Gonzalo Montes: el arte de la comedia con música
Al lado de la actriz Valentina Lizcano, el reconocido barítono colombiano protagoniza la obra “Beethoven no es El Puma”, en la que se encuentran el canto lírico y el humor.
Gonzalo Montes lleva más de 25 años aportándole su voz a la ópera, la zarzuela y el teatro musical. Ahora tiene un nuevo reto y es el de protagonizar una comedia con música, como él mismo la ha llamado.
La idea de este formato que vincula el canto con la comedia surgió de la cabeza del barítono colombiano y Dago García le ayudó a transformar esa noción creciente en una propuesta sólida para las tablas.
El montaje creado por Gonzalo Monte y Dago García se llama Beethoven no es El Puma y llega a partir del 18 de agosto al Teatro Estudio Julio Mario Santo Domingo.
Conversamos con el cantante lírico sobre esta puesta en escena y sobre su vida dentro y fuera de los escenarios.
¿Qué es “Beethoven no es El Puma”?
Es una comedia musical original, en donde convergen dos historias de vida que terminan siendo más comunes de lo que se piensa. Una intrusión en un espacio íntimo, como lo es un camerino, es el desencadenante para que dos personas, un cantante lírico y una acomodadora, que viven un mundo distinto, descubran que hay cosas que les unen más de lo que los separan.
A veces se piensa que la música clásica no es para todo el mundo, ¿por qué?
Hay personas que escuchan música clásica y ópera en particular más de lo que uno se imagina. En Madrid, por ejemplo, conseguir entradas para el Teatro Real es casi imposible, y así en muchos teatros. En el caso concreto de Colombia confluyen factores que habría que discutir más en profundidad, es un caso único. Es necesario acercar la música de este tipo para que, sobre todo jóvenes, tengan una visión distinta del mundo, porque eso tiene la música, y las artes en general, que ayudan al crecimiento personal y social, aunque no lo parezca. La música clásica no tiene que ser vista como una manifestación que no tiene que ver con nuestras raíces o costumbres, porque el arte en general no tiene que ver con nacionalidades o con etnias.
Usted ha realizado varios recitales en Europa y en Colombia, ¿cómo fue preparar ahora una comedia musical?
He cantado ópera, zarzuela y teatro musical, que no difieren mucho en su estilo de la comedia con música como yo la llamo. El teatro tiene un componente esencial y es el texto que se convierte en palabra y es a través de ella que los personajes se comunican y desarrollan en escena. El canto tiene que ver con la palabra, solo que esta es entonada y se hace melodía, pero sin el texto no habría comunicación, indudablemente. En este caso hay tres componentes que he preparado y es el texto hablado, el texto cantado (arias y canciones) y dos personajes en uno que tienen que ver con la ironía y el drama. Es una tragicomedia, en suma.
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¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar junto a Dago García en la idea original, y luego dirigiendo este montaje?
La idea original nació hace cuatro años. Quise plasmar en primera instancia qué significaba ser un cantante lírico, básicamente porque la gente solo ve al cantante en escena o en un recital, pero detrás de eso que ve hay una historia común o incluso dramas. Escribí una primera idea y luego puede hablar con Dago García y le mostré lo que quería y lo que me motivaba a hacerlo. Dago es un creativo que tiene muy claras las ideas. El inicio no fue fácil, parecía que mostrar a un lírico con sus miserias y aciertos no iba a interesar a nadie. Luego de hablar durante casi un año me sugirió lo que él tenía en mente. Yo ya tenía una especie de memorias escritas sobre mi recorrido artístico y personal, se las envié y algo sucedió, no estoy seguro qué exactamente, pero algo le movió la fibra y vio una salida en el ámbito teatral. Me sugirió (esto es algo muy bonito y que fue conmovedor para mí) que nos escribiéramos cartas como a la vieja usanza. Trabajar con él es una garantía de profesionalidad y buen hacer.
En esta obra se muestra que el protagonista no tuvo una vida fácil, ¿qué tanto se parece este personaje a usted?
