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Kate Bush y el caso de “Running up that Hill”

De todo el trabajo de reivindicación cultural de series como “Stranger Things”, el más impactante “revival” ha sido protagonizado por esta cantante y compositora británica, muy conocida entre los fanáticos del “new wave” y el “art rock”.

David Martínez Houghton
22 de agosto de 2022 - 02:00 a. m.
La cantautora, productora y actriz británica Kate Bush nació el 30 de julio de 1958. / Getty Images
La cantautora, productora y actriz británica Kate Bush nació el 30 de julio de 1958. / Getty Images
Foto: Getty Images - Anwar Hussein
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En una canción de 1988 titulada “The Wild Truth”, escuchamos al músico estadounidense T-Bone Burnett cantar: “Science fiction and nostalgia have become the same thing”. Sin proponérselo, Burnett estaba anticipando la esencia narrativa y estética de la serie Stranger Things y, de paso, de toda la ciencia ficción contemporánea. Y es que en esta producción de los Duffer Brothers todo es intertexto, reminiscencias de la cultura pop que se filtran a través de walkmans, rocolas y VHS.

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En un mismo capítulo transitamos entre alusiones a E.T., Edward Scissorhandss, Alien o Akira. En lo musical, hemos podido escuchar temas de Toto, Metallica, Devo, New Order, The Cars y un largo etcétera de artistas y agrupaciones que fueron claves en los años 80.

Esta estrategia, cuidadosamente pensada, ha permitido a las nuevas generaciones conectarse con una buena parte del acervo cultural pop, otorgando un nuevo ciclo de popularidad a obras musicales y cinematográficas de culto. De todo ese trabajo de reivindicación cultural, el más impactante revival ha sido protagonizado por la cantante y compositora británica Kate Bush, muy conocida entre los fanáticos del new wave y el art rock, pero casi desconocida en el mainstream contemporáneo.

Bastó una secuencia de posesión demoniaca y un exorcismo sonoro para que el tema “Running up that Hill” se posicionara de nuevo en lo más alto de los charts, destronando incluso a artistas top como Bad Bunny y Harry Styles. La misma Kate Bush, sorprendida por ese retorno, ha saludado con satisfacción el poder de actualización que tiene una serie como Stranger Things.

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Aunque esta sobreexposición repentina pueda inducir a pensar que se trata de una “one hit wonder” de esa década extraña y “kitsch” que fue la de los 80, Kate Bush es una artista consagrada y muy respetada en la escena del rock. Desde muy joven, dio sus primeros pasos en la industria de la mano de David Gilmour, quien llevó su demo con 50 canciones a los ejecutivos de EMI.

Ante su evidente talento como escritora y arreglista, fue contratada por la disquera con un anticipo que le permitió tomar clases de actuación con Lindsey Kemp y luego grabar su primer disco, que fue un éxito de ventas en Reino Unido:The Kick Inside” (1978). Rápidamente, Bush aprendió a leer el juego de la industria musical y creó su propio estudio de grabación y su compañía de distribución y se adentró en un período de experimentación en el que mezcló el baile, la mímica, el teatro y la música de vanguardia.

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Cuando lanzó su cuarto disco, The Dreaming” (1982), Bush era una precoz y prolífica compositora que manejaba con destreza los sintetizadores y el “sampling” y, además, conocía ampliamente la tradición del “art rock”, el folk británico y un amplio repertorio de músicas europeas. Desde entonces, su música ha sido extraña y muy difícil de clasificar. Parece un pop ligero, pero cada escucha va revelando capas de sonidos y letras complejas repletas de referencias literarias y cinematográficas.

Aprovechando este juego de nostalgia y ciencia ficción que ha desatado Stranger Things, referimos a continuación una lista de canciones para adentrarse en la obra de esta artista londinense.

“Cloudbusting” (“Hounds of Love”, 1985). Inspirada en el libro A Book of Dreams (1973), autobiografía de Peter Reich, hijo del excéntrico psicoanalista Wilhelm Reich, esta es una de las mejores composiciones de Kate Bush. “Cloudbusting” es un pop repetitivo que adquiere un carácter hipnótico a medida que el sonido de chelo se hace más intenso. Narra una historia de amor entre padre e hijo, pero también reflexiona sobre la naturaleza de la memoria y los sueños. El videoclip, protagonizado por la propia Bush y Donald Sutherland, es un complemento tremendo para esta canción cuyo título alude a una máquina para crear lluvia: un invento tan insólito como hermoso.

“Army Dreamers” (“Never for Ever”, 1980). Este tema es una declaración antibélica, sutil y brillante, que seguramente causó polémica en esos años de fervor nacionalista en Gran Bretaña. “Army Dreamers” es un vals enriquecido por el sintetizador Fairlight, que sería usado de forma extensa por Bush en este y otros discos de la década. En esta canción, la voz soprano de Kate Bush alcanza una versatilidad llena de matices, aportando una atmósfera extraña, casi surreal. Por momentos evoca una canción infantil, pero su crudo significado nos trae de vuelta a un mundo violento y cruel. El videoclip nos deja ver a la cantante en su faceta como mimo, creando una estupenda “performance” llena de magia “kitsch”.

“King of the Mountain” (“Aerial”, 2005). Luego del lanzamiento de su disco The Red Shoes (1993), Kate Bush entró en un extenso retiro que ayudó a consolidar su fama de artista ermitaña y singular. Su retorno fue en 2005 con Aerial, un disco doble que hoy es considerado uno de los puntos más altos en la carrera de esta artista. De ese disco, el single promocional fue “King of the Mountain”, un tributo a Elvis en el que se reimagina al Rey como si estuviera vivo, contemplando los efectos de su leyenda con ironía: “Elvis, are you out there somewhere / Looking like a happy man? / In the snow with Rosebud / And king of the mountain”. Es un tema contundente de rock progresivo para abrir un disco que, a su vez, es de una solidez impresionante para una artista que llevaba doce años por fuera de los estudios de grabación.

“Babooshka” (“Never for Ever”, 1980). Una historia de amor bizarra, llena de celos e intrigas, contada en el formato de un tema pop lleno de sintetizadores. Rápidamente se convirtió en un éxito en los charts y ayudó a promocionar el disco, dejando atrás el relativo fracaso de su anterior trabajo: Lionheart (1978). Como sucede con otros éxitos de Bush, las escuchas sucesivas van revelando capas sonoras, efectos mínimos que muestran una ambición artística sin precedentes en el ámbito del rock británico, históricamente dominado por hombres. El videoclip de “Babooshka” es una metáfora de la actitud de Bush frente a la industria musical: fuerza, singularidad, excentricidad y ambición.

“Wuthering Heighs” (“The Kick Inside”, 1978). Compuesta cuando Kate Bush tenía 18 años, esta canción es su primer éxito comercial y de crítica. La génesis de su composición muestra muy bien una parte del proceso creativo de Bush, quien siempre reafirmó su talento para contar historias en sus canciones: la escribió primero bajo el influjo de una serie de televisión británica inspirada en la obra de Emily Brontë. Luego, conmovida, Bush leyó la novela y confirmó su fascinación con esa historia de amor desbordado. Es un tema con atmósfera gótica y con una instrumentación más convencional, mucho antes de que la artista descubriera los sintetizadores.

“Running up that Hill” (“A Deal With God”) (“Hounds of Love”, 1985). Titulada inicialmente A Deal With God, la disquera insistió en añadir el resto del título por razones promocionales. Fue el primer single de Hounds of Love y, con los años, se convirtió en el tema más emblemático de todo el catálogo de Kate Bush. En cierta forma, la canción resume muy bien la estética de esta artista británica: estructuras repetitivas, uso extensivo del “sampling”, letras llenas de dramatismo e intensidad, pop que deviene rock progresivo. La secuencia del exorcismo de Max en “Stranger Things” no es la primera aparición del tema en una serie de televisión o un espectáculo de masas. En 1986 fue el tema central de la serie de la BBC “Running Scared” y luego fue versionada para el cierre de los Juegos Olímpicos de Londres en 2012.

“The Sensual World” (“The Sensual World”, 1989). Originalmente, el tema está inspirado en el monólogo final de Molly Bloom en Ulises, de James Joyce. En un primer momento, los herederos de Joyce se negaron a ceder los derechos de la obra y Bush tuvo que escribir una nueva letra. El resultado fue este tremendo tema en el que explora una visión de la sexualidad en la que una mujer trasciende su existencia como personaje de ficción y adquiere vida propia. Musicalmente, “The Sensual World” es un buen ejemplo del eclecticismo sonoro de Bush: sonidos celtas y de Europa central dialogan en una estructura de rock progresivo y pop barroco. Años después, Bush recibió por fin los derechos para usar el monólogo joyciano y reescribió la canción con el título “Flower of the Mountain” (“Director’s Cut”, 2011).

Por David Martínez Houghton

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