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—Es como un perreo bajo la lluvia —definió su estilo al que bautizó en su álbum “Perreo sad” (2022). Nació de una tusa, tonos menores y de escuchar “neoperreo”.
Hace un par de años la escuché en vivo por primera vez. Estaba en un concierto público en Medellín. Ella cantaba y hablaba de su estilo. Me generó cierta curiosidad y lo retuve inconscientemente. Se hacía fácil recordarlo. Ahora que la volví escucharla, la asocié con la pereirana Kali Uchis, aunque ella no la haya mencionado entre sus referentes.
Lee Eye no solo se queda con letras tristes y el “perreo”. Explora otros géneros como el afrobeat y el R&B, como en su reciente sencillo con el colectivo caleño Miracali. Le gusta lo que pasa en esa ciudad con artistas como Dawer x Damper y Lil Keren. No tanto con la otra escena “tipo maliantoso”. Habla de su versatilidad y asegura que fácilmente podría grabar con un artista independiente, con un grupo muy rolo como Los Petitfellas o incluso con uno muy mainstream como Maluma.
—Me siento como cuando uno es el gomelo de los ñeros y el ñero de los gomelos. Soy la mainstream del underground y la underground de la mainstream. Siento que estoy en la mitad —agregó la bogotana que tiene como nombre de pila Valeria Castro.
Extraña a su Bogotá natal, que para ella es lejana, triste, gris, pero bonita. Cree que no hace parte de la escena alterna de “perreo”, que se gesta en esa ciudad, pero si la incluyen tampoco tiene problema. Ahora reside en Medellín con ganas de fusionar nuevos estilos como la electrónica y de romper con los ciclos de sueños frustrados que su familia no ha podido cumplir en la música.
¿Qué tanto te has dejado permear por el reguetón de Medellín?
Me ha influido muchísimo y más en mis últimos lanzamientos de reguetón. Me influyó en su estética, su vibra, su forma de parchar tan relajada y su manera de ser. Me empodera. Eso de sentirme empoderadamente perra —sentencia entre risas—. Eso viene de Karol G, La Guru del Sabor, pero incluso el reguetón viejo influye mucho, como un Ñengo Flow. Eso de poder decir lo que quiera, lo que pienso, cómo me siento y hacer las cosas a mi manera.
¿Y artistas cómo Maluma y J Balvin, que han alcanzado posiciones importantes en la industria mundial?
Fueron muy inteligentes en monetizar el perreo. Me parece muy cool cómo lo hicieron, no es de mi gusto su música, pero si algún día Maluma me dice “hagamos un tema”, lo haría, obviamente. No me tiene que gustar para saber que son pioneros en el perreo. Respeto el mainstream, pero sé que es muy jodido porque hay mucha gente controlando todo lo que pasa. Eso es lo bueno de underground, que, de cierta forma, todavía tenemos un poco de control sobre lo que hacemos.
¿Qué escuchabas antes de hacer “perreo”?
El reguetón que escucho es superalternativo. Es neoperreo. No soy fan del mainstream, pero hay algunas canciones que me gustan. Me gustas las españolas como Simona, Isabella Lovestory, hay un chico también que me encanta que se llama Teo Lucadamo que hace como un rap como muy actual. Antes escuchaba rap, aunque nunca fui muy rapera, me empapé mucho el rap del estilo west side porque el otro se me hacía más hardcord, el de Bogotá. También comencé a escuchar a los latinos como Akapellah y Apache. Cuando conocí el rap por fin pude escribir, porque no me salía. Pero antes del rap escuchaba pop tipo Rihanna, como que era muy rola la cosa.
¿Cómo surge el nombre de “pereo sad” y cómo terminas marcando tu estética al rededor de él?
Empecé a recibir bits de algunos productores con afrobeat y mucho perreo, pero con unas notas tristes, que son mis favoritas. Yo no sé por qué, pero yo siento una obsesión por el re menor —asegura con risas—. La notas nostálgicas me encantan. Así que empezaron a enviar esos tipos de bits y empecé a escribir canciones tristes porque estaba con el corazón roto, así que dije como “ok, necesito desahogarme”, pero en perreo. Me empezó a gustar mucho esa sensación de expresar lo que uno siente triste, pero al mismo tiempo perra —vuelve a las risas—. De cierta forma empoderándome, sabiendo que soy una mujer bonita, joven, sensual, que tengo todo el futuro para lograr lo que quiero. El nombre fue casi por accidente porque simplemente me di cuenta de que estaba haciendo perreo triste con mis canciones y fue como el juego de palabras entre español e inglés y y lo minimal que puede sonar. No tiene mucha historia, pero sí.
—Hacer reguetón es fácil y, de cierta forma, cuando alguien lo hace bien, le va muy bien —agregó luego.
—Si se sabe la fórmula —sugerí.
—Sí, creo que tengo la fórmula, pero está un poquito triste —aseguró.
—Tiene muchas notas menores —concluí y nos reímos.
Puede conocer más sobre “neoperreo” y reguetón alternativo en Bogotá aquí: Perreo “sad”, “dark” y “darketo”: el perreo alternativo que se gesta en Bogotá