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Era 1998. Dos amigos se recuperaban de fracasos amorosos y compartían piso en el oeste de Londres. Llevaban sus duelos con mucha fiesta dura, pasaban sus resacas con la televisión sonando de fondo, invadida de MTV. Damon Albarn y Jamie Hewlett, además, querían redireccionar sus carreras, inventar algo distinto. ¿Y si hacemos una banda? Una banda plagada de zombis y gente fea. Una banda con la imagen de otros. Así nacieron los álter egos digitales de los dos, nació Gorillaz, anunciada como la primera banda del siglo XXI.
Han pasado más de dos décadas y el mundo que entonces vio el surgimiento de Gorillaz es muy distinto al de ahora. Ese principio de siglo con la exploración tímida de la internet encontró revolucionaria la propuesta musical de la banda. Gente que no quería aparecer en el escenario más que representada en una pantalla; esa alusión al mito de la caverna que hoy inunda todas nuestras fotos de perfil en diversas plataformas. “Nos hemos dado cuenta de que hemos llegado a algo que está un poco adelantado a su tiempo y no existe la tecnología para hacer todo lo que queremos hacer, por lo que el show en vivo fue algo sobre lo que tuvimos que pensar mucho”, diría Hewlett en 2001, en la primera gira de Gorillaz.
La banda británica se formó como una apuesta intercultural desde sus inicios. Su álbum más reciente, Humanz, no es la excepción a esto. Una jugada apocalíptica que predijera lo que sería el mundo con Donald Trump como presidente de Estados Unidos. “Cuando comienzo un disco, siempre me gusta imaginar cómo será el mundo cuando salga a la luz. Así que, imaginé, ¿qué podría alimentarme ? ¿En qué fantasía podría realmente encontrar riquezas? Y fue la fantasía de que Donald Trump ganara las elecciones. Desde el año pasado, imagínense si eso sucedió. Pero también quería hacer un disco de fiesta. Siempre quise hacer un disco de fiesta desde que era niño. Entonces, yuxtapongo eso con esta oscura fantasía de lo que iba a pasar en Estados Unidos. Fue la idea de cómo se puede hacer un disco de fiesta realmente oscuro”, dijo Damon Albarn en entrevista para el New York Times el año pasado.
Albarn creció en un vecindario en el que compartía con niños paquistaníes y jamaiquinos. Este rasgo de su infancia marcó sus intereses musicales, enriqueciéndolos con la influencia de sonidos de diversos lugares del mundo. Así, esa fiesta del fin del mundo que se plantea en las canciones que componen Humanz, está enriquecida con la colaboración de distintos artistas como Vince Staples y Jehnny Beth. Diez años después del lanzamiento de su último álbum, Humanz vuelve como la promesa lejana de finales de los noventas, pero bajo una nueva afirmación: el futuro ya pasó.
2-D, Murdoc, Noodle y Russel, los cuatro miembros ficticios de la banda, estuvieron fuera de escena durante seis años. Una pelea entre Albarn y Hewlett dejó al grupo congelado. Durante 2012, Damon Albarn anunció un receso indefinido para Gorillaz por diferencias creativas y lo sucedido con la promoción del Plastic Beach. El mundo ya había vibrado con éxitos como Feel Good Inc., On Melancholy Hill y Clint Eastwood. Ese público que quería mucho más de la promesa de un futuro que se acerca, vibra desde 2017, con la llegada de Humanz, con la profecía del fin del mundo. El álbum surge como respuesta a lo que sucede en el planeta, una mirada nostálgica a tiempos en los que existían causas para movilizarse y luchar. Al respecto, Hewlett señaló en una entrevista: “El problema es que nuestra vida es demasiado cómoda. Tenemos todo tipo de lujos: redes sociales, videojuegos, drogas... Tenemos todo lo que queramos para encontrar satisfacción. No hay nadie que realmente quiera hacer ruido o quejarse por algo. Lo que pasó en Inglaterra en los años setenta, cuando yo era un chico, es que los jóvenes estaban hartos de como se hacían las cosas. La gente era infeliz, pensaba sobre ello y luego se expresaba a través de la música. Fue la música pop lo que unió a las generaciones más jóvenes, a blancos, negros y asiáticos, en un país donde existía racismo y el National Front. Ahora necesitamos esa rabia más que nunca. Nuestro mundo es un lugar ridículo”.
El regreso de la banda se anunció con Humanz y una gran gira que los resucitó. El primer país latinoamericano donde se presentaron fue Uruguay. Pasaron por Argentina, Chile y México, en donde el público latinoamericano ovacionó el espectáculo limpio que ofrecieron. No dejaron ni una sola alma en pena. Mañana serán los grandes invitados del Festival Estéreo Picnic. Colombia vibrará por primera vez con la gran banda de inicios de siglo que cautivó con su creatividad y estética a los jóvenes de aquellos días. Gorillaz puede ver lejano en el tiempo ese glorioso momento en que tocaba detrás de un telón blanco, mientras de cara al escenario se proyectaban las animaciones. Unos adelantados a su época que pusieron en escena zombis y cómics antes de que se convirtieran en fenómenos de masas.
Hoy, la banda se enfrenta a esta nueva realidad llena de álter egos en plataformas digitales, un mundo invadido por la tecnología y el uso de internet. Los músicos de carne y hueso se subieron al escenario porque encontraron que lo que necesita este nuevo tiempo es gente que muestre su rostro real. Un mundo después de sucesos como el Brexit y la presidencia de Donald Trump, que debe enfrentar un futuro cargado de pesimismo. Sí, las letras de Gorillaz vienen plagadas de acidez y crítica, pero también de un mensaje de esperanza. Quedamos los que queremos mostrar el rostro. Así han llenado todos los auditorios en los que se han presentado, viendo a los ojos a sus espectadores, con la nostalgia de reafirmarse; más que como el emblema de inicio del XXI, la última banda del siglo XX. El futuro se ha ido.