue como una premonición», asegura este caleño.

                                                                                                                                  Cuando se retiró, al final de la década de los sesenta, Cromos publicó un artículo de cuatro páginas firmado por Gonzalo Arango: «Juan Nicolás Estela, un artista que se nos va». El tiempo pasó, se dedicó a la publicidad de jingles hasta que en 1996 quebró. Comprendió entonces que su estudio de grabación que usaba solamente de manera privada, «que se lo alquilaba a quien me diera la gana», lo necesitaba para ganarse la vida.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Juan Nicolás Estela pretende regresar al complejo mercado de los discos. Anhela conseguir una hazaña para uno de los pioneros del rock nacional y baladista fugaz. Cuando termine la producción de un disco que está haciendo solo, con música que hoy comercializan como de despecho, que por lo menos pegue una canción. En la que ha titulado Tres copas vuelca su esperanza de resurrección musical, mientras tararea un trozo a cappella: Te prometo serán solo tres copas / y en seguida seguiré por mi camino, / la primera será por mi derrota, / la segunda será por tu traición, / la tercera ha de ser por tu castigo.

                                                                                                                                  Mayo de 2006.

                                                                                                                                  *Crónica del periodista y escritor Édison Marulanda Peña; se encuentra en el libro “Si he sido vida fue por darte a ti la vida. La balada entre besos y voces” (Convocatoria Estímulos Secretaría de Cultura de Pereira, categoría Crónica y/o reportaje, 2022).

                                                                                                                                  El cantante y músico Juan Nicolás Estela, fundador de la agrupación Los Yetis, fue parte fundamental de la historia del rock colombiano.
                                                                                                                                  Foto: RTVC
                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  La joven seguramente no sabe que esas manos blancas y largas que han recibido el objeto de cristal, en los años sesenta pulsaban con fervor la guitarra puntera de Los Yetis, un grupo de Medellín del que también era primera voz. Sus otros integrantes: Juan Guillermo López, a quien Estela califica de «un loco de aquí a la luna», guitarra rítmica y segunda voz; Hernán Pabón, en la batería; Norman Smith, en el bajo eléctrico.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Me invita a acompañarlo en la búsqueda para transar con la sed. El sitio más cercano es una taberna que ha cambiado de nombre y de identidad musical, en el primer nivel del edificio Centro del Comercio. Regresamos al segundo piso del hotel con dos Costeñas destapadas. El mito que se ha encargado de condenar el cigarrillo y los líquidos fríos como enemigos del cuidado de la voz de quien canta, es locutor o predicador, queda destruido por este hombre descomplicado que el 12 de octubre cumplirá cincuenta y ocho años.

                                                                                                                                  PUBLICIDAD

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                                                                                                                                  Read more!

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                                                                                                                                  Aunque hoy los programadores de emisoras con formato musical de adulto no incluyen sus canciones, en la década prodigiosa compartió coliseos y estadios repletos con figuras de la Nueva Ola como Enrique Guzmán, César Costa y sus coetáneos colombianos The Speakers, Los Ampex, Los Flippers, y solistas surgidos en Juventud Moderna, el Club del Clan o Estudio 15. Y deseó haber estado junto a Rocío Dúrcal, Angélica María, Alberto Vásquez o Palito Ortega en algún concierto, algo que nunca sucedió.

                                                                                                                                  Juan Nicolás, que proviene de una familia taurina del Valle del Cauca, también sabe torear el fracaso y es un reincidente que se ha casado cuatro veces; su tío-abuelo, Pepe Estela, vivió noventa y ocho años, fue dueño de la ganadería Ambaló.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Hablando de la familia, al preguntarle por antecedentes musicales revela que es una herencia que viene de ambas ramas. Su padre se marchó muy joven a los Estados Unidos, donde se ganaba la vida cantando en cabarets, nadie sabía de qué categoría. Al salir de uno de estos sitios de diversión varios miembros del Ejército lo obligaron a subirse a un camión. «Los Estados Unidos de América acaban de entrar en la guerra para combatir al Eje y usted queda reclutado para defender la democracia y la libertad de nuestra nación», dijo uno de los militares. Él apenas pudo balbucir que era ciudadano colombiano y que no quería participar en esa confrontación. Entonces lo increparon a que regresara de inmediato a su país natal, pero el hombre se negó por alguna razón y finalmente resultó dentro de las fuerzas de combate en la invasión a Normandía. Se llamaba igual que su hijo, Juan Nicolás, al que jamás pudo escuchar cantando porque murió cuando el niño tenía tres años.

