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Este 28 de mayo, la Orquesta Filarmónica de Medellín celebra la democracia con música. La orquesta, bajo la dirección de Francisco Valero-Terribas y la participación de la soprano colombiana Manuela Tamayo Briceño, hará un recorrido por obras musicales que retratan situaciones políticas y sociales. Composiciones sobre batallas imperialistas, fidelidad en el amor, independencias, esclavitud, nacionalismo, por nombrar algunas.
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Filarmed celebra con “música y democracia” no solo por los tiempos electorales en los que estamos, sino porque nos sirve para recordar que la música por naturaleza es un producto político de nuestra cultura que muestra los valores de nuestra sociedad.
El concierto, que se interpreta este sábado 28 de mayo a las 6:00 p.m. en el Teatro Metropolitano, presenta la Obertura de “Los esclavos felices” J. C. Arriaga, las arias de ópera Deh, vieni non tardar de “Las bodas de Fígaro” y Ach, ich fühl’s de “La flauta mágica” de W. A. Mozart y O wär ich schon mit dir vereint de “Fidelio” de L. van Beethoven. Además, se podrá escuchar la Obertura 1812 de P. I. Tchaikovsky y la Sinfonía N° 2 en Re mayor, Op. 43 de J. Sibelius.
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Conversamos con el director español Francisco Valero-Terribas sobre su actividad artística.
¿Qué destacaría del oficio y figura del director?
No considero la dirección un oficio. Tampoco una profesión. Para mí la dirección es una vocación y se manifiesta en un modo de entender la música y la vida de modo muy particular. El director es un transmisor de mensajes y emociones entre una obra y el público a quien va dirigido. Emplea para ello una herramienta de gran complejidad técnica y humana como es una orquesta. Además, debe decodificar correctamente el mensaje original contenido en la partitura por el verdadero artista que es el compositor. Debe ser lo suficientemente honesto para reconocerse minúsculo frente a la obra de arte y lo suficientemente capacitado para destilar su mensaje, enriquecerlo, hacerlo crecer, transmitirlo a la orquesta y que finalmente las intenciones iniciales del compositor lleguen a su público potenciadas.
¿Puede la música darnos una verdadera lección de democracia y libertad? ¿Por qué?
La música en sí es un paradigma de democracia y por tanto de libertad. La música se constituye de voces y las diferentes voces van creando líneas melódicas independientes pero que sólo tienen sentido cuando se escuchan en concordancia. Todas y cada una de las voces son necesarias e imprescindibles, todas las voces manifiestan sus argumentos y tienen sus momentos de relevancia, todas ellas conforman un mensaje sublime. Todas guardan silencio en un momento u otro para dejar escuchar a las restantes y todas y cada una de ellas se sienten libres de aportar su sello personal en el transcurso de la interpretación. ¡Ojalá todas las democracias funcionaran de un modo tan armonizado!
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¿Usted cree que la música tiene el poder de transformar vidas?
Sin lugar a dudas. En el terreno de la educación y de los proyectos sociales, está más que demostrado. El aprendizaje de la apreciación musical nos convierte en personas más sensibles, perceptivas y receptivas. En definitiva, en mejores personas. La música ha transformado la vida de muchísimos jóvenes, yo mismo incluido, formándonos en valores y principios, creando unos criterios éticos y estéticos que transforman lo que hubiéramos sido de no estar presente en nuestras vidas. Los sistemas de orquestas jóvenes, las redes de escuelas de música, el tejido asociativo que se forma alrededor repercute en una absoluta transformación de nuestra sociedad.
¿Qué mensaje expresaría para reivindicar la música como bien necesario en una sociedad como la nuestra?
Creo que tenemos una sociedad cada vez más desprovista de valores y que no demuestra firmeza en sus principios. La música es un bien necesario para la educación, para la reflexión, para el crecimiento emocional y artístico de cualquier sociedad. La música es un vehículo maravilloso para los contenidos transversales, para la aproximación a colectivos muy diversos en su contexto social teniendo la maravillosa capacidad de interrelacionar culturas, razas, religiones. Es un patrimonio universal que nos hace mejores como sociedad.
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¿Es posible que la música pueda producir ciertas identidades sociales?
Más que producirlas creo que puede aumentar su calidad. Las identidades sociales se conforman mediante naturalezas muy diversas. La diversidad es un mérito en sí mismo, pero si además añadimos los valores, la ética, la tolerancia, el concepto de equidad, justicia y respeto por la diversidad que la música nos aporta, necesariamente añade calidad a la conformación de estas identidades.
¿Qué hace tan especial el programa seleccionado para el concierto de Filarmed este sábado 28 de mayo?
El programa es especial por diferentes motivos. Por una parte, dedicamos este concierto a la democracia y la libertad. Por ello incluimos obras que tienen un sentido transversal con estos conceptos. Si la “Sinfonía N° 2″ de Sibelius fue acogida como un símbolo de liberación nacional en Finlandia frente a la opresión Rusa, la “Obertura 1812″ de Tchaikovsky conmemora la victoria de las tropas rusas frente a tiranía napoleónica. En todo este contexto se erige la libertad como único camino a la democracia. También es muy especial porque tendré el placer de compartir escenario con la soprano Manuela Tamayo. Me hace muy feliz su participación en este concierto por su incuestionable talento y por el incentivo que representa el hecho de contar con una voz femenina colombiana. ¡Se trata de un programa muy especial para mí!
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Fecha: sábado 28 de mayo a las 6:00 p.m.
Lugar: Teatro Metropolitano de Medellín
Boletería en la Tiquetera.