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Eran las 3:00 p.m. Salía del hotel rumbo al parque Simón Bolívar para presentarme en la edición 2019 de Rock al Parque, en Bogotá.
Mi corazón latía un poco más acelerado de lo habitual, una mezcla de nervios y adrenalina me acompañaba en ese memorable momento previo. También sentía mucha alegría y la emoción recorría todo mi cuerpo.
Me bajé del carro... con pie derecho, entré al recinto, caminé hacia los camerinos e inmediatamente sentí que todo estaba en su lugar. Me sentí en casa, sentí la buena onda de la gente desde la entrada.
Caminé al encuentro con los periodistas. Hablé con ellos durante diez minutos y sentí también un cariño especial porque me sentí arropado por ellos. Fue muy especial para mí que despidieran ese encuentro con aplausos.
Recibí algunas visitas muy especiales en el camerino. Los amigos de siempre pasaban por ahí para desearme lo mejor en una jornada tan importante en mi carrera.
En un momento estaba en compañía de Cepeda y Fonseca; y me dice Andrés: “ey, tenés que cantar La tierra”. De repente los miré a los ojos y les dije: “¿Chicos, se suben conmigo a cantar La tierra?”. Era la oportunidad perfecta, los vi ahí y pensé, ¿cómo no voy a invitarlos a cantar conmigo esta noche? Practicamos durante quince minutos y hoy recuerdo ese momento con especial cariño.
Durante un mes previo al show entré en una especie de silencio voluntario. Me encerré, me concentré para Rock al Parque 2019. Una mañana me desperté con la idea de tocar Seek and Destroy y se lo comenté a la banda. Les encantó la idea. Yo les decía, muchachos esa canción dura unos siete minutos, y ellos solo dijeron: “Vamos”. Les dije entonces: “Si llegamos a tacar esto es porque sobrevivimos”.
Vuelvo al día del concierto, en el que me vestí de ruana, me di la bendición, como siempre y subí con el latido del corazón más intenso. Cuando me monté al escenario todo cambió. Cambió para siempre. Fue encontrarme con esa Bogotá que siempre me ha tendido un abrazo, una sonrisa y me ha brindado mucho cariño.
Ese día encontrar que más de 120.000 personas cantaron allí mis canciones y que pude hacer un cover de mi banda favorita de todos los tiempos, Metallica, y que, meses más tarde, me conecté directamente con sus integrantes fue muy emocionante. Creo que en el parque Simón Bolívar se cerraron unos ciclos y comenzaron otros y eso fue justo en ese aniversario 25 de Rock al Parque, lo que es bastante significativo para mí.
Para terminar de cerrar con broche de oro la jornada, Fito Páez me invitó a cantar con él, algo que no olvidaré jamás. Me dijo esa noche: “Montate, disfrutá, vení”. “Pues claro”, le dije, “¡qué honor!”.
Siempre estaré agradecido con todo el público y con la gente de la organización de Rock al Parque por haberme abierto las puertas de la manera en la que lo hicieron. Creo que es lo que debería seguir pasando con otros géneros musicales. He vivido en muchos otros países del mundo y he estado en festivales donde he tocado y he podido ver todo tipo de música, todo el mundo conviviendo y disfrutando.
Creo que en un país como Colombia lo que necesitamos es eso: la inclusión, por lo menos a través del arte, en este caso de la música, nos podamos entender. El rock es una actitud realmente, el rock es libertad.
He estado en dos oportunidades en Rock al Parque como público y muchos otros festivales los vi desde la intimidad de mi casa, en Medellín, por televisión. Me quedaba viéndolo y siempre pensaba: ¿será que nunca voy a poder llegar ahí? Me he estado preparando para Rock al Parque desde 1972, cuando nací, y todas estas oportunidades que he tenido de tocar por todo el mundo, todo el fogueo que he tenido y todas esas experiencias de alguna forma me prepararon para ese momento.
Me sentí inmensamente feliz de estar cantando mi propia música en este festival, que en muchas oportunidades lo disfruté como público.
Nunca con Ekhymosis fuimos aprobados para estar ahí y ahí estaba yo con la historia de mi vida toda en Rock al Parque. Ahí estaba yo viéndome ahí, presenciando lo que por años soñé.
El festival es muy importante para esta ciudad, es inspirador. Bogotá es muy especial para mí. Rock al Parque 25 años estará siempre en mi memoria, aunque no logré ni celebrar mucho.
Recuerdo que tampoco sentí esa necesidad. Quería intimidad. Me fui al hotel con mi familia, agradecido con la vida. Me quedé en silencio en la cama casi meditando, dando gracias.
Celebro y agradezco este 2019. Un año muy especial para mí, recorriendo el mundo, Rock al Parque, Persona del Año, mi familia me tiene más cerca y yo a ellos. Estoy en balance. Creo que 2019 fue un año pleno y puedo decir con firmeza: “Esto apenas comienza”.