Lisandro Meza, el legado del rey
Este lunes en Los Palmitos, Sucre, fue el sepelio de Lisandro Meza. Familiares, amigos y fanáticos despidieron con música al hombre que encontró los caminos para llevar los sonidos del acordeón a otros ritmos y territorios inexplorados. Homenaje.
Joseph Casañas Angulo
Lisandro Meza le cantó a todo. Tuvo tiempo. En más de 60 años de carrera grabó alrededor de 110 discos. Cumbia, porro, vallenato y bolero de sobra como para cantarle a, entre otras cosas, al amor, el desamor, la infidelidad, el guayabo, los borrachos, los cabezones, las tapas, las mujeres, los niños, la Navidad, los políticos, los hijos de Tuta y hasta a Odebrecht.
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Lisandro Meza le cantó a todo. Tuvo tiempo. En más de 60 años de carrera grabó alrededor de 110 discos. Cumbia, porro, vallenato y bolero de sobra como para cantarle a, entre otras cosas, al amor, el desamor, la infidelidad, el guayabo, los borrachos, los cabezones, las tapas, las mujeres, los niños, la Navidad, los políticos, los hijos de Tuta y hasta a Odebrecht.
La narrativa del juglar de la música sabanera no encontró fronteras. En la jerga e historias de sus paisanos encontró inspiración de sobra para acompañarla con el sonido del acordeón, el instrumento que aprendió a tocar a escondidas de su papá.
De niño esperaba a que Pedro Socarrás, un empleado de su padre en un aserrío de El Difícil, Magdalena, saliera a cortar madera para robarle por algunas horas el arrugado con el que tocó sus primeros aires vallenatos inspirado en Alejo Durán.
Siguió tocando a escondidas del viejo Meza hasta que en una parranda de 24 de diciembre a Pedro Socarrás lo agarraron los tragos y quedó noqueado en una silla. “Me metí al cuarto en el que estaba el acordeón y le de dije a un primo que agarrara la guacharaca. El cajero estaba dormido, pero apenas oyó el ‘chiqui cha’ se despertó y empezó a acompañarme. Los borrachos del patio se animaron y siguió la parranda. En esa época agarrar un acordeón sin permiso era grave. Llamaron a mi papá. Mientras tocaba me imaginaba el regaño, pero me vio tocar, me abrazó y lloró. Al otro día mandó a mi tío a Plato, Magdalena, para que me comprara un acordeón”, contó Lisandro Meza en Mi banda sonora de Caracol Radio en mayo de 2015.
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A las 5:00 p.m. de un 25 de diciembre Lisandro Meza tuvo su primer acordeón. Casi a la misma hora de un 23 de diciembre, 72 años después, se confirmó su muerte.
La muerte también fue tema en sus canciones. Y por la llegada de la inevitable es que vale la pena recordar la vez que Lisandro Meza grabó “La miseria humana”, un tema que nació siendo un poema del soledeño Gabriel Escorcia Gravini, pero que el juglar sabanero convirtió en canción en Burro leñero, un álbum lanzado en 1984.
El poeta, quien murió de lepra el 28 de diciembre de 1920 en Soledad, Atlántico, escribió esas líneas llevado por el desespero del encierro, la soledad y los deseos de hablar con la muerte. Las autoridades de la época, para impedir la propagación de la enfermedad, ordenaron que quienes fueran diagnosticados con lepra fueran recluidos y aislados en un leprosario.
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Sin embargo, la familia de Escorcia Gravini, de ascendencia italiana, impidió que se lo llevaran a un lugar de esos, con la condición de mantenerlo encerrado en su casa. Ahí permaneció hasta su muerte. Con la única compañía de sus libros y sus manuscritos. Todo: libros, obras, ropa y recuerdos terminó ahogado en llamas tras la muerte del poeta.
De su obra solo sobreviven algunos títulos divulgados en folletines de la época y un texto suyo compilado en La Bolivíada, poema épico en seis cantos publicado en 1925 con curaduría del también vate soledeño José Miguel Orozco, su condiscípulo, amigo y mecenas, que reposa en la biblioteca Luis Ángel Arango, en Bogotá. Lisandro Meza contó cómo ese poema terminó convirtiéndose en uno de sus temas de culto.
