La Negra grande de Colombia y “Yo me llamo cumbia”, una sola historia
La historia de Leonor González Mina, quien falleció ayer, es a su vez la historia de uno de los temas con más versiones en el cancionero nacional.
El compositor Mario Gareña no escribió “Yo me llamo cumbia” (1969) pensando en Leonor González Mina. El barranquillero creó esos versos inspirado en el ritmo, la danza, el canto del millo, el aguardiente y el ron que se bebe mientras el sonido ocupa el espectro. Quiso personificar el resultado del sincretismo de indígenas, afrodescendientes e hispanohablantes.
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El compositor Mario Gareña no escribió “Yo me llamo cumbia” (1969) pensando en Leonor González Mina. El barranquillero creó esos versos inspirado en el ritmo, la danza, el canto del millo, el aguardiente y el ron que se bebe mientras el sonido ocupa el espectro. Quiso personificar el resultado del sincretismo de indígenas, afrodescendientes e hispanohablantes.
Sin embargo, el arte muchas veces hace lo que le da la gana y toma sus propios caminos. Leonor González Mina interpretó el tema. Lo hizo suyo. Por eso, cuando esa voz de bajo lo cantó, hubo una confusión.
La historia de la cumbia que se inventó Gareña y la de González Mina se fusionaron. Hablar de cumbia es hacer referencia a la Negra grande y hablar de la Negra grande es hablar de cumbia.
Yo me llamo cumbia, yo soy la reina por donde voy.
No hay una cadera que se esté quieta donde yo estoy.
Mi piel es morena como los cuero’ de mi tambor.
Y mis hombros son un par de maracas que besa el sol.
Y mis hombros son un par de maracas que besa el sol.
“Yo me llamo cumbia” fue una sugerencia del compositor, arreglista y director de orquesta cordobés Francisco Zumaqué. El tema superó las expectativas de su creador y pronto se convirtió en uno de los temas con más versiones en el cancionero nacional.
Leonor González Mina pudo haber nacido esclava, si no fuera porque su padre pagó por su libertad y se dedicó al cultivo de cacao. Además de la dignidad, había una herencia artística en esa familia encabezada por su abuelo, quien tenía capacidad vocal y que era usada para el canto religioso, pero nunca podría ser utilizada como un oficio para la vida, menos para Leonor.
“Leonor jugaba fútbol y cantaba durante las fiestas del pueblo, con sus siete hermanos y sus amigos. Cantaba con su mamá mientras esta cosía, y con el coro de sus tíos religiosos dirigidos por su abuelo, que tenía una preciosa voz de bajo”, se asegura en el libro ilustrado “Historias de identidad y orgullo”.
Llevo en la garganta una fina flauta que Dios me dio.
Canto de millo, ebrio de tabaco, aguardiente y ron.
Cojo mi mochila, enciendo la vela, repico el son.
Y enredo en la luna con las estrellas toda mi voz.
Y enredo en la luna con las estrellas toda mi voz.
Tanto su nombre de pila, como su nombre artístico, fueron impuestos. “Yo quería figurar como Leonor Mina, pero mi mamá, llena de prejuicios, me decía que, si yo me quitaba mi primer apellido, la gente iba a pensar que no era hija natural. Qué inocencia la de ella, así que me tocó ponerme Leonor González Mina, y quien me llamó por primera vez la Negra grande de Colombia fue el locutor y periodista Hernán Restrepo Duque. Ese nombre artístico me ha sacado canas”, dijo en una entrevista para este medio en mayo de 2016.
La herencia artística la llevó por los caminos del arte y a sus 18 años, en un acto de rebeldía, se fue viajar y a bailar en el “Ballet de Delia Zapata”, con quien recorrería varios países europeos. Regresó con la necesidad de exponer lo que había aprendido y perfeccionó de su abuelo, entonces, quizá sin saberlo, y como algunos escritores aseguran, se convirtió en la primera mujer negra en grabar un disco profesional en Colombia.
Antes estuvo en el Conservatorio de Cali, donde tuvo el segundo frenón, luego del de su familia. La directora del colegio la presentó ante director del Conservatorio, Antonio María Valencia, y este se llenó de ira al decir que allí no se recibían negros, según relata el periodista Juan Andrés Romero en su libro “Vida de Palabras”. Pero allí fue su primera formación musical académica, porque el destino quería que no fuera en otro lugar.
Como soy la reina, me hace la corte un fino violín.
Me enamora un piano, me sigue un saxo, oigo un clarín.
Y toda una orquesta forma una fiesta en torno de mí.
Y yo soy la cumbia, la hembra coqueta, bailo feliz.
Y yo soy la cumbia, la hembra coqueta, bailo feliz.
De allí nació su primer álbum y se convirtió en la primera mujer negra en aparecer en la portada de un disco. El locutor Restrepo Duque fue el director artístico de ese primer disco de la cantante, grabado con el sello discográfico Sonolux, y fue quien le puso su popular remoquete con el que posteriormente saldrían éxitos como la canción “Yo me llamo cumbia”, que después grabaría Totó La Momposina y extendería su notoriedad.
Su carrera la llevó por otros caminos artísticos y desarrolló su conciencia histórica. “Tomó conciencia de la injusticia de ser excluido o excluida por cualquier absurda razón. Se prometió a sí misma que lucharía en contra de esta discriminación y llegaría a ser la mujer afrocolombiana más importante de Colombia”, se agrega en el libro ilustrado.
Como soy la reina, me hace la corte un fino violín.
Me enamora un piano, me sigue un saxo, oigo un clarín.
Y toda una orquesta forma una fiesta en torno de mí.
Y yo soy la cumbia, la hembra coqueta, bailo feliz.
Y yo soy la cumbia, la hembra coqueta, bailo feliz.
“Ella fue la que le abrió la puerta a la cultura afrocolombiana en el mundo. Puso a Colombia en el mapa en unos años en los que no se hablaba del país por fuera. Una mujer virtuosa y con carácter. Nació para el arte, pese a que su familia no lo quería”, le dice a El Espectador Luisa Piñeros, investigadora musical de la Radio Nacional de Colombia.
Algunos hablan de La Negra Grande como la primera mujer negra en Colombia en aparecer en televisión o la primera mujer en interpretar la primera canción verdaderamente protesta o en grabar un álbum profesional, otros, en cambio, dicen que fue la primera mujer negra en a aparecer en una portada. Puede ser cualquiera o todos, pero, sin dudas, es la primera mujer negra grande de Colombia.