Giora Smith, el viajero de la música
“Le soy sincero, no he tenido ningún ensayo, pero tengo la memoria de mis dedos de años de práctica, así que recuerdas cada paso y cada cosa que debes hacer. Yo tenía casi 30 años sin tocar a Bartók, hasta ayer, pero recordé cuando tenía 20″.
Pedro Mendoza
El violinista italiano Giuseppe Gibboni estaba listo para viajar a Cartagena, tenía una serie de presentaciones y había mucho entusiasmo en recibirlo, sobre todo en los jóvenes de la Orquesta Sinfónica de Cartagena con quienes compartiría escenario. El Covid no lo dejó viajar, para todos lo importante era preservar el bienestar del artista.
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El violinista italiano Giuseppe Gibboni estaba listo para viajar a Cartagena, tenía una serie de presentaciones y había mucho entusiasmo en recibirlo, sobre todo en los jóvenes de la Orquesta Sinfónica de Cartagena con quienes compartiría escenario. El Covid no lo dejó viajar, para todos lo importante era preservar el bienestar del artista.
Las llamadas se empezaron hacer en una sinfonía de contactos, expertos y amigos del Cartagena Festival de Música. En Estados Unidos contestó el teléfono el violinista Giora Smith, aceptó con generosidad viajar a Cartagena, el tiempo era muy limitado y debería acomodarse a los conciertos de los autores planeados con anterioridad.
Viajó más de ocho horas estando de cumpleaños. Aterrizó en la ciudad de las murallas a las 6 de la mañana del pasado 9 de enero. Con esa magia que solo tienen los artistas a las 7 de la noche de ese día estaba en Hotel Santa Clara interpretando a Bela Bartok, estuvo primero con el pianista Francoise Dumont y luego con la Orquesta de Cámara de Praga.
Cuando terminó los aplausos los abrazos y en su mano su eterno compañero, un violín un Giuseppe Rocca de 1830. Sonrió mucho, el viajero de la música había llegado, estaría unos cortos días en Cartagena y se presentaría en varios escenarios.
“Con el Covid-19 aprendimos mucho sobre las cancelaciones de último minuto. Y si se te presenta la oportunidad, solo debes decir “estoy listo”, cuando estás en el mundo de la música debes estar preparado para esas situaciones, tomar un vuelo para tocar en un concierto incluso si no te has preparado para tocar. El tiempo que duras practicando es como meter dinero en el banco que te genera intereses y te prepara para cualquier situación” le dice a El Espectador.
Es atento y sabe algo de español, vivió en Miami dos años, pero prefiere hablar en inglés. Proviene de una familia de músicos en Filadelfia, Pensilvania. Comenzó sus estudios de violín a los cuatro años, cuando tenía 12 ya viajaba a Nueva York para estudiar con los grandes profesores, Patinka Kopec y Pinchas Zureman. Se ha presentado como solista en varias orquestas en los Estados Unidos asi como la Filarmónica de Israel y la del Centro Nacional de las Artes de Canadá.
Le pregunto por el tiempo usado para ensayar, en su primer concierto en el Festival nunca se pudo hacer.
“Le soy sincero, no he tenido ningún ensayo, pero tengo la memoria de mis dedos de años de práctica, así que recuerdas cada paso y cada cosa que debes hacer. Yo tenía casi 30 años sin tocar a Bartók, hasta ayer, pero recordé cuando tenía 20 y dije “hagámoslo”, sostiene en tono enérgico recuerda que la memoria es como una computadora y hay mucha adrenalina. “Te levantas y crees en ti mismo, en tus habilidades, entonces se logra; le digo a mis estudiantes “tienes que creer que tú eres el mejor en ese momento”, porque si no lo crees, nada más que hacer”.
La entrevista la hacemos en el Claustro de la Merced de la Universidad de Cartagena, se empieza a formar un círculo y los dos jóvenes lo miran con mucha atención, ellos son violinistas de la Sinfónica de Cartagena. Le cuento a Smith que tienen sueños y viven en esa otra Cartagena que pocos reconocen. La de la pobreza y el olvido.
Afectivamente los saluda, son Jesús Miguel Bertel de la Peña, concertino y Julite Pauline Perez de la Cruz, violinista.
Pregunta por su orquesta y les cuenta más de su viaje a Colombia. “deben crear sus oportunidades, es así como llegué aquí, porque el director conocía a una persona que yo conocí en junio en los Ángeles, así que se contactó con él y él le dijo ¡tengo a Giora!. Es como una cadena, alguien conoce a alguien y ese a alguien que te escuchó hacer algo impresionante, es sobre contacto, y es por eso que debes ser amable con todo el mundo, es como trabaja duro y se amable, esa es mi filosofía”.
Los invitados del violín
Los jóvenes músicos que hablan con Giora Smith pertenecen a la Sinfónica de Cartagena, un proyecto social en torno a la música sinfónica dirigido a los cartageneros vinculados a un proceso de educación musical. El proyecto nació en 2016 como una iniciativa de la Fundación Salvi y otras instituciones del sector público y privado.
