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Hugo Carlos Granados, el pentacampeón del vallenato

Este acordeonero tiene el mayor número de coronas del Festival de la Leyenda Vallenata: cinco, entre ellas dos Rey de Reyes. Es de la dinastía Granados y defensor acérrimo de la música vallenata tradicional.

Alberto González Martínez
10 de marzo de 2022 - 02:00 a. m.
Hugo Carlos Granados lidera la fundación Dinastía, Juglares y Reyes Vallenatos, cuyo objetivo es preservar el folclor.  / Cortesía: Telecaribe
Hugo Carlos Granados lidera la fundación Dinastía, Juglares y Reyes Vallenatos, cuyo objetivo es preservar el folclor. / Cortesía: Telecaribe
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La dinastía Granados en sus inicios no tuvo mucho reconocimiento. Comenzó con Juanchito Granados, bisabuelo de Hugo Carlos. Siguió con su abuelo Juan Francisco Granados Ochoa, quien además era primo del juglar Calixto Ochoa. Su abuela materna, Isabel Melo Durán, también tenía parentesco con otro juglar: Alejandro Durán.

Es una familia enraizada con otras dinastías de músicos, pero ellos no tenían mayor reconocimiento. Ovidio Granados, su padre, fue quien cambió la historia. Quedó tres veces en el segundo puesto del Festival Vallenato, aunque luego se dedicó a la parte técnica.

Montó un taller en su casa en Valledupar y lo llamaron “el doctor del acordeón”. Fue el único certificado por la fábrica Hohner, según cuenta Hugo Carlos. Ahí llegaron juglares como el mismo Alejandro Durán, Luis Enrique Martínez, Abel Antonio Villa y Emilianito Zuleta a reparar sus acordeones.

“Una vez llegó Emilianito y le dijo a mi papá que sacara el acordeón del mismo tono que él tenía porque ese día quería tocar algo diferente. Comenzaron a tocar la canción ‘Lirio rojo’, de Calixto Ochoa, al tiempo. Apenas comenzaban en esa época los toques y las grabaciones con dos acordeones”, relata Hugo Carlos Granados.

Almes Granados, su tío, también se dedicó a tocar el acordeón y ganó la corona de Rey en 2011. Toda la familia vivió en Mariangola, corregimiento del municipio de Valledupar, que queda a una hora en carro. Pero fue en la capital cesarense donde Hugo Carlos aprendió a tocar el acordeón

“Mi papá sacaba una mesa para arreglar sus acordeones en el patio y yo lo acompañaba. Comencé a darle vueltas a la mesa de trabajo y un día le dijo a mi mamá que yo le daba vueltas porque quería aprender a tocar el acordeón”, asegura.

Hugo Carlos nació el 24 de febrero de 1966. A los cinco años su papá le prestó un acordeón y no fue capaz de tocarlo, pero siguió explorándolo solo todos los días. A los ocho años tocó bien su primera canción: “La polaca”, grabada por Los Hermanos Zuleta.

Era fácil que se dedicara a la música. Lo difícil era conseguir un Rey de Reyes en la categoría profesional, premio que hasta este momento solo lo tienen él (2007) y tres acordeoneros más: Colacho Mendoza (1987), Arturo el Cocha Molina (1997) y Álvaro López (2017).

Juan José Granados, su hermano menor, también fue Rey vallenato en 2005. Su hijo Hugo Carlos Jr. también siguió los pasos musicales de esta dinastía, pero se inclinó por el canto. Con él son cinco generaciones de músicos. Y son cinco coronas en total las que tiene Hugo Carlos.

La quinta corona

A sus catorce años consiguió la primera corona como Rey Infantil (1980), mientras estudiaba en el Colegio Instpecam, en Valledupar. Había un profesor, también de Mariangola, que lo defendía de sus compañeros e incluso terminó siendo su acudiente. No fue mal estudiante, dice, pero le iba mejor con la música.

