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Una tarde de abril de 2017, en una plazoleta de Cosmocentro en Cali, por iniciativa de autores como Flóver González, Oscar Seidel y Baudilio Revelo, nace la Fundación de Escritores del Pacífico colombiano, más conocida como Fuespacol. Ese mismo año tuvieron su primera participación dentro del Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez. (Le puede interesar: El Petronio Álvarez y su proceso de internacionalización)
La primera llamada que hicieron fue a María Helena Quiñónez,secretaria de Cultura de Cali en ese momento, que les abrió las puertas de la ciudadela Petronio. “Cuando hace 3 años entramos a esa fiesta que es de licor, comida, baile, y entramos nosotros vendiendo libros, ¡imagínate eso! Como exótico”, cuenta entre risas Baudilio, primer presidente de la fundación. (Lea también: Herencia de Timbiquí: un embrujo musical del Pacífico colombiano)
Desde aquella XX edición, Fuespacol ha representado dentro del aclamado festival al mundo de las letras que habita en el Pacífico. Ubicados en el stand 61 del pabellón de artesanías e incluidos en la categoría de “institucionales”, invitan a los visitantes a interesarse por historias que no hablan de ciencia ficción, sino de folclor y tradición. (Además: Petronio Álvarez: música, alegría y color)
Baudilio, recopilador y prologuista de Cuentos para dormir a Isabella, uno de los tomos de la Biblioteca de Literatura Afrocolombiana publicada por el Ministerio de Cultura, cuenta que son 83 los escritores miembros de la fundación. Entre médicos, abogados, periodistas,
Ingenieros y docentes entre otras disciplinas, que se suman alrededor de 400 libros publicados, cada uno con recursos propios o patrocinadores externos que le apuestan a su talento.
El apoyo por parte de las editoriales o del Estado no se ha dado de manera orgánica. “El gobierno nos ha regido de olvido. Colombia termina en la cordillera Occidental, de ahí para el mar nosotros no existimos, ni nuestra literatura, ni nuestra historia, ni nuestras necesidades. Nada se conoce acá”, dice Baudilio, mientras reflexiona sobre la importancia de recordarle a Colombia que más allá del mar Caribe también hay país.
Estos apasionados de la escritura supieron desde el principio que no sería una tarea fácil asumir el papel de voceros, pues su pluma no solo habla por ellos, sino por un pueblo que, sin falta ni excusa, cumple cada año con la cita para celebrar sus raíces.
Tuvieron que comenzar poco a poco, ya que como cuenta Luis del Castillo, miembro fundador de Fuespacol, aunque la acogida de la literatura fuera escasa, el Petronio ha permitido difundir la producción literaria de todo el litoral. Gracias a ello, desde su primera participación han recibido ingresos de más de dos y tres millones de pesos, pues han encontrado personas interesadas en invertir en estas historias.
Al visitar el stand, se encuentran por lo regular cuatro o seis escritores sonriendo y hablando de sus obras. Cantan, bailan y se gozan la fiesta, celebrando un pueblo que vive a través de sus letras, muestra de cultura e historia que merecen darse a conocer dentro y fuera del país.
“Hay muchas cosas que pasaron hace cien años que gracias a los escritores se mantienen en la sociedad. Eso se ha reconocido recientemente, el papel de la escritura y la importancia de que haya alguien que quiera registrar esas memorias”, dice Jairo Benavides, licenciado en literatura e investigador de sistemas sígnicos y sociales.
Ha sido fundamental el papel de todos estos escritores del Pacifico, que recuerdan con pertenencia y apropiación a su pueblo. Las raíces africanas que se reflejan a través de ritos y costumbres; los cuentos de las madres para dormir a los pequeños, hablando del tío conejo o de príncipes y “principas”; las palabras autóctonas que únicamente los identifican a ellos y que evocan su mar y su tierra; esos hombres y mujeres que han vivido por y para el Pacífico siendo muestra de talento, creatividad y pasión, que se pierden en medio de páginas sin abrir.
“Pregúntale a cualquiera quién es Petronio Álvarez o por qué el festival se llama así. Nadie te va a contestar, porque me ha pasado. Ahí está la historia y la cuento cómo es porque éramos buenos amigos”, dice Heraclio Parra, autor del libro sobre Petronio Álvarez puesto en el exhibidor. Hace referencia al hombre que le da nombre al festival como un ser creativo, asegurando que la persona creativa jamás puede decir que es pobre, porque algo tiene para crear y algo ha de dejar.
En su caso, Petronio Álvarez dejó la inspiración para un festival que mantiene en pie la memoria de un pueblo y se apoya en el amor de su gente, pues de acuerdo con la secretaria de Cultura, Luz Adriana Betancourt, el Petronio funciona como un árbol. “El público son las ramas y cada vez crecen más, pero si la raíz del árbol es chiquitica y no se alimenta, el peso de las ramas tumba el árbol. La profundidad de la raíz es el patrimonio, la tradición, los pueblos de origen y sus portadores”.
El fundador de la revista Pacífico Soñado, Jesús Murillo, hace una reflexión sobre la importancia de Fuespacol dentro de esa visión del Petronio, porque preservar la cultura es algo que trasciende fronteras. “El Estado colombiano es netamente centralista, nunca ha tenido la visión de presentarnos en sociedad. Esa es la verdad y por eso estamos luchando, haciendo lo imposible porque la gente nos conozca”.
Para un pueblo víctima del implacable olvido, es vital el papel de un grupo de escritores que tome el poder de su pluma para contarle al mundo su marea de historias. Por eso, es necesario que ellos tengan una plataforma como este festival para darse a conocer y recordar la existencia del Pacífico.
De acuerdo con Ivonne Castillo, nativa del Pacífico y visitante asidua de cada rincón del festival, “El Petronio es una exposición del Pacífico desde todos sus ámbitos y permite que todos puedan conocernos. Petronio es esa puerta que expone todo lo que somos y la literatura debe ser parte de eso, porque hay muchas historias del Pacífico que merecen y necesitan ser contadas”.
* Reportera de la alianza de El Espectador y Color de Colombia para el Petronio.