Juan Luis Guerra y la música que coquetea con la poesía

Hace unos años, cuando Juan Luis Guerra regresaba de uno de sus viajes a Colombia, le llegó una melodía. Sacó su teléfono celular en medio del vuelo y empezó a escribir. Cuando terminó, la guardó y esperó el momento indicado para que el mundo la escuchara, un momento que llegó en 2014, con el álbum Todo tiene su hora. “El cielo le canta a tus mares, mi bella Colombia / Las flores coronan tus valles a todo color / Reflejas la luz de tu risa como un continente”, dice su “Canto a Colombia”. Una oda a la gente, los paisajes y las ciudades del país. “Tengo una conexión con Colombia, mi gran amigo es colombiano, Juanes, quien siempre me cuenta lo maravilloso que es su país. Este es un regalo de mi parte y de República Dominicana para todos ustedes”, explicó en ese momento el cantante dominicano.

Hace unos años, cuando Juan Luis Guerra regresaba de uno de sus viajes a Colombia, le llegó una melodía. Sacó su teléfono celular en medio del vuelo y empezó a escribir. Cuando terminó, la guardó y esperó el momento indicado para que el mundo la escuchara, un momento que llegó en 2014, con el álbum Todo tiene su hora. “El cielo le canta a tus mares, mi bella Colombia / Las flores coronan tus valles a todo color / Reflejas la luz de tu risa como un continente”, dice su “Canto a Colombia”. Una oda a la gente, los paisajes y las ciudades del país. “Tengo una conexión con Colombia, mi gran amigo es colombiano, Juanes, quien siempre me cuenta lo maravilloso que es su país. Este es un regalo de mi parte y de República Dominicana para todos ustedes”, explicó en ese momento el cantante dominicano.

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Su amistad con Juanes no solo tuvo como fruto “Canto a Colombia”. Cuatro años antes, habían lanzado “La calle”, parte del álbum A son de Guerra. “Que la calle está dura, que cada día es más angosto el camino” y “que la política se viste de oro, plata y lino fino”, cantan en conjunto. En casi 40 años de trayectoria, Juan Luis Guerra se ha dado la tarea de escribir canciones como esta, marcadas por el contenido social. “No me involucro en política, pero sí me gusta hacer canciones comprometidas. Creo que es necesario un cambio en la actitud del hombre y necesitamos más honestidad e integridad. Esa es la razón por la cual he compuesto “El costo de la vida”, “Visa para un sueño”, “El Niágara en bicicleta”, “Apaga y vámonos”, “La guagua” o “La calle” con la colaboración de Juanes”, aseguró el artista en entrevista con El País.

Los médicos se fueron, no tienen anestesia, el alcohol se lo bebieron, las pinzas se perdieron y el suero ya se usó para endulzar el café. Han pasado 28 años desde el lanzamiento de “El Niágara en bicicleta”, esa canción que, a pesar de ser un merengue, narra la historia de la precarización en los sistemas de salud. “Hay que chequearte la presión, pero la sala está ocupada y, mi querido, en este hospital no hay luz para un electrocardiograma”, le dicen a un paciente que llega a urgencias por una caída. “Esto pasa en todos lados. En países desarrollados suceden también estas cosas. Aunque he hecho en otras oportunidades la denuncia de la situación de los hospitales en general, en esta ocasión preferí ponerle algo de humor y resaltar el aspecto humano. Quizás esa sea la compensación. Mientras en los hospitales pobres hay más calor humano, en los grandes, por mucha tecnología que empleen, se ha perdido el trato con la persona”, afirmó Guerra en 1998, cuando lanzó la canción.

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En sus letras hay algo del joven que estudió Filosofía y Literatura en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y, en sus ritmos y melodías, del que migró a Estados Unidos para asistir al Berklee College of Music, en Boston. “No he dejado nunca de coquetear con la poesía”, dijo el cantante en el programa Noche de luz, en 2019, cuando salió Literal, álbum con 4.40, el grupo de artistas dominicanos que lo ha acompañado desde que lanzó su primer álbum, Soplando, en 1984. “Si lo que hay en mi corazón son las cosas sencillas vamos a llevarnos de él”. Para él, esos deseos profundos del corazón vienen impulsados por Dios. Concibe la música como don y regalo, uno por el cual está profundamente agradecido. Al igual que las canciones con contenido social, las cristianas y las románticas, inspiradas en su esposa Nora Vega, también han dejado un sello indeleble en su trayectoria.

“Creo que todas las canciones representan una etapa específica de mi vida. Pero hay canciones que siempre canto cuando tengo una guitarra en mis manos, y una de ellas es ‘Ojalá que llueva café’, una canción de esperanza que narra el sueño de vivir en paz y prosperidad”.

Aún hoy sigue siendo difícil pasar el “Niágara en bicicleta”, pedalear en un medio que impide avanzar, ver el destino siempre lejos, a la misma distancia. La perdurabilidad de las letras de Juan Luis Guerra es igual a la de sus ritmos.

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Hace más de 20 años, mi padre hacía un especial en Toca Estéreo que se llamaba “Ídolos”, un programa que hacía un breve recuento de la vida y música de algunos artistas. Hace unos días, desenterró un casete blanco que tenía escrito en marcador negro “Juan Luis Guerra: poeta y músico del pueblo” y lo puso en la grabadora. “De niño lo conocían como el niño de las veladas. Era tanto el sentimiento que les ponía a sus canciones en el colegio que hacía llorar a todo el mundo”, sonó su voz de locutor. “Los padres de sus compañeros se preguntaban de antemano si se iba a presentar y, si la respuesta era afirmativa, ellos mismos se aseguraban de llevar a sus hijos a la velada”, decía mientras su voz se fundía con “Ella dice”.

Juan Luis Guerra en Bogotá. Movistar Arena. Viernes 25 y domingo 27 de noviembre a partir de las 7:30 p.m. Entradas en Tuboleta.