La obra tiene mucho de realidad y de ficción. Puede ser a lo mejor una historia común. Mi vida artística no ha sido fácil, y creo que la de nadie, salvo algunos casos excepcionales. No hay nada fácil en ningún oficio. Sin embargo, el arte tiene componentes que tienen que ver con la emoción y la creatividad. Es algo no muy habitual y que no lo hacemos en otras actividades en la vida cotidiana. La historia está basada en gran parte en mi vida. Fui serenatero cuando en los años 80 vivíamos de eso, de cantar incluso en restaurantes típicos por alguna propina o un ínfimo sueldo. Lo que llamábamos el rebusque. Incluso llegué a cantar en los buses, los de color naranja, en esos que uno se subía por la puerta de atrás o pactaba con el conductor por la de adelante y se compadecía para que uno se ganara algunas monedas.
Su compañera en escena es Valentina Lizcano, ¿cómo se ha sentido a su lado?
Valentina es la compañera de viaje perfecta. Tiene talento, el toque cómico para el personaje y es una extraordinaria persona. Todo es aprendizaje y con ella aprendo, hablamos de todo, de la vida artística de la que hablo, y nos hemos dado cuenta de que tenemos muchas cosas en común. Ella brilla en escena.
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¿Usted como cantante lírico qué opinión tiene de los géneros musicales de la actualidad?
Si se refiere al reguetón, que es el género más actual en el ámbito popular, le voy a ser claro. El reguetón no tiene que ver con el arte ni con la buena música. Y no porque no tenga que ver con la lírica o la excelsitud de lo clásico. No es normal que ahora el vallenato de toda la vida, el verdadero, el de los juglares, lo mezclen con un ritmo que no tiene nada que ver con las raíces culturales que tanto les han costado a los grandes compositores. Es lo fácil, lo comercial, lo que vende.
¿Cómo espera que el público reciba esta mezcla de música clásica y comedia?
Será una gran sorpresa, porque es algo que en Colombia no se ha hecho. La diversión está asegurada, pero también la emoción y, por qué, no alguna lágrima caerá. Buena historia, buen canto y buena música con una comedia emocionante y mucho humor. El éxito está asegurado.
A partir del 18 de agosto con funciones los jueves, viernes y sábados en el Teatro Estudio Julio Mario Santo Domingo (Bogotá). Información y boletería: Tuboleta.
Gonzalo Montes lleva más de 25 años aportándole su voz a la ópera, la zarzuela y el teatro musical. Ahora tiene un nuevo reto y es el de protagonizar una comedia con música, como él mismo la ha llamado.
La idea de este formato que vincula el canto con la comedia surgió de la cabeza del barítono colombiano y Dago García le ayudó a transformar esa noción creciente en una propuesta sólida para las tablas.
El montaje creado por Gonzalo Monte y Dago García se llama Beethoven no es El Puma y llega a partir del 18 de agosto al Teatro Estudio Julio Mario Santo Domingo.
Conversamos con el cantante lírico sobre esta puesta en escena y sobre su vida dentro y fuera de los escenarios.
¿Qué es “Beethoven no es El Puma”?
Es una comedia musical original, en donde convergen dos historias de vida que terminan siendo más comunes de lo que se piensa. Una intrusión en un espacio íntimo, como lo es un camerino, es el desencadenante para que dos personas, un cantante lírico y una acomodadora, que viven un mundo distinto, descubran que hay cosas que les unen más de lo que los separan.
A veces se piensa que la música clásica no es para todo el mundo, ¿por qué?
Hay personas que escuchan música clásica y ópera en particular más de lo que uno se imagina. En Madrid, por ejemplo, conseguir entradas para el Teatro Real es casi imposible, y así en muchos teatros. En el caso concreto de Colombia confluyen factores que habría que discutir más en profundidad, es un caso único. Es necesario acercar la música de este tipo para que, sobre todo jóvenes, tengan una visión distinta del mundo, porque eso tiene la música, y las artes en general, que ayudan al crecimiento personal y social, aunque no lo parezca. La música clásica no tiene que ser vista como una manifestación que no tiene que ver con nuestras raíces o costumbres, porque el arte en general no tiene que ver con nacionalidades o con etnias.
Usted ha realizado varios recitales en Europa y en Colombia, ¿cómo fue preparar ahora una comedia musical?
