“Los reguetoneros colombianos hoy son emprendedores, no artistas”: Juancho Valencia
El productor Juancho Valencia reacciona al planteamiento de que el reguetón es el género más evolucionado de Latinoamérica. Le da crédito a alguna realidad, critica su práctica mercantil y habla de la muerte y el futuro del género.
Alberto González Martínez
―Esa frase es irresponsable. Pero tiene una verdad ―expresó el músico Juancho Valencia cuando le conté sobre el tema.
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―Esa frase es irresponsable. Pero tiene una verdad ―expresó el músico Juancho Valencia cuando le conté sobre el tema.
El productor emergente Andrés González, había referido su hipótesis del reguetón como el género musical más evolucionado en Latinoamérica. Sonaba tan bonito como riesgoso para un titular. Su justificación, a grandes rasgos, se basaba en que su ritmo es tan fácil de hacer como tan exitoso. Dijo también que en su podcast “Vagón Coyote” podría encontrar más detalles.
Juancho, uno de los productores multifacéticos del país, ganador de dos Grammys Latinos e integrante de la agrupación Puerto Candelaria, siguió con su contraargumentación: “el concepto de evolución es inaplicable al arte”, dijo agregando que “los cantantes del presente no son mejores a los del pasado ni que los del futuro serán más evolucionados”. Es decir, que cada música se adecúa a la expresión de una sociedad y a cada época. Sin embargo, resaltó una verdad en el planteamiento de su colega.
Referenció a la canción “Despacito”, que con más de 8 mil millones de reproducciones en Youtube, es la canción más escuchada en español en el mundo, para decir que efectivamente el reguetón es uno de los ritmos que más impacta a Latinoamérica. Aunque también lo comparó con las grandes extensiones de monocultivos, que hacen que desaparezca la variedad de los otros cultivos, y con el café en Colombia, que a pesar de que produce un buen grano, se consume mayoritariamente el café instantáneo.
Ahondé en este último símil refiriendo una versión de cómo se ligaba el café que se fabrica en el país. Se asegura que, cuando esta industria estuvo en crisis, al grano se le mezclaba con otros como la lenteja y el arroz. Finalmente se tostaba a tal punto que su tono fuera más oscuro, pero que en el sabor la mezcla fuera imperceptible. Ese era el café que se consumía en el país, siendo un referente en el producto para el mundo. En fin, la hipocresía.
―El reguetón es una fórmula muy poderosa y la industria lo ha sabido usar muy bien como fórmula mercantil ―agrega el músico antioqueño Juancho― porque no está representando lo que los jóvenes están viviendo. Estoy haciendo un trabajo (como productor) con un chico que dice “a mí me gusta el reguetón viejo”. Pero ellos encuentran que es una fórmula de mercadotecnia. Los artistas colombianos del reguetón hoy son emprendedores, no artistas. Ahí es donde el paisa se vuelve la estrella porque es el emprendedor, pero no es el artista por naturaleza como el caribeño, el caleño o el bogotano.
―Y qué pasa con aquellos jóvenes que se sienten representados por el reguetón ―le inquiero.
―Es que, en Puerto Rico, República Dominicana o en Panamá el reguetón sí es una música tradicional como podría ser el vallenato para nosotros o la música llanera. El reguetón fue apropiado por los colombianos que cogieron el condimento local para convertirlo en un pop más asimilable para todo el mundo ―indicó el productor quien también agregó que la industria audiovisual ayudo a despegar el reguetón en la ciudad.
―¿Se ha enriquecido en los últimos años el reguetón?
―Se ha enriquecido, el problema es que hace que se pierda el poder de lo fácil, lo sencillo o lo instantáneo. Si yo le digo a le gente que hay que moler un café que sea instantáneo ―continúa con su comparativo―, entonces deja de ser instantáneo. Hoy, desde el rigor, es erróneo decir que se hace reguetón, sino urbano porque se mezcla con otros ritmos. Entre más se alimente, más deja de ser reguetón.
―¿O sea que se está muriendo o ya está muerto, como han dicho algunos?
―Ellos sí sienten que los recursos están agotados. El reguetón ha tenido un gran problema de la música en vivo porque muchos de ellos no se han preparado para cantar en vivo. No te imaginas lo que sufrí viendo a Maluma en el Tiny Desk. Lo que hoy sí se está percibiendo, en palabras de un productor de reguetón de Medellín, es que ya le gente no está comprando humo y que ya una tercera generación no soporta el mismo sonsonete. Ya deben ser músicos formados.
Juancho también dice que es complicado el momento porque esta nueva generación quiere darle altura al género pero están vacíos en historia musical y por eso él quiere inmiscuirse: “ayudémosle a estos pelaos”, dice. De hecho, ahora trabaja con algunos reguetoneros jóvenes y refiere que ellos siempre están pensando en escribir cosas para volverse exitosos y que poco hablan de lo que en realidad sienten. Lo compara en el periodismo con el clickbate.
―¿Entonces el reguetón es un clickbate?
―Exactamente— responde con tono que hace parecer que se entendió lo que quiso decir.
―¿Alguna vez J Álvarez dijo “ojalá el reguetón dure 100 años”, ¿crees que no lo logre?
―Yo creería que sí porque todo está hecho para que dure mucho tiempo.
―¿Pero tanto? —le interrumpo.
―Creo que va a cambiar el ritmo, pero la esencia no porque es muy poderosa. Es prolongarlo a través de la mercadotecnia como un sentir musical.
Una de las cosas que me queda resonando es aquello del reguetonero como emprendedor y no como músico. Hasta las alcaldías de Medellín, en sus programas de cultura, enfocan sus discursos a vender la ciudad por medio de reguetón. “Medellín puede ser la capital del entretenimiento a nivel mundial”, dijo el reciente secretario de Cultura que luego fue despedido. A otros entusiastas del negocio de los eventos, les gusta repetir incansablemente la frase que Maluma dijo cuando trajo a Madonna: “Medellín en el mapa”.
―¿Qué le falta al reguetón?― le pregunto a modo cierre, que le venía prometiendo hacía varias preguntas.
―Es una pregunta muy bonita porque no le falta nada. Lo ha logrado todo.