Jesús está terminando su carrera de música, le dice a El Espectador que conocer a Giora es muy bueno para él. Vive en un barrio en la zona suroriental de la ciudad. " Es duro y uno tiene que trabajar el doble de hecho. Es de tener mucha esperanza mucha fe , la mayoría del tiempo es eso, una recompensa para uno, pero también para otro tipo de personas , con la música mostramos lo hermosos que es vivir y las oportunidades que se tienen para vivir bien”
Su primer contacto con la música fue de muy niño cuando a su escuela llegó una violinista, " me enamoré del violín , lo que ella hizo en mi colegio fue maravilloso, solo llegó y tocó”.
Sonríe con mucha tranquilidad, tiene una camiseta blanca que dice El Canto de la Tierra y es la figura emblemática de este Festival. Sus ojos se ven en medio de unos lentes circulares, dice que escogió el violín por su sonido íntimo, muy cercano a él como si siempre hubiera estado ahí.
“El significado de ser músico es mantener el espíritu de la humanidad , lo que nos hace humanos junto con el arte, disfrutar la vida donde uno tiene que sostener la vida y recordar la razón por la cual vivimos y la música hizo eso para mí”
A su lado está Julie, desde muy pequeña le gustaba la música , hace tercer semestre y el violín es un placer. “Porque es un instrumento lindo y muy desafiante”, sostiene que es importante creer en uno mismo, “cuando se está practicando, o en un concierto lo importante que es esa confianza en uno mismo”.
La sinfónica la componen 45 integrantes con sus violines, violas, violonchelos, flautas, oboes, clarinetes, corno francés, eufonio, trompetas, trombones y percusión. Su director es Oscar Vargas Orbegozo.
Han ensayado todos estos días de Festival para su presentación hoy viernes en el Centro de Convenciones de la ciudad. Interpretarán obras de Brahms , Dimitri Shostakovich y un homenaje a Cartagena , para clarinete, violín y orquesta. A las dos de la tarde llegaban para el ensayo. Todo ocurre en el Claustro de San Agustín de la Universidad de Cartagena.
Adriana Rueda estudia Licenciatura, ha estado en los conciertos y de vez en cuando se escapa a ver los ensayos de la Sinfónica, allí tiene algunos alumnos , no propiamente de música.
Le dice a este diario. “Algunos de estos jóvenes son recién graduados del bachillerato, y otros tantos hacen parte de diferentes fundaciones o grupos que apoyan la orquesta. “Conocí a Eduar, un joven violinista que a través de la Fundación Batuta, en Maicao, Guajira, pudo adentrarse a la música”.
Habla también de niños que estudian en instituciones educativas en Cartagena; le llama la atención como con la música encuentran oportunidades de superación y mejorar sus visiones de vida.
“Estoy muy feliz de verlos acá, yo fui profesora de sociales el año pasado de Gilary Martelo con su violín y conozco a Gabriel Mosquera , Violonchelo y María Victoria Silva también en violín. Ellos harán con la sinfónica un cierre maravilloso de este festival”.
Las preguntas al viajero
Jose y Julie se fueron caminando con Giora Smith, le mostrarían el busto donde están las cenizas del Nobel García Márquez, le preguntaron que era lo más importante para mostrarle al público. Julieth le pidió que hablará sobre crear confianza en sus compañeros de orquesta.
“Una de mis cosas favoritas para establecer confianza es siempre tocar para el mayor número posible de personas, y no solamente hablando de conciertos, sino algo tan simple como tocar para tus amigos por 20 minutos y luego invitarles una pizza. La mejor manera de crear seguridad es haciendo lo mismo muchas veces, porque si tocas una pieza por primera y única vez, no te vas a sentir seguro, aunque la toques solo para una o dos personas, así que intenta tocarla muchas veces hasta con tus amigos”
Recordó como la violinista Hilary Hunt cuando está aprendiendo una nueva pieza la tocaba privadamente para sus amigos para crear confianza. “Algo que le digo a mis estudiantes es que toquen en los asilos de ancianos porque eso te da práctica, pueda que se duerman pero te da práctica”.
Se ríen y hay tiempo para la foto del encuentro. Con respecto a la pregunta de José y el público dice.
“Cuando tú te colocas el traje, te transformas, y aunque hayas tocado por 20 minutos, tienes que hacer creer que has tocado por 20 años, esa es la magia de ser músico. Tú vienes a que yo te cuente una historia, así que yo me pongo el traje y comienzo hacer eso para ti, como si fuese la presentación más practicada, así con cientos de personas viéndome”
Le recalca que todo músico y más él como concertino, tiene que meterse en el papel, “porque ellos vienen a verte a ti, no a otra persona”
Los tres terminan de hablar, Smith recoge su violín y les dice. “Nos preparamos para esto, nada es suficiente, nosotros aprendemos la música para compartirla en público, que puede ser en cualquier parte, y tienes que decir. ¡Estoy listo!”.
El viajero del violín viajó ayer jueves a Estados Unidos, sin afanes dejando el buen recuerdo de su música. José y Julie, ya están listos para esta noche, cuando se cierre el telón de “El Canto de la Tierra”.