He cantado ópera, zarzuela y teatro musical, que no difieren mucho en su estilo de la comedia con música como yo la llamo. El teatro tiene un componente esencial y es el texto que se convierte en palabra y es a través de ella que los personajes se comunican y desarrollan en escena. El canto tiene que ver con la palabra, solo que esta es entonada y se hace melodía, pero sin el texto no habría comunicación, indudablemente. En este caso hay tres componentes que he preparado y es el texto hablado, el texto cantado (arias y canciones) y dos personajes en uno que tienen que ver con la ironía y el drama. Es una tragicomedia, en suma.
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¿Cómo ha sido la experiencia de trabajar junto a Dago García en la idea original, y luego dirigiendo este montaje?
La idea original nació hace cuatro años. Quise plasmar en primera instancia qué significaba ser un cantante lírico, básicamente porque la gente solo ve al cantante en escena o en un recital, pero detrás de eso que ve hay una historia común o incluso dramas. Escribí una primera idea y luego puede hablar con Dago García y le mostré lo que quería y lo que me motivaba a hacerlo. Dago es un creativo que tiene muy claras las ideas. El inicio no fue fácil, parecía que mostrar a un lírico con sus miserias y aciertos no iba a interesar a nadie. Luego de hablar durante casi un año me sugirió lo que él tenía en mente. Yo ya tenía una especie de memorias escritas sobre mi recorrido artístico y personal, se las envié y algo sucedió, no estoy seguro qué exactamente, pero algo le movió la fibra y vio una salida en el ámbito teatral. Me sugirió (esto es algo muy bonito y que fue conmovedor para mí) que nos escribiéramos cartas como a la vieja usanza. Trabajar con él es una garantía de profesionalidad y buen hacer.
En esta obra se muestra que el protagonista no tuvo una vida fácil, ¿qué tanto se parece este personaje a usted?
La obra tiene mucho de realidad y de ficción. Puede ser a lo mejor una historia común. Mi vida artística no ha sido fácil, y creo que la de nadie, salvo algunos casos excepcionales. No hay nada fácil en ningún oficio. Sin embargo, el arte tiene componentes que tienen que ver con la emoción y la creatividad. Es algo no muy habitual y que no lo hacemos en otras actividades en la vida cotidiana. La historia está basada en gran parte en mi vida. Fui serenatero cuando en los años 80 vivíamos de eso, de cantar incluso en restaurantes típicos por alguna propina o un ínfimo sueldo. Lo que llamábamos el rebusque. Incluso llegué a cantar en los buses, los de color naranja, en esos que uno se subía por la puerta de atrás o pactaba con el conductor por la de adelante y se compadecía para que uno se ganara algunas monedas.
Su compañera en escena es Valentina Lizcano, ¿cómo se ha sentido a su lado?
Valentina es la compañera de viaje perfecta. Tiene talento, el toque cómico para el personaje y es una extraordinaria persona. Todo es aprendizaje y con ella aprendo, hablamos de todo, de la vida artística de la que hablo, y nos hemos dado cuenta de que tenemos muchas cosas en común. Ella brilla en escena.
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¿Usted como cantante lírico qué opinión tiene de los géneros musicales de la actualidad?
Si se refiere al reguetón, que es el género más actual en el ámbito popular, le voy a ser claro. El reguetón no tiene que ver con el arte ni con la buena música. Y no porque no tenga que ver con la lírica o la excelsitud de lo clásico. No es normal que ahora el vallenato de toda la vida, el verdadero, el de los juglares, lo mezclen con un ritmo que no tiene nada que ver con las raíces culturales que tanto les han costado a los grandes compositores. Es lo fácil, lo comercial, lo que vende.
¿Cómo espera que el público reciba esta mezcla de música clásica y comedia?
Será una gran sorpresa, porque es algo que en Colombia no se ha hecho. La diversión está asegurada, pero también la emoción y, por qué, no alguna lágrima caerá. Buena historia, buen canto y buena música con una comedia emocionante y mucho humor. El éxito está asegurado.
A partir del 18 de agosto con funciones los jueves, viernes y sábados en el Teatro Estudio Julio Mario Santo Domingo (Bogotá). Información y boletería: Tuboleta.