Alci Acosta: la voz de las canciones tristes
Alci Acosta forma parte de la programación de este sábado del Estéreo Picnic. El año pasado anunció su retiro y se prepara para su despedida.
Mónica Rivera Rueda
Fuerza no le falta a Alci Acosta para alzar su voz. Con 84 años, el bolerista sigue demostrando que su música no solo fue la antecesora de los grandes éxitos del despecho, sino que además es la voz de himnos que hijos han aprendido a querer de sus padres y abuelos. Se trata de una de las leyendas vivas de la música en el país, que hoy se presenta en el Estéreo Picnic, y quien se prepara para pronto dar su despedida de los escenarios.
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Fuerza no le falta a Alci Acosta para alzar su voz. Con 84 años, el bolerista sigue demostrando que su música no solo fue la antecesora de los grandes éxitos del despecho, sino que además es la voz de himnos que hijos han aprendido a querer de sus padres y abuelos. Se trata de una de las leyendas vivas de la música en el país, que hoy se presenta en el Estéreo Picnic, y quien se prepara para pronto dar su despedida de los escenarios.
De Alcibiades Acosta Cervantes se pueden decir muchas cosas. De su trabajo y amistad con Julio Jaramillo, por ejemplo; de su habilidad para tocar el piano y cantar al mismo tiempo sin que uno opaque al otro, y hasta de su obstinación para nunca dejar su casa en Soledad, Atlántico, la que quedaba cerca del amor de su vida, Ruth, y la misma en la que hoy sigue viviendo y la rememora.
Del interés por la música, Acosta resalta que surgió del lado materno, de los Cervantes, de donde han salido un considerable número de artistas. Sobre el piano, hay una serie de nombres, como el de la profesora Ana Carrasquilla, que se lo enseñó a tocar; el de su papá, que haciendo tacones para zapatos de mujeres logró comprarle su primer instrumento, o el de Lucho Better, quien le mostró con qué teclas podría hacer una cumbia o una guaracha.
Cantar no era su interés, lo que quería era ser pianista. De hecho, con gran orgullo, Acosta ha recordado en entrevistas que fue él quien grabó el piano de la primera versión de La pollera colorá, con Pedro Salcedo, además formó parte de grupos como la Papayera de Barranquilla y la orquesta Los Sonoros Costeños, que era de su tío Teódulo, en la que estaban varios de sus familiares y la que amenizaba las fiestas en Soledad, pero en su vida apareció el compositor Cristóbal San Juan, quien no solo lo motivó, sino que además le dio la oportunidad de interpretar sus canciones.
Eso fue en 1964. Un año después grabó su primer sencillo, Odio gitano, que fue un éxito tanto en Barranquilla como en ciudades como Cali, Santa Marta y Bogotá, por lo que pronto vinieron otras como Traicionera, La cárcel de Sing Sing y el Último beso, con las que además logró el éxito internacional, en países como Ecuador, y una serie de producciones que hoy suman más de 60 y que lo consolidan como uno de los más grandes artistas del país.
Por eso, historias son las que sobran detrás de esas canciones. Entre las curiosidades, el bolerista siempre ha sido claro en decir que hay grandes compositores detrás de él. Eres mi amor es una de las pocas letras de su autoría, pero en otras, como El último beso, historias personales han terminado redefiniendo el valor de sus interpretaciones.
Me llevarás es una de esas. Se la dedicó a su esposa Ruth, quien murió hace dos años por covid y quien lo acompañó toda la vida. Vivía en la misma cuadra y le enviaba cartas con un amigo. Se casaron y rápidamente ella se convirtió en padre y madre para sus hijos, mientras Alci giraba con su orquesta por el mundo. Ella no se lo echó en cara, pero al final él terminó incluyéndola dentro de la lista de quienes integraban sus viajes de conciertos.
Detrás de El último beso está la muerte de su hija Janeth, a los 33 años, producto de un cáncer. Aunque la canción hace referencia a un accidente automovilístico, era una de las canciones favoritas de Janeth desde que tenía 15 años, por lo que le gustaba cantarla con su padre. A los 15 días de su muerte Acosta tuvo que dar un concierto, en el que decidió cumplir uno de los sueños de su hija: verlo en el escenario cantar junto a su hijo el Checo Acosta. Lo hicieron para despedirla con El último beso.
Su salida de los escenarios es algo que ha venido planeando desde hace rato. Acosta, de 84 años, es consciente de que el paso del tiempo le va pasando la factura y aunque la vida alejada del alcohol y la parranda le ha permitido conservar su voz, no es fácil enfrentarse a un show de horas. Un dolor en una pierna le ha puesto problemas para caminar y lo ha vuelto amigo de un bastón, mientras que problemas en un hombro, lo llevaron a cirugía el año pasado y le dificulta que en sus presentaciones pueda tocar el piano.
Por eso, desde mediados del año pasado, ha venido hablando de su retiro. Uno progresivo, pero que poco a poco lo terminará alejando de las tarimas. Habla de una gira por Colombia, Estados Unidos y Ecuador, y pese a que no ha sido oficial el cronograma, sin lugar a dudas la presentación de Alci Acosta en el Estéreo Picnic será una antesala de esto.
De lo que hará este sábado se esperarán grandes clásicos como No renunciaré, La cárcel de Sing Sing, El contragolpe y Mi querido cascarrabias, así como otras a las que seguro le harán coro como Traicionera o No renunciaré, que originalmente es una canción de José Feliciano.
Este será uno de los grandes espectáculos del día, por el simbolismo detrás de Alci Acosta, su poder para tocar el piano y la fuerza que le imprime a su voz para hacer que esas letras tristes se sientan desde que se escuchan. Será también el homenaje en vida a uno de los grandes músicos que ha tenido en la historia el país y el inicio de una despedida por la puerta grande, tal y como lo ha dicho y lo espera el artista, el dueño de la voz de los boleros tristes.