“La dulzura”, la faceta romántica de Cultura Profética
Muchos conocieron a la banda puertorriqueña de reggae por la poesía plasmada en las letras de “Para estar”, “Ilegal”o”Rimas pa’ seducir “, canciones que hacen parte de su álbum “La dulzura” (2010), que ahora relanzaron en formato instrumental. El grupo habló para El Espectador y recuerda el camino que recorrieron para llegar a la esencia del disco que marcó su carrera.
Daniela Suárez Zuluaga
La dulzura que transmite la música de Cultura Profética llega al alma como un grito desesperado de una historia que merece ser contada. Un flechazo al corazón que enamora o una daga en el pecho que desangra, así son las canciones de la banda de reggae que debutó en 1996 y plasmó con música lo que muchos no pudieron decir con palabras. Sus ideas políticas e inconformidades sociales también hacen parte de los temas de su discografía.
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La dulzura que transmite la música de Cultura Profética llega al alma como un grito desesperado de una historia que merece ser contada. Un flechazo al corazón que enamora o una daga en el pecho que desangra, así son las canciones de la banda de reggae que debutó en 1996 y plasmó con música lo que muchos no pudieron decir con palabras. Sus ideas políticas e inconformidades sociales también hacen parte de los temas de su discografía.
Willy Rodríguez, vocalista de Cultura Profética, habla de las facetas que la banda ha tenido a lo largo de su carrera. Recuerda con cariño varios momentos que todos atesoran; entre ellos, la grabación de su primer álbum Canción de alerta, un canto dedicado a las causas sociales. Lo sacaron en doce días, lo mezclaron en tres y lo hicieron todo análogo, pero esa no es la magia de la historia.
Bob Marley, un referente
“Odio escuchar mi voz en ese disco. Todo el mundo lo sabe. Para mí es horrible. A la vez siento que es hermoso escuchar la música, ojalá podamos conseguir los instrumentales porque es otra experiencia completamente diferente”, dice Rodríguez en entrevista para El Espectador. Recuerda que lo grabaron en Jamaica, en el estudio que hoy se conoce como Marley Music Studios. “Ese fue el estudio que la esposa de Bob Marley compró cuando él murió. Ese era su sueño, tener un estudio grande, y ella lo cumplió después de que él falleció”, recordó.
Lo mágico de Canción de alerta comenzó a pasar por una llamada que recibió la banda una semana antes de viajar para grabar. El ingeniero de sonido les avisó que se había quemado una consola. Les dijo que no se preocuparan, que ya tenía otro estudio para permitirles grabar. Cuando llegaron, el estudio en cuestión terminó siendo la casa de Bob Marley.
Esa casa museo, en honor al más grande exponente del reggae, ubicada en la 56 Hope Road, en Kingston, fue el lugar donde Cultura Profética comenzó a escribir su legado en el género. Si hay una mejor forma de empezar una carrera musical, confieso que no sé cuál es. “Esa casa era como una comuna, porque llegaba gente a ocupar el terreno. Me pareció muy curioso que los viernes se hacía una fila de gente afuera y Ziggy Marley los recibía para seguir con el legado de su padre. Las personas llegaban a contarle sus necesidades y él les daba dinero”, recordó Willy.
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“La dulzura”, el romance a flor de piel
Luego de Canción de alerta, Ideas nuevas, Diario y M.O.T.A., Cultura Profética ya era uno de los referentes del reggae en español. Canciones como “De antes” y "Donde no alcanza mi verso” comenzaban a dejar ver la faceta romántica de la banda. En 2010 llegó La dulzura, uno de sus trabajos discográficos emblemáticos. “Este disco era el sueño de poder plasmar el lado dulce de Cultura Profética”, dice el músico. Recuerda que hubo intentos antes en varias canciones y cantando una estrofa de “Rompiendo el letargo” que dice:
“Quisiera cantarle al amor,
La pasión, la alegría, al baile y la risa,
Mas me encuentro desde dónde,
No encuentro desde dónde.
Mis palabras se hacen cortas
Ante el espectro que el alma plasma acá en mi mente”.
“Estaba tratando de decir que no encontraba las palabras correctas para apreciar la belleza de las cosas simples. Es mucho más fácil quejarse, más fácil llorar los dolores que documentar lo bien que te hace sentir el amor, sin ser trillado, pero nos tomó tiempo y madurez encontrar la forma correcta de expresar eso”, comenta.
Como Willy dijo en la entrevista, “el reggae es la espina dorsal de Cultura Profética”, y fue por canciones como “Para estar”, “La complicidad” y “Rimas pa’ seducir” que La dulzura caló en los corazones de su público y fue un álbum exitoso en todas sus facetas, debutando en el número cinco en la lista de los mejores álbumes latinos de Billboard. Lo más significativo de este álbum, además de sus canciones y sus letras, fue el sello discográfico, que era independiente y creado por ellos mismos: La Mafafa.
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Una versión instrumental
El año pasado la banda revivió La dulzura de una forma nunca vista en su discografía: los instrumentos y no la voz son el centro de esta propuesta. “La idea surgió a partir de nuestra experiencia. Cuando viajábamos y entrábamos a restaurantes, bares y karaokes, nos dábamos cuenta de que nunca había canciones de Cultura Profética disponibles para cantar en ese formato”, contó Ómar Silva, guitarrista del grupo.
Iniciaron una conversación al respecto y llegaron a la conclusión de llevar este disco a las voces del mundo, con las letras de las canciones disponibles en YouTube y una resignificación de cada uno de los temas que hacen parte de este álbum. “Si teníamos las mezclas instrumentales, ¿por qué no lanzarlas así y dejar que la gente cante las canciones con la banda original? Así lo hicimos, y para nuestra sorpresa, la gente lo ha valorado mucho”, concluyó Silva.
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Las letras…
Si hay algo que nos preguntamos los fanáticos de Cultura Profética, es cómo hacen para escribir canciones que logran mover las fibras del alma. Willy dice que es un proceso “muy personal”, que en algunos casos ha tenido que traducir lo que todos hablan, pero lo que escribe es su manera de hablar sobre la vida y las cosas cotidianas. “Siento que la composición es bien instintiva y lo he dicho mil veces, nunca he dicho “voy a escribir una canción sobre esto” y me sale. Juego con letras, balbuceando, diciendo cualquier disparate hasta que llega una rima, y ella es la que me guía”.
En “Donde no alcanza mi verso” empieza diciendo “Quisiera palpar el silencio, o ser yo quien sopla el viento, bañarme de estrellas quisiera, vestirme de mar y de cielo”, dice que no tenía idea de lo que estaba hablando. “Estaba jugando a ser Dios de cierta manera, llegando finalmente a la frase “quiero llegar hasta donde no alcanza mi verso” porque puedo decir muchas cosas, pero nada se va a comparar a lo que es el acto sexual realmente”, concluye Willy.
Ahora, “La Dulzura” renace para dar la oportunidad a otros de cantar sus canciones, para compartir sus letras en infinidad de contextos, para dedicar, para bailar, para besar, para amar al ritmo de sus instrumentos y confirmar, una vez más, que Cultura Profética no le tiene miedo al romance, al contrario, funciona como vehículo hacia él.