                                                                                                                                  Por otro lado, su madre tocaba bien el piano. Al quedar viuda decidió casarse de nuevo. Entonces su primogénito nacido en Cali, que había cursado la educación básica primaria en el encopetado colegio Berchmans, donde tuvo de compañero de clase durante cinco años a Harold Orozco –talento impulsado luego por Alfonso Lizarazo y futuro cantautor de Destino la ciudad, tema de una exitosa telenovela de los setenta–, fue enviado a Medellín a vivir con sus abuelos.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Allí empezaría por cantar en fiestas juveniles y su relación amorosa con la guitarra. En primer año de bachillerato –hoy grado sexto– en el Instituto Jorge Robledo, su compañero de pupitre del lado izquierdo era un niño malgeniado de nombre Álvaro Uribe Vélez. (Aunque no sea un dato relevante para los biógrafos, es la única vez que Uribe estuvo a la izquierda).

                                                                                                                                  En la ciudad donde nació el Nadaísmo, la misma que Gonzalo Arango desnudó en Medellín a solas contigo, Juan Nicolás recibió clases de cuerdas de un veterano músico, Carlos Washington Andrade, una de las primeras guitarras de Los Trovadores del Cuyo. Se podría afirmar que aprendió bien los secretos del instrumento, un regalo del abuelo; sin embargo no ocurrió igual con los estudios de piano y acordeón en el conservatorio, porque fueron truncados debido a que lo aburría leer las notas.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  El súbito comienzo de su carrera en el sello Zeida fue gracias a la hija del propietario, Alfredo Díez, quien lo escuchó cantar en la fiesta de una quinceañera y se entusiasmó con su voz fresca. Pasaron dos semanas y el adulto tuvo que llamarlo nuevamente al notar que el muchacho no aparecía a cumplir la cita acordada. Cuando conoció el estudio de grabación el susto fue incontenible al mirar la enormidad del espacio donde cabía una orquesta sinfónica, con numerosos micrófonos y atriles.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  En la prueba cantó Diana de Paul Anka –ya se escuchaba un cover de César Costa– y Mary Isabel, original de Leo Dan. La siguiente llamada fue de un ejecutivo de la disquera para proponerle hacer dos canciones de un disco de 78 rpm. El joven sugirió hacer una versión de El llavero y mi corazón, tema que aprendió porque lo escuchaba en una modesta frecuencia del dial que se atrevía a difundir géneros diferentes. Tenía apenas dieciséis años cuando se volvió un éxito nacional por la aquiescencia de varias emisoras que ya empezaban a valorar el nuevo sonido. Este suceso trajo consigo la decisión de la compañía de grabar un LP con él.

                                                                                                                                  Así las cosas, por cada canción del larga duración le pagaban cinco pesos. «Alcanzaba para salir con la novia a cine el fin de semana, comprar helados, comer en un restaurante y pagar los taxis de regreso a casa», recuerda mientras libera por nariz y boca el humo de otro cigarrillo hacia un costado y luego consume el último sorbo de la cerveza.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  La carátula del disco lleva una fotografía en color. El fondo es un amplio antejardín de una vivienda campestre y arquitectura modernista, con paisaje de montañas, árboles y buganvilias exhibiendo sus flores lilas. En primer plano está un Ford Mustang convertible de color amarillo con las puertas abiertas. En un lado, de pies dentro del carro y medio cuerpo fuera, está el cantante de rostro imberbe, cabello corto de copete y gomina, y a su derecha tres muchachas que lo observan lucen los peinados, el maquillaje y la ropa muy colorida a la usanza. Con tinta azul, en grandes caracteres en la parte superior está su nombre, Juan Nicolás Estela.

                                                                                                                                  En la contra-carátula, pero en blanco y negro, puede leerse en la parte inferior un texto sin firma. Resume los rasgos y preferencias de los jóvenes de aquella generación, que marcaba rupturas de todo tipo; no obstante otra parte de ella simplemente acogía la moda de los ‹‹cocacolos››, sin comprometerse con ideales políticos o suscribir promesas de cambio social. De entre los seis párrafos, quizá el tercero es el más contundente:

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  […] Los jóvenes que nacieron a partir de 1945, al adquirir conciencia lanzaron una airada protesta contra el estilo literario y musical que estaba en boga en los años 40. Ellos, los jóvenes, crearon su propia forma de expresión: una literatura nada almibarada, un acento que está más cerca del desconcierto que de la alegría y el dolor. Es la ‘Nueva Ola’ que nada quiere saber de los sollozos del bolero ni de las nostalgias del tango arrabalero.

