Lida Esperanza Cuta: un talento que cura
La jefa del Servicio de Hospitalización de Pediatría del Hospital Infantil Universitario de San José, en Bogotá, pone al servicio de los pacientes sus conocimientos en música, quien con su destreza en el violín logra mostrarles una realidad distinta.
Lida Esperanza Cuta Ortiz tiene muy desarrollado el sentido del oído. Lo utiliza muy bien para escuchar las dolencias, las historias y las anécdotas de sus pacientes cuando desempeña su rol como jefa del Servicio de Hospitalización de Pediatría del Hospital Infantil Universitario de San José, en Bogotá, pero también emplea la audición para aprenderse las melodías que les interpreta en su violín.
Dice que aprendió el instrumento por pertenecer a una familia de músicos y que su padre, un apasionado por el formato del mariachi, acompañó el embarazo de su mamá con largas jornadas de interpretación del violín. Así que cuando Lida Esperanza Cuta nació, por lo menos, ya tenía algunas horas cursadas como intérprete de las cuerdas.
Le puede interesar: La interpretación de “No se habla de Bruno” puso a bailar en los Óscar
Además de sentir desde muy niña el llamado del violín, también se sintió inclinada por la enfermería, y la vida le ha dado la oportunidad de unir sus dos pasiones... y desarrollarlas en beneficio de sus pacientes en el Hospital San José.
Así es que la jefa del Servicio de Hospitalización de Pediatría, a quien los niños y las niñas llaman cariñosamente “Jefe Lida”, es una convencida del poder de curación de la música, y ella es uno más de los instrumentos para conseguir una mejoría física, mental y emocional.
Conversamos con Lida Esperanza Cuta sobre su pasión, el violín; su vocación, la enfermería, y nos contó cómo ha podido desarrollarlas de forma paralela.
¿Consideró desde siempre dedicarse a la enfermería?
La enfermería llegó a mi vida desde pequeña. Vengo de un colegio de mujeres en Tunja que se llama La Normal Femenina. Nosotros hacíamos muchas labores sociales en los alrededores de la escuela, porque era una población vulnerable, y recuerdo con mucho cariño a la enfermera de la época. Me llamó mucho la atención cómo ella se ponía su traje blanco, su toga y la manera en cómo le brindaba ese cariño y sus cuidados específicos a todo tipo de población. Desde ahí empezó el llamado a mi vocación de enfermería.
Le puede interesar: “Mujeres que la rompen”, primer acto del Festival EQUAL en Bogotá
¿Cuáles considera que son esas cualidades que debe tener una persona para cumplir la labor de la enfermería?
El amor, la pasión, la dedicación y el gusto al hacer las cosas, eso es lo fundamental en este trabajo. Siempre ha estado en mi filosofía que quien ama su trabajo no lo ve como trabajo, realmente el amor es infinitamente indispensable.
¿Y cómo empezó a apasionarse por un instrumento musical como el violín?
Todos en mi familia paterna somos músicos, unos empíricos y otros venimos de una escuela de música o un maestro. Mi formación como violinista viene desde la gestación, mi papá me cuenta que mientras mi mamá estaba embarazada, él tocaba violín para nosotras. Como fue músico de mariachi lo veía como un superhéroe con su traje y el violín, que era su arma.
¿Cómo se ha visto inmersa esa pasión musical en su labor como enfermera?
Ha sido un trabajo muy bonito y gratificante, porque descubrí en mi proceso como estudiante de enfermería que se podía hacer musicoterapia. Cada semestre que pasaba iba descubriendo que la música que hacía complementaba mucho las actividades que realizaba. Entonces, poco a poco en mi proceso como estudiante de enfermería fui descubriendo que la música iba a la par de mi vocación. Siempre he dicho que soy violinista por pasión y enfermera por vocación.
¿Cómo empezó a aplicar la música en los trabajos cotidianos de enfermería?
En la universidad, cuando estaba en el semestre de ginecología, en la parte de promoción y prevención, hacía mis actividades con la música y noté que la información les iba entrando muchísimo más a las “mamitas”. Pero lo más gratificante de todo fue que en mi último semestre, hice el trabajo de grado en musicoterapia con los pacientes de tuberculosis y VIH del Simón Bolívar, todos mis pacientes eran habitantes de calle. Empezamos el proyecto con tres pacientes y terminé con 100. Allí creamos canciones e hicimos instrumentos, todo tenía que ver con la música.
Le puede interesar: Los Rolling Ruanas llegan a El Espectador Sessions
¿Actualmente en el Hospital Infantil Universitario de San José sigue implementando la música en sus labores?