La segunda corona la consiguió con veinte años en la categoría Aficionado en 1986 y, al siguiente año, grabó su primera producción junto al cantante Javier Vega, bajo el sello de Codiscos. Más adelante se unió con Beto Mario Fontalvo, en 1992, y conformaron Los Ases del Vallenato y grabaron dos producciones con el sello Discos Fuentes.

Pasó por otros grupos musicales hasta llegar a Ivo Díaz y producir el disco Vallenato auténtico. En total fueron diez producciones suyas. Pero sus amigos lo comprometían para que siguiera concursando en el Festival Vallenato. Esta vez lo hizo en la edición Rey de Reyes en la categoría Aficionado, cuando tenía 31 años.

La categoría más alta es la de Profesional. Se presentó en 1999 en una edición distinta. Todos los concursantes estaban al mismo tiempo en tarima y tocaban de un lado al otro y viceversa. Esa noche un medio nacional mostró a los televidentes del país la Plaza Alfonso López Pumarejo, donde se coronó Hugo Carlos Granados.

No solo lo vieron en Colombia, sino que también lo comenzaron a ver en otras partes del mundo. Gracias a esa victoria, el Festival de la Leyenda lo llevó a varios países y fue apodado el Rey Viajero. Fue a Venezuela, Perú, México y Estados Unidos, entre otros países.

Hay un nivel más allá de la categoría profesional. Es la edición Rey de Reyes, que hasta este año se organizaba cada década (ahora será cada lustro). Hugo Carlos dice que duró casi diez años preparándose para esa edición. Cuanto más se acercaba, más aumentaba el tiempo de preparación.

Eran seis jurados y un público grande en el Parque de la Leyenda Vallenata. Los favoritos eran Omar Geles y Saúl Lallemand, pero no llegaron a los cinco finalistas. Los escogidos de la noche fueron Chiche Martínez, Ciro Meza, Álvaro López, Navin López y Hugo Carlos.

“Yo cogí parte del estilo de Luis Enrique, lo mezclé con el de mi papá y le metí de Colacho Mendoza y de Emilianito Zuleta, que han sido los acordeoneros que más he admirado en la vida”.

Ese toque distinto convenció a los seis jurados de la noche para que le otorgaran la corona que le faltaba, que lo ubicó como el acordeonero más importante del vallenato en una década. No fue una noche fácil, porque le tocó competir con su hermano Juan José por segunda vez en un Festival Vallenato.

“Siempre había un conflicto porque se dividía la familia por obligación. Tengo entendido que eso pasa en todas las dinastías. Eran unos momentos muy tensos, porque había una parte de la familia que le iba a los dos, pero había otra que lo apoyaban solo a él o a mí. Siempre había una molestia, pero lo pudimos superar”, relata.

La quinta generación

Luego de Hugo Carlos Granados sigue la dinastía con su hijo homónimo. Es la quinta generación de esta familia de músicos. También se podría decir que es la quinta generación de la música vallenata: llamada la Nueva Ola, precisamente a la que él se opone.

“Yo soy muy conservador de la música auténtica, de la música clásica vallenata. No me ha interesado el modernismo, porque yo pertenezco a otro mercado. Lo mío no es comercial, yo estoy donde está la gente que quiere y defiende el verdadero vallenato”.

También dice que ese vallenato de hoy está maltratando al tradicional y que no debería llamarse así, sino música alternativa con acordeón. Así que creó la fundación Dinastía, Juglares y Reyes Vallenatos, cuyo objetivo es preservar músicos vallenatos tradicionales, con la que ha viajado hasta Medio Oriente.

“Nosotros no tuvimos en cuenta los idiomas. Afortunadamente mi hijo nos acompañó y él jalaba muy bien el inglés. Fue quien nos salvó allá”, relata. Recuerda esta anécdota con algo de risa. Afirma la importancia de llevar el vallenato tradicional a otras partes del mundo y sugiere el reto de ser relevante que tiene esta quinta generación. Hugo Carlos Granados, además de ser el pentacampeón del vallenato, es también el Rey Viajero.

*De la Fundación Color de Colombia.

Por Alberto González Martínez

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