Los 50 años de “La Gran Feria”, un álbum insignia del rock colombiano
El disco colombiano de la agrupación La Banda Nueva apareció en el listado de los mejores 50 álbumes del rock latinoamericano, compartiendo clasificación con producciones de otros artistas como Cerati, Charly García, Babasónicos, Café Tacvba y más.
Alberto González Martínez
En menos de un año la banda creó su único álbum que 50 años después la revista estadunidense Rolling Stone escogería como el tercer mejor disco en la historia de rock colombiano. Esa clasificación confirmaría la opinión de algunos periodistas especializados que consideraban a la producción “La Gran Feria” como la mejor del rock progresivo que se haya hecho en el país.
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En menos de un año la banda creó su único álbum que 50 años después la revista estadunidense Rolling Stone escogería como el tercer mejor disco en la historia de rock colombiano. Esa clasificación confirmaría la opinión de algunos periodistas especializados que consideraban a la producción “La Gran Feria” como la mejor del rock progresivo que se haya hecho en el país.
Jaime Córdoba, exbaterista de la banda, dice que ese reconocimiento apenas le llegó en los últimos años, ya que para la época en que lanzaron el disco era difícil medir su impacto. Una época en la que la escena bogotana mostró a otras agrupaciones rocanroleras como Los Speakers, Los Flippers, Los Young Beats. Todos con algo en común: hijos de Los Beatles y nombres con apariencia extranjera.
Los jóvenes querían ser como los estadounidenses, así no supieran nada de música. Hacían covers en inglés y trataban de sonar como ellos. Hasta que llegó La Banda Nueva, que, aunque también estaba influenciado por el sonido del rock de los ingleses, se acercaron más al rock progresivo. “Dijimos que todo tenía que ser propio y en español, porque la gente debe poder decir el nombre de la banda y debe cantar las canciones sin tener que aprender otro idioma, para que la gente entienda y comparta lo que uno está tratando de decir.”, indicó Córdoba a El Espectador.
Una banda nueva y una nueva canción
“La Bomba” era una discoteca que juntaba a las bandas de rock bogotanas con los fanáticos esta nueva música. Jaime Córdoba y su amigo Orlando Betancur frecuentaban estos espacios y una noche, un cercano, Cristian Gómez, les propuso que fueran los músicos de su proyecto como solista. Aceptaron y, al tiempo, Gómez los plantó y se fue a vivir a Estados Unidos. Ese no fue el fin sino el comienzo.
“Comenzamos a ensayar en la casa de Orlando. Un día me dijo que tenía una idea y nos mostró el riff o la base de “Emiliano Pinilla”. Fuimos entre los dos armando esa canción y en una ida al estudio Ingeson, que era el templo de la música aquí, la grabamos”, aseguró Córdoba en el podcast del periodista Alejandro Marín, donde también dijo que, para grabar el resto de los instrumentos de la mezcla de rock y jazz, buscaron a unos amigos.
Tenían lista la producción, aunque no sabían cómo sonarla. A la oficina del baterista de la banda, quien trabajaba en publicidad, llegó por cosas laborales Armando Plata de Radio Tequendama. Aprovechó la oportunidad, le mostró el tema y el locutor lo sonó en su programa. “A la gente le gustó y lo llamaban a pedir la canción”, dijo Córdoba. El Tiempo registró ese primer lanzamiento de la banda en julio de 1973. Luego vendrían más.
El inicio de una gran feria
Al poco tiempo llegarían las primeras presentaciones y otras ofertas. Para completar el grupo, Betancur contactó a su amigo Juan Carrillo y trajeron a Gustavo Cáceres, un guitarrista que en poco tiempo aprendió lo que pudo con el bajo. Luego dos locutores de Radio Tequendama, Edgar Troncoso y Enrique Ortiz, le hicieron una propuesta para conectarlo con Eduardo Calle, el director de Discos Bambuco.
Todo iba viento en popa hasta que Calle les dijo que quería un productor de música plancha para que dirigiera el álbum que estaban a punto de grabar. Se negaron. “Nos tocó aprender a las malas cómo era que se hacía un disco. Finalmente firmamos el contrato con Eduardo Calle, un contrato leonino, donde nosotros no teníamos chance de nada”, agregó el exbaterista en el podcast de Marín.
Grababan por las noches o fines de semana o cuando podían. Para la mezcla les tocó hacer un recaudo porque querían llevarlo a Venezuela donde Armando Benavides, que era conocido de Betancur. Él viajó con unas instrucciones precisas de Córdoba, según contó en el programa: “Yo me hice un manual en un cuaderno de resortes con instrucciones precisas canción por canción. Esto debe ir en tal lado y tal lado”.
La suma de esos aprendizajes y de las otras ocupaciones de los músicos resultaron en un trabajo de ocho meses en la producción del álbum, que encaja perfectamente con la fecha publicada por El Espectador, registrada el 26 de febrero de 1974. Fue el mismo tiempo que prácticamente duró la agrupación. Luego de este lanzamiento, cada uno comenzó a pensar en sus propios intereses. Ese fue el inicio del verdadero fin.
El fin de una banda nueva
Antes, la suerte les seguía sonriendo. Concursaron en una convocatoria para ser teloneros de la banda británica de rock Christie, que venía de gira a Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla. Estuvieron por encima de Los Flippers, Génesis y demás agrupaciones que eran más populares que ellos. También decidieron mejorar el sonido. Compraron una batería nueva y cambiaron al bajista Cáceres porque no estaba dando la talla. Finalmente realizaron la esperada presentación en el Coliseo Cubierto El Campín, hoy Movistar Arena.
“El conjunto colombiano ‘La Banda Nueva’, tuvo una decorosa actuación, antes de la presentación de los ingleses. La música de la banda gustó al público, aunque el sonido fue desastroso, por la falta de equipos apropiados”, reseñó El Tiempo el 31 de marzo de 1974, momento clave de la banda, en que tuvieron el concierto con la mayor asistencia y crisis. Luego de esto, La Banda Nueva acabó luego de haberse formado hacía menos de un año.
La decisión fue precedida por una demanda. El bajista Cáceres le interpuso a la agrupación una petición jurídica por derechos de autor luego de su salida. Derechos que aún no se sabe a quién pertenecen, pues, Discos Bambuco los habría cedido. Córdoba ha estado detrás de ellos sin éxito y en medio de ese trasegar, medio siglo después, han llegado los reconocimientos de un álbum que, en un momento fugaz, logró atravesar la barrera del tiempo con un sonido que fusiona el sabor de los ritmos colombianos con el virtuosismo del rock progresivo. Un nuevo comienzo de una gran feria.