En el Hospital Infantil Universitario de San José ha sido muy bonito el trabajo con los niños y con los papás, porque hemos hecho actividades en donde la música es el principal ingrediente. Por ejemplo, el Día de los Niños llevamos la música y hacemos que sea un medio para que el niño, la niña, el familiar o el cuidador no piensen en la enfermedad, sino que la música los lleve a decir: “Bueno, me voy a relajar y a sentir mucho más tranquilo”.
¿De qué manera han recibido los pacientes la implementación de la música en el tratamiento de su enfermedad?
Por ejemplo, las novenas de los niños y las niñas siempre han sido muy especiales, pues siempre reciben muchísima música en esa época, tanto que he tenido muchos chicos, con muchas patologías diferentes, que me dicen con emoción: “Ay jefe, de verdad que usted toca ese violín y a mí se me olvida que me duele”. Esa parte ha sido muy emotiva para mí como enfermera y también como violinista.
¿Qué ha significado la música en su trabajo como jefa de enfermería?
En pediatría mi trabajo con la música, más que funcionar para las terapias, ha sido un medio para tratar las consecuencias emocionales que nos deja una enfermedad. Ha sido muy bonito, porque los niños son más didácticos, a ellos les gusta mucho la música, las actividades y les llega más la información. Lograr sacarlos por unos minutos de esa situación y ese entorno en el que se encuentran es sumamente gratificante. Ha sido muy bonito poder combinar las dos profesiones.
¿Qué les diría a las personas con vocación para la enfermería que tienen talentos extras por mostrar?
Hay que explotar todos los talentos, tuve muchos compañeros que no solo eran músicos, también escribían poesía y pintaban. Debemos explorar todos los talentos ocultos que tenemos para así poderlos combinar con una vocación, como es ser un profesional de enfermería. Realmente la música sana el cuerpo, la mente, el alma y el espíritu, son cuatro elementos que se complementan a la perfección con la enfermería.
¿Qué viene para Lida Esperanza Cuta tanto en su rol de enfermera como en su actividad con el instrumento?
Nosotros tenemos muchos proyectos en el servicio de pediatría, porque siempre hemos querido que nuestros niños, que desafortunadamente se encuentran hospitalizados en las fechas especiales, tengan un ambiente diferente y siempre acompañado por un arte como la música. Por lo tanto, mis pacientes recibirán mucho violín, la “Jefe Lida”, como siempre me dicen ellos, siempre va a estar con su instrumento con ellos.
Lida Esperanza Cuta Ortiz tiene muy desarrollado el sentido del oído. Lo utiliza muy bien para escuchar las dolencias, las historias y las anécdotas de sus pacientes cuando desempeña su rol como jefa del Servicio de Hospitalización de Pediatría del Hospital Infantil Universitario de San José, en Bogotá, pero también emplea la audición para aprenderse las melodías que les interpreta en su violín.
Dice que aprendió el instrumento por pertenecer a una familia de músicos y que su padre, un apasionado por el formato del mariachi, acompañó el embarazo de su mamá con largas jornadas de interpretación del violín. Así que cuando Lida Esperanza Cuta nació, por lo menos, ya tenía algunas horas cursadas como intérprete de las cuerdas.
Le puede interesar: La interpretación de “No se habla de Bruno” puso a bailar en los Óscar
Además de sentir desde muy niña el llamado del violín, también se sintió inclinada por la enfermería, y la vida le ha dado la oportunidad de unir sus dos pasiones... y desarrollarlas en beneficio de sus pacientes en el Hospital San José.
Así es que la jefa del Servicio de Hospitalización de Pediatría, a quien los niños y las niñas llaman cariñosamente “Jefe Lida”, es una convencida del poder de curación de la música, y ella es uno más de los instrumentos para conseguir una mejoría física, mental y emocional.
Conversamos con Lida Esperanza Cuta sobre su pasión, el violín; su vocación, la enfermería, y nos contó cómo ha podido desarrollarlas de forma paralela.
¿Consideró desde siempre dedicarse a la enfermería?
La enfermería llegó a mi vida desde pequeña. Vengo de un colegio de mujeres en Tunja que se llama La Normal Femenina. Nosotros hacíamos muchas labores sociales en los alrededores de la escuela, porque era una población vulnerable, y recuerdo con mucho cariño a la enfermera de la época. Me llamó mucho la atención cómo ella se ponía su traje blanco, su toga y la manera en cómo le brindaba ese cariño y sus cuidados específicos a todo tipo de población. Desde ahí empezó el llamado a mi vocación de enfermería.
Le puede interesar: “Mujeres que la rompen”, primer acto del Festival EQUAL en Bogotá
¿Cuáles considera que son esas cualidades que debe tener una persona para cumplir la labor de la enfermería?
El amor, la pasión, la dedicación y el gusto al hacer las cosas, eso es lo fundamental en este trabajo. Siempre ha estado en mi filosofía que quien ama su trabajo no lo ve como trabajo, realmente el amor es infinitamente indispensable.
¿Y cómo empezó a apasionarse por un instrumento musical como el violín?
Todos en mi familia paterna somos músicos, unos empíricos y otros venimos de una escuela de música o un maestro. Mi formación como violinista viene desde la gestación, mi papá me cuenta que mientras mi mamá estaba embarazada, él tocaba violín para nosotras. Como fue músico de mariachi lo veía como un superhéroe con su traje y el violín, que era su arma.
¿Cómo se ha visto inmersa esa pasión musical en su labor como enfermera?
Ha sido un trabajo muy bonito y gratificante, porque descubrí en mi proceso como estudiante de enfermería que se podía hacer musicoterapia. Cada semestre que pasaba iba descubriendo que la música que hacía complementaba mucho las actividades que realizaba. Entonces, poco a poco en mi proceso como estudiante de enfermería fui descubriendo que la música iba a la par de mi vocación. Siempre he dicho que soy violinista por pasión y enfermera por vocación.
¿Cómo empezó a aplicar la música en los trabajos cotidianos de enfermería?
En la universidad, cuando estaba en el semestre de ginecología, en la parte de promoción y prevención, hacía mis actividades con la música y noté que la información les iba entrando muchísimo más a las “mamitas”. Pero lo más gratificante de todo fue que en mi último semestre, hice el trabajo de grado en musicoterapia con los pacientes de tuberculosis y VIH del Simón Bolívar, todos mis pacientes eran habitantes de calle. Empezamos el proyecto con tres pacientes y terminé con 100. Allí creamos canciones e hicimos instrumentos, todo tenía que ver con la música.
Le puede interesar: Los Rolling Ruanas llegan a El Espectador Sessions
¿Actualmente en el Hospital Infantil Universitario de San José sigue implementando la música en sus labores?
En el Hospital Infantil Universitario de San José ha sido muy bonito el trabajo con los niños y con los papás, porque hemos hecho actividades en donde la música es el principal ingrediente. Por ejemplo, el Día de los Niños llevamos la música y hacemos que sea un medio para que el niño, la niña, el familiar o el cuidador no piensen en la enfermedad, sino que la música los lleve a decir: “Bueno, me voy a relajar y a sentir mucho más tranquilo”.
¿De qué manera han recibido los pacientes la implementación de la música en el tratamiento de su enfermedad?
Por ejemplo, las novenas de los niños y las niñas siempre han sido muy especiales, pues siempre reciben muchísima música en esa época, tanto que he tenido muchos chicos, con muchas patologías diferentes, que me dicen con emoción: “Ay jefe, de verdad que usted toca ese violín y a mí se me olvida que me duele”. Esa parte ha sido muy emotiva para mí como enfermera y también como violinista.
¿Qué ha significado la música en su trabajo como jefa de enfermería?
En pediatría mi trabajo con la música, más que funcionar para las terapias, ha sido un medio para tratar las consecuencias emocionales que nos deja una enfermedad. Ha sido muy bonito, porque los niños son más didácticos, a ellos les gusta mucho la música, las actividades y les llega más la información. Lograr sacarlos por unos minutos de esa situación y ese entorno en el que se encuentran es sumamente gratificante. Ha sido muy bonito poder combinar las dos profesiones.
¿Qué les diría a las personas con vocación para la enfermería que tienen talentos extras por mostrar?
Hay que explotar todos los talentos, tuve muchos compañeros que no solo eran músicos, también escribían poesía y pintaban. Debemos explorar todos los talentos ocultos que tenemos para así poderlos combinar con una vocación, como es ser un profesional de enfermería. Realmente la música sana el cuerpo, la mente, el alma y el espíritu, son cuatro elementos que se complementan a la perfección con la enfermería.
¿Qué viene para Lida Esperanza Cuta tanto en su rol de enfermera como en su actividad con el instrumento?
Nosotros tenemos muchos proyectos en el servicio de pediatría, porque siempre hemos querido que nuestros niños, que desafortunadamente se encuentran hospitalizados en las fechas especiales, tengan un ambiente diferente y siempre acompañado por un arte como la música. Por lo tanto, mis pacientes recibirán mucho violín, la “Jefe Lida”, como siempre me dicen ellos, siempre va a estar con su instrumento con ellos.