                                                                                                                                  Es una declaración de inconformidad con la estética anterior, asumida desde la música y las letras. Menciona con mayúscula los géneros que los cautivan:

                                                                                                                                  Es el Rock and roll, el Slow, el Twist, la Bossa Nova. Todo aquello que en música y palabras parece traducir un estado de ánimo, de rebeldía, una inestabilidad y un temor hacia el futuro. La voz quebrada del enamorado de ayer ha sido reemplazada por la euforia del alarido […].

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Cuando hacía la grabación del segundo álbum con Zeida, un sello de Codiscos, le pusieron mejor instrumentación. Fue justo cuando recibió una oferta de Discos Fuentes, una de las dos compañías discográficas más importantes del país. Le ofrecían un contrato de exclusividad por dos años y pagarle diez mil pesos por cada LD. «Eso era mucha plata. En aquel tiempo un carrito costaba cinco o seis mil pesos. De inmediato acepté», dice Juan Nicolás. Y admite que por aquellos días se componía poco, porque las empresas casi no creían en los temas inéditos de sus artistas nacionales.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Cuando tenía diecinueve años y avanzaba por el inestable camino de la fama, gracias a éxitos como La chica del billete, Comprensión, La escoba, Calla, Enamorada de un amigo mío, Ojitos negros, Tus dieciséis años y Si tú me llevas –de Aznavour–, Mi compañera de clase, vino a Cali donde sucedió algo inesperado en un concierto. Conoce a una jovencita, Ana María, de la cual se enamora sin remedio y decide «mandar la carrera artística para el carajo, porque siento que no puedo vivir sin ella en otra ciudad y me quedo en Cali. Cumplo lo que falta del contrato con Fuentes y nos casamos a escondidas, un sábado, en Medellín».

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Complementa, «Álvaro Molina Hurtado, el padre, un hombre muy adinerado de una familia con catorce haciendas, dice que como me robé el corazón de su hija quiere premiarme y que escoja qué quiero hacer. Si deseo estudiar una profesión –me confiesa que él solo sabe dos cosas: cortar caña y contar vacas– puedo elegir cualquier universidad del mundo. Y me decido por Publicidad y Mercadeo en la Universidad de la Florida. Realmente yo me casé con la chica del billete, dos años después de haber compuesto la canción. Fue como una premonición», asegura este caleño.

                                                                                                                                  Cuando se retiró, al final de la década de los sesenta, Cromos publicó un artículo de cuatro páginas firmado por Gonzalo Arango: «Juan Nicolás Estela, un artista que se nos va». El tiempo pasó, se dedicó a la publicidad de jingles hasta que en 1996 quebró. Comprendió entonces que su estudio de grabación que usaba solamente de manera privada, «que se lo alquilaba a quien me diera la gana», lo necesitaba para ganarse la vida.

                                                                                                                                  No ad for you

                                                                                                                                  Juan Nicolás Estela pretende regresar al complejo mercado de los discos. Anhela conseguir una hazaña para uno de los pioneros del rock nacional y baladista fugaz. Cuando termine la producción de un disco que está haciendo solo, con música que hoy comercializan como de despecho, que por lo menos pegue una canción. En la que ha titulado Tres copas vuelca su esperanza de resurrección musical, mientras tararea un trozo a cappella: Te prometo serán solo tres copas / y en seguida seguiré por mi camino, / la primera será por mi derrota, / la segunda será por tu traición, / la tercera ha de ser por tu castigo.

                                                                                                                                  Mayo de 2006.

                                                                                                                                  *Crónica del periodista y escritor Édison Marulanda Peña; se encuentra en el libro “Si he sido vida fue por darte a ti la vida. La balada entre besos y voces” (Convocatoria Estímulos Secretaría de Cultura de Pereira, categoría Crónica y/o reportaje, 2022).

                                                                                                                                  Por Édison Marulanda Peña*

                                                                                                                                  Ver todas las noticias
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