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“Sin duda la canción que más me llega al corazón es ‘El ausente’, ya que se la hice a mi esposa, Aura Patiño, en el año 1972, cuando yo llegué de Nueva York de un viaje que hicimos José María Fuentes, hijo de Toño Fuentes, y Mario Rincón, el grabador de la compañía”, fue la respuesta que dio el compositor Isaac Villanueva a la Revista Credencial sobre su canción favorita, de las 600 que compuso. “El Ausente”, es interpretada por Fruko y sus Tesos, una de las más célebres de su repertorio.
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Sin embargo, esta no es la única canción reconocida que escribió Villanueva, pues con los 30 años que estuvo vinculado a la disquera Discos Fuentes logró que interpretes como Pedro Laza, Los Tupamaros, Juan Piña, Wilfrido Vargas, Diomedes Díaz y el Joe Arroyo se apropiaran de sus letras e hicieran que resonaran en miles de corazones.
Incluso, con algunas de estas leyendas latinoamericanas tuvo una relación muy cercana, en especial con el Joe y con Fruko. Fue él quien lanzó al Joe al estrellato, ya que una vez descubierto, decidió proponerle la realización de un disco con Fruko y sus Tesos y fue aquel álbum, el que lo lanzó al estrellato. “Fui a verlo y ahí tomé la decisión de decirle que hiciera en Medellín una grabación con Fruko y sus Tesos. Él aceptó y esto también fue aprobado por el grabador de Discos Fuentes, Mario Rincón Parra y Julio Estrada (Fruko)”, relató para el mismo medio.
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Pero su habilidad para realizar música no llegó con la madurez, sino que desde la infancia descubrió su talento para escribir. Cuando tenía 13 años compuso su primera canción llamada “En el duro”, la cual contó con los arreglos musicales del maestro Pacho Galán, creador del merecumbé.
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Un año después, cuando tenía 14 años, se mudó a Cartagena para cursar el bachillerato. En la misma ciudad estudió música y contabilidad, capacitándose para fortalecer su carrera. Una vez culminados sus estudios, logró vincularse a la disquera Curro, de José María Fuentes en calidad de administrador de sus almacenes de música, hasta que en 1965 Antonio Fuentes, hermano de Curro y fundador de Discos Fuentes, lo llevó a Medellín para hacer parte del legendario sello. Allí permaneció durante 30 años como productor, director, jefe de ventas y compositor de cabecera. Desde entonces se coronó como una de las figuras más importantes de la música colombiana.
Hoy, tras su muerte, sus canciones seguirán resonando en automóviles, hogares y discotecas, pues logró que cientos de personas acogieran sus letras como parte de la tradición cultural mientras realizaba su gran sueño, el que imaginó cuando era niño. “Mi papá tocaba el bombardino en la banda del pueblo y yo lo admiraba y me llenaba de alegría escuchándolo. Luego empecé a componer y la verdad es que cuando uno compone lo hace pensando en un gran público, por eso en cada tema que compongo me lleno de inspiración y pienso que tiene que ser algo grande, ya sea para alegrar o para hacer sentir a la gente, pero que se oiga”.