“Yo estaba en la casa y llegaron unos borrachos del pueblo y se sentaron en el corredor de la casa, allá en Los Palmitos, y comenzaron a cantar ‘La miseria humana’. Al escuchar la canción como a las 3 de la mañana, desperté a la Niña Luz [su esposa] y dije: ‘Qué mensaje tan bonito tiene la canción, ¿quién está cantando ahí?’, y me dice: ‘Ahí está cantando el Piciolo. Vive ahí en el barrio Chigalé’, me respondió”.
Al otro día Meza buscó al Piciolo ese y a cambio de una botella de aguardiente Tres Esquinas grabó la letra de lo que luego convirtió en un sencillo de más de diez minutos. Una charla con la muerte, la calavera con la que se encontró el pasado sábado.
Este lunes Lisandro Meza fue velado en su casa en Los Palmitos, Sucre, antes de ser llevado a su última morada. El 24 de diciembre el cuerpo del juglar estuvo en el polideportivo del municipio en cámara ardiente. Allí, entre aplausos, música de acordeón y lágrimas, familiares, amigos y fanáticos lo despidieron.
En las fachadas de El Progreso, barrio donde Meza vivió muchos años, se izan banderas de Colombia a media asta desde el 23 de diciembre, cuando se supo la noticia de su muerte.
Luz Domínguez, su esposa, habló para El Heraldo. “Fue un gran hombre, esposo, padre e hijo. Fue grande en todo y le doy gracias a Dios por ayudarme a conservar este matrimonio, porque no es fácil estar al lado de un artista”. La Niña Luz, como le decía Meza, recordó el momento en el que se conocieron: “Yo pasé por la plaza y me dicen que él se me quedó mirando y después le dijo a uno de mis hermanos que estaba enamorado de mí, pero yo no presté atención porque no me gustaba. A mí no me gustaba el acordeón y yo les decía a mis amigas que no me molestaran con él porque Etilvia, una de ellas, me decía que yo me iba a casar con un piñalero y yo les decía que para casarme con un piñalero mejor me quedaba sola y mira que me casé con Lisandro y estuvimos juntos 66 años”.
El legado de Lisandro Meza
Chane Meza, hijo mayor del juglar, dijo que el legado de su padre continuará vigente no solo en el amplio repertorio musical que dejó, sino también con nuevos trabajos musicales que sus hijos preparan.
“Estoy grabando los grandes éxitos de mi papá, desde sus inicios. Próximamente vamos a sacar el volumen uno, donde hay temas interesantísimos. Tengo 10 años de estar grabando con los mejores músicos y percusionistas de Colombia. Es un tema que lo amerita”, dijo el hombre que durante 42 años produjo la música de su padre Lisandro y además es el director de la agrupación.
“Se va la vida mía. Mi padre fue algo tan grande en la música del mundo. Afortunadamente, tuve la dicha de estar con él desde muy temprana edad y aprenderle todos los trucos de la música. Mi padre fue un grande, una persona con una visión de la música totalmente diferente a todo el mundo; sabía llegarles a los públicos. El mejor padre del mundo, una persona noble, de buen corazón”, agregó.
Juanjo Meza, otro de los hijos del cantante, señaló: “Seguiré llevando su legado para seguir con su dinastía musical. Estoy feliz de que le pude hacer en vida ese homenaje; de hecho, sale conmigo en el video”. El video al que alude es el de la canción “La continuación”, el último trabajo que grabó Meza.
Lisandro Meza, el rey con corona
En 1969 Lisandro Meza fue considerado El rey sin corona. Nicolás Colacho Mendoza fue quien le ganó el título de Rey Vallenato; sin embargo para una parte del público especializado, quien tuvo que haber ganado fue Meza. De hecho, al final del evento hubo desmanes.
Esa situación hizo que Lisandro Meza tomara su camino musical, lejos de los ritmos tradicionales del vallenato. Sin embargo, en 2018, Carlos Vives, homenajeado ese año en el Festival de la Leyenda Vallenata, le puso la corona al rey, quien a sus 80 años cumplió el sueño de acreditarse