Lo ‘kitsch’, lo ‘naif’ y otras estéticas en el nuevo álbum de Karol G
Este texto es una búsqueda por aquellos elementos visuales que conforman la portada del más reciente álbum de Karol G. Es una comparación con otras portadas y es, en resumidas cuentas, una mirada a la cultura popular.
Alberto González Martínez
“Esa portada parece hecha por un niño”, fue el primer comentario que vi. Estuve parcialmente de acuerdo, aunque no le di mucha importancia. Luego me topé con otro que decía, en forma irónica, “así de creativas son las portadas de hoy”. La espuma de los comentarios subió proporcionalmente con mí interés.
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“Esa portada parece hecha por un niño”, fue el primer comentario que vi. Estuve parcialmente de acuerdo, aunque no le di mucha importancia. Luego me topé con otro que decía, en forma irónica, “así de creativas son las portadas de hoy”. La espuma de los comentarios subió proporcionalmente con mí interés.
Me detuve a mirar las ilustraciones. Había un conejo rosado, que es una marca de grafiti para algunos movimientos queer, una pentatónica, las pirámides que salieron en uno de sus videoclips, el título de una de sus canciones, el de su álbum y un montón de dibujos más. Todos parecían stikers de cuadernos de colegio.
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“Veo una necesidad de sacar a la luz algo de lo cotidiano. Estas figuras las vemos no solo en los cuadernos de los niños, también en lo cotidiano, en la calle, en los dibujos que hacemos en papeles sin necesidad de tener pretensiones artísticas”, le dice a El Espectador Juan David Alzate, periodista y Magister en Historia del Arte.
Lo ‘kitsch’ y el ‘collage’
El filósofo y esteta Yoni Osorio lo resume en una sola palabra: “kitsch”. Un estilo artístico que está presente en las artes y que, a su vez, se asocia con lo mediocre, cursi y saturado.
El hecho de que sea “kitsch” no quiere decir que pertenezca a la categoría de “obra de arte”, fue lo primero que aclaró Yoni y Juan David. Ambos argumentan que la carátula de Karol G no se puede calificar con elementos técnicos como los del uso del color o el dibujo. Tampoco el autor tiene un papel relevante, que, de hecho, aún no se sabe quién es.
Seguí con el rastreo de portadas. Esperaba encontrar otras que se relacionaran y justo me topé con la de el grupo español femenino “Cariño” y su portada homónima que fue lanzada en 2022. En ella también se ven aquellos stikers que parecen de cuaderno y que, en realidad, terminan siendo un collage.
Esa portada se me hizo más cercana a la “Mañana Será Bonito”. Solo difiere en que usa el azul en vez del rosa y aquí parecen recortes de revistas en vez de caricaturas. Esta portada casi me hace olvidar de la carátula de “Un Verano Sin Ti”, de Bad Bunny, que también tiene elementos similares a la portada de Karol G.
Carlos Mario Jaramillo, doctor en Historia del Arte y experto en cultura popular de la Universidad de Antioquia, dice que esta última es un collage “a modo de paisaje, pero el corazón tiene figuras como las de Bob Esponja, el paisaje es como el de Los Simpson o Futurama, los delfines son de otra iconografía. No deben tener forma de pegatinas para decir que es una mezcla de imágenes”.
Lo ‘naif’ y la cultura popular
Lo “naif” fue otro de los términos estéticos que surgieron en la búsqueda que ya iba arrojando respuestas. Juan David dijo que “se caracteriza por la ingenuidad, lo infantil, la simplicidad de las formas, los colores estallados”. Otra vez separó las “portadas” de la “obra de arte”, al igual que Yoni, quien agregó: “No se trata simplemente de que muestre lo infantil. Si vemos estas carátulas (Karol G, Bad Bunny y Cariño), hay una intención para que al espectador se lo roben las cosas inmediatas, la sencillez. Contrario a artistas como Ethel Gilmore que tiene un esfuerzo por reivindicar la lúdica y otros elementos que pareciesen infantil o inocente, pero que en realidad tienen un alto contenido narrativo y de memoria”.
Carlos Mario Jaramillo no se quedó solo con lo “naif” y lo “kitsch”. Fue más allá. Añadió a ese conjunto “el comic contemporáneo, el meme, el grafiti contemporáneo” y otros elementos más. Esa amalgama forma una estética fragmentada o, en sus palabras “la cultura popular tiene todas las voces, pero no se queda con ninguna”.
Recordé la ironía de aquellos comentarios iniciales y le pregunté a Yoni Osorio si creía que la mezcla de la portada del disco de Bad Bunny con la portada del grupo Cariño daba como resultado la de Karol G. Me respondió afirmativamente y con la misma ironía.
Jaramillo, de manera más formal, agregó a esta mezcla otras portadas de discos más clásicas y referenció, para mi sorpresa, uno de The Beatles: “Sgt Pepper’s”. Ahí aparecen personajes populares del cine y de la llamada “alta cultura” en formas de collage. Y agregó uno más, un caso pionero colombiano: los “14 Cañonazos” de Discos Fuentes.
Todas esas portadas hacen parte de “la cultura del consumo”, y ninguna de ellas aspira a la trascendentalidad. En esto también estuvieron de acuerdo los tres. Carlos Mario Jaramillo agregó una cereza al pastel: “la cultura popular se resiste a la cultura culta, por eso a ellos les puede parecer falto de creatividad, les parece hecho por niños”.
“Marketing”: otra cereza. Ellos buscan llegar al mayor número de personas posibles y “no buscan una valoración estética”, concluyó Carlos Mario Jaramillo. Terminó la conversación y me detuve a pensar en que todo este tiempo hice justo lo contrario: buscar una valoración estética. Ahora finalizo y pienso en este texto. Si es muy largo o corto. Si llegará a mucha gente o a poca. O si habrá un comentario que diga: “parece hecho por un niño”.