La metamorfosis de la champeta: el picó ya no es su religión
El ritmo cartagenero está sufriendo cambios en los últimos años, al adquirir sonoridades de otros ritmos como el afrobeat y modificar estructuras en sus canciones. El Espectador habló con académicos, artistas, dj y productores que forman parte de la industria de este género.
Alberto González Martínez
—El principal problema de la champeta es que hay un monopolio —dice Jose David Orozco, divulgador de este género.
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—El principal problema de la champeta es que hay un monopolio —dice Jose David Orozco, divulgador de este género.
Kevin Florez fue el primer artista en romper estructuras en la champeta. Comenzó a desprenderse del circuito de los picós y bautizó como “champeta urbana” al movimiento de la década pasada que muchos artistas cartageneros siguieron. Fue una escena que comenzó a sonar más allá de los sistemas de sonidos del Caribe colombiano y que conquistó espacios en las radios bogotanas. Se habló de la “nacionalización” de género, así como de su “blanqueamiento”.
Para esas épocas, después de 2015, un dj barranquillero, criado en Cartagena, buscaba otras sonoridades. Las personas de la industria lo referencian como el primer dj que comenzó a jugar con los sonidos del afrobeat en la ciudad. Exploró pistas de Nigeria, Uganda y Madagascar y le hizo versiones en español —con sus respectivos derechos de autor, recalca—. Gustavo Ortegón, conocido como “Tavo DJ”, nunca ha trabajado con la champeta, pero como la mayoría de artistas cartageneros ha tenido que ver con ella.
—El punto clave de los cambios en la champeta urbana fue Kevin Forez, ¿cuál fue en esta nueva generación? —le consulto al dj.
—La labor ahora la hicimos los dj y productores.
“Tavo” también fundó “Afrodancehall Fest”, pionero en Colombia en un evento con estos ritmos, que en su edición más reciente, en octubre del año pasado, recibió más 5.000 personas. Allí descubrió a jóvenes talentos que se montaron a la onda, en su momento alternativa, del afrobeat. Conoció a Hamilton y al éxito. Este joven es uno de los representantes de esta nueva oleada de artistas cartageneros cercanos al afrobeat y, de alguna u otra forma, a la champeta. Spotify, por ejemplo, lo incluye en el top 5 de artistas más reproducidos de champeta en la plataforma. Un artista que, además, suena más fuera del país que dentro.
Los problemas de la internacionalización
Jose David Orozco, quien es licenciado en inglés y español, afirma que el 80 % de lo que produce la industria de la champeta queda en una sola familia. Ellos se encaragan de buscar los talentos, escribir las letras, grabarlas y comercializarlas, por ende, son dueños de los derechos de esas obras. También hacen los bailes en sus picós, venden el licor y demás actividades.
—La champeta es un monopolio de la familia Iriarte, representada en dos picós, que son el Rey de Rocha y El Imperio. Por eso es muy difícil que salga de donde está —asevera Orozco.
—Lo que dice el picó era religión, pero ya no está siendo tan así. Muchos artistas se dieron cuenta de que no estaban recibiendo regalías de sus obras. La champeta tiende a ser cada vez más independiente del picó —agrega de forma más positiva “Tavo DJ”.
Jader Tremendo, precisamente uno de los dj del picó El Imperio, acaba de convertirse en el primer dj cartagenero en lanzar un álbum. Una producción que combina lo clásico y lo nuevo, el afrobeat, en el que busca justamente un mercado distinto al del picó, pero sin dejarlo. Algo similar a lo que hacen los cantantes Zaider, hermano de Jader, y Luister, ambos figuras de la nueva generación de la champeta, quienes orbitan entre el mercado clásico de los sistemas de sonido y en el de festivales y plataformas digitales.
Otro de los problemas que dificulta la expansión del género, según “Tavo DJ”, son los derechos de autor de muchas canciones que pertenecen a los picós o, en otros casos, son covers o sampleos de las canciones africanas que podrían ser demandadas si se exponen a nivel internacional. Una práctica antiquísima en el género.
Aun así, lo ha intentado. Según la data de Spotify, es uno de los tres géneros colombianos que más ha tenido crecimiento, con un 700 %, en los últimos cinco años. Aunque en el exterior solo alcanza un 20 % en el último año. También ha tenido conquistas internacionales, como la creación de nuevas categorías de champeta en premios latinoamericanos, como en los Monitor Latino, que fue impulsado por la productora ejecutiva Sandy Tabacinic.
Un supuesto blanqueamiento
El papá y mánager de Kevin Flórez, Rafael Flórez Moreno, se indicó que ellos “lavaron la champeta, conmssigando en la tesis “De la kz a la discoteca”, para referirse a las nuevas estéticas que surgieron a partir de la “champeta urbana”. Comenzó a cambiar lo sonoro y visual, acercándose al reguetón, junto con colaboraciones de artistas de otros géneros. Algo que el reguetón ha entendido muy bien y que la champeta lo comenzó a entender.
Kevin Florez hizo colaboraciones con cantantes como Nicky Jam, Ñejo y otros. Mr. Black hizo lo propio y adquirió un discurso de unión en el género junto con el de “internacionalización”. También apareció una réplica de esto, que hablaba de “blanqueamiento”.
Los cambios que se comenzaron en el género fueron los que adquirieron ese término. Medios como Vice y Pacifista lo registraron. Se criticó la inclusión de nuevos instrumentos, el cambio de la temática que ya no era denuncia social o no narraba a la Cartagena afro, los videoclips se hacían con mayor calidad de producción y la aparición de fiestas de champeta para gente de “bien”, quienes antaño desdeñaban y estigmatizaban.
—Siento que no es el término más adecuado porque es como si la champeta fuera mala y hay que ponerla buena. Es más una necesidad de fusionarse con ritmos mundiales para ganar otros espacios, —indica Jose David Orozco.
Hoy el término “blanqueamiento”, aunque aparezcan nuevos cambios, no se usa tanto y a José David y “Tavo Dj” les parece exagerado. Mr. Black en la canción Catalina (2021) prescinde del elemento más característico de una champeta, el espeluque, algo así como el pregón en la salsa, y que en esta canción aparece más en forma de coro. Esa lógica la comenzaron a seguir las nuevas generaciones como Zaider y Luister. Este último dice que esa es la estructura que debería tener la champeta y lo comparte con Tabacinic, quien lo ve como una “evolución”.
Cartagena produce ritmos de afrobeat, dancehall y amapiano, todos en su línea cartagenera. Tabacinic cree que el futuro de champeta está en esos sonidos afrolatinos. Orozco se inclina más por un ecosistema entre estos géneros, mientras “Tavo DJ”, quien también es el pionero en explorar el ritmo amapiano en Cartagena, visualiza que será ese el ritmo que mandará la parada en un futuro cercano. “Tavo” había dicho lo mismo hace una década con el afrobeat.