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Luces explosivas, bailarines disfrazados de gigantes, confeti, fuegos artificiales, lentejuelas y todo tipo de atracciones de feria han deslumbrado hoy a los espectadores del concierto que ha ofrecido en Barcelona Katy Perry, que ha derrochado energía y presencia escénica.
Ante 13.000 espectadores, entre los que había bastantes padres acompañados por sus hijos menores de 16 años, la norteamericana ha liderado un espectáculo fastuoso y calculado al milímetro, que prácticamente no varia desde que empezó la gira el 19 de septiembre de 2017 en Montreal, Canadá.
El concierto de este jueves, la única parada española de la gira europea de este fenómeno mundial, ha empezado con casi media hora de retraso cuando el enorme ojo que ha presidido el escenario se ha abierto y de su interior ha salido Katy Perry, volando sobre una estructura en forma de estrella, enfundada en un traje rojo con capucha, rodeada de humo y confeti, y cantando Witnes, la canción que da título a su último disco y a la gira.
Un inicio espectacular que ha dado la pauta de un concierto colorido y fastuoso, en el que no ha faltado de nada, desde explosiones de colores hasta marionetas gigantes, pasando por estructuras voladoras, escenarios móviles y vestuarios imposibles.
El siguiente tema ha sido Roulette, cantado encima de gigantescos dados escalables, de donde han salido los primeros bailarines dispuestos a convertir el escenario en un plató de videoclip y a animar al público a imitar sus estudiadas coreografías.
Katy Perry ha cantado Dark Horse subida encima de una plataforma móvil y Chained to the Rhythm rodeada de títeres gigantes con televisores en las cabezas.
La locura del parque de atracciones ambulantes que rodea la cantante norteamericana ha continuado con Act My Age, Teenage Dream y Hot n Cold, acompañada de dos bailarines disfrazados flamencos y uno de tiburón.
En este punto la diva del 'pop' ya había hecho el primer cambio de ropa y llevaba un 'top' iluminado con 'leds', con el que ha dicho unas palabras en español: "caliente y frío" y "muchas gracias".
El tiburón ha hecho un numerito supuestamente gracioso con un piano y, tras el pequeño interludio cómico, la maquinaria ha vuelto a ponerse en marcha y unos labios gigantes han emergido de detrás de la pantalla durante el tema I Kissed a Girl.
Nuevo cambio de vestuario y Perry ha cantado Déjà Vu disfrazada de mujer sofisticada con un recargado traje de látex, que ha lucido sobre un escenario adornado con enormes rosas.
En E.T. ha subido al escenario un bailarín en zancos, vestido como un insecto alienígena y en Bon Appétit, la artista se ha estirado sobre una hoja verde mientras los bailarines vertían sobre ella lentejuelas salidas de enormes frascos de sal y pimienta.
Disfrazada de estrella, Kerry ha interpretado el siguiente tema sentada en un planeta sujeto del techo por invisibles cables, que ha sobrevolado las cabezas de los pasmados espectadores.
Y por si no habían tenido suficientes emociones, los corazones se han acelerado cuando las estrella del 'pop' disfrazada de estrella del espacio ha anunciado que alguien subiría con ella al escenario.
La afortunada ha sido una niña de once años que ha puesto el toque tierno al concierto, justo antes de que se hayan encendido las luces de los móviles para iluminar la interpretación de One of us, donde Katy Perry ha podido lucir su magnífica voz.
La montaña rusa ha vuelto con Swish Swish, que Perry ha cantado subida a una enorme canasta de baloncesto, mientras los bailarines sostenían enormes balones inflables.
Una cabeza de león gigantesca, como no podría ser de otra manera, ha presidido Roar y Kety Perry ha reservado para la traca final Pendulu y Firework, que ha acabado con explosiones de colores. ¿Qué más